jueves, octubre 25, 2018

Presupuesto entre palos y pactos



Varias horas antes de tener en la mano la aprobación del Presupuesto 2019 por parte de Diputados, el gobierno le envió un primer ‘adelanto’ a los directivos del FMI. Nos referimos a la brutal represión de los alrededores del Congreso, que terminó con la detención de 26 compañeros y numerosos heridos. Al igual que cuando se trató la reforma previsional, las fuerzas de Patricia Bullrich y de Rodríguez
Larreta montaron una provocación represiva para ‘despejar’ al Congreso de la movilización popular. De todos modos, la represión no puede ocultar cuál fue la llave principal para la aprobación del Presupuesto puertas adentro del recinto: el acuerdo que selló el macrismo con los gobernadores pejotistas, permitiendo sumar los votos de la mayoría de los diputados del bloque “Argentina Federal”.
Este fue el telón de fondo que rodeó a la votación del Presupuesto 2019, después de que fuera aprobado en comisión apenas unas horas antes. La votación a marcha forzada tiene su explicación: en dos días, el directorio del FMI deberá aprobar su segunda “asistencia” a la Argentina, bajo la condición de que esté votado el Presupuesto de ajuste. Sin el aval del Fondo, oficialistas y “opositores” saben muy bien que el edificio económico del macrismo podría hundirse definitivamente. En suma, el Congreso ha votado un mero anexo del acuerdo pactado entre Nicolás Dujovne y la presidenta del FMI.
El Presupuesto consagra una reducción real de los gastos en salud y educación (-16%), ya que los ‘aumentos’ previstos estarán muy por debajo de la inflación calculada. La obra pública caerá, en términos reales, más de un 30%. Mientras tanto, los intereses de deuda llegarán a representar casi el 20% del Presupuesto total, al que se lo sigue presentando mentirosamente como de “déficit cero”. Para cerrar el acuerdo con los diputados pejotistas de provincias del interior, el gobierno presentó supuestas “concesiones” a sus reclamos, cuya verdadera función es disimular el ajuste. Por caso, les reasignaron a las provincias 6.000 millones de pesos para subsidios al transporte… ¡después de haberlas despojado de 45.000 millones por ese mismo rubro! Las verdaderas prebendas, en cambio, se las llevó la oligarquía: en las últimas horas, se preveía exceptuar la alícuota de “bienes personales” a los inmuebles rurales. Las retenciones a la soja, originalmente previstas en 33%, se redujeron al 30%. Sigue en pie la rebaja de los aportes patronales, cuya eliminación estaba prevista en el proyecto original. El Presupuesto refrenda el acuerdo entre el FMI, Macri y los gobernadores, tanto oficialistas como opositores, incluido el kirchnerismo, para transferirle a los explotados los platos rotos de la quiebra del régimen macrista. Este acuerdo, por sobre todas las cosas, tiene como punto de partida la megadevaluación y la carestía infernal, que ha hecho estragos en el bolsillo popular y los gastos sociales.

El Congreso y la calle

Pero la colaboración con el Presupuesto de ajuste no se limitó al Congreso. Aunque la movilización de este miércoles fue importante y combativa, ella recayó principalmente sobre el clasismo, las organizaciones de desocupados y la izquierda. El kirchnerismo sindical y político -incluyendo al moyanismo- movilizó con pequeñas delegaciones. La Bancaria levantó el paro que tenía previsto para este miércoles, y lo mismo ocurrió con una medida de fuerza dispuesta por Camioneros. A su vez, y aunque Ctera paró, su movilización fue exigua, con excepción de los Suteba combativos. En cambio, a ninguno de ellos les tembló el pulso cuatro días antes para concretar la misa multitudinaria de Luján, bajo la batuta de dos arzobispos (ver página 2). Más allá de los sermones y los llamados a la “paz social”, la movilización clerical cumplió el claro objetivo de “alternativizar” la marcha contra el Presupuesto y, a su turno, restarle fuerza. La burocracia sindical y los intendentes que pusieron los huevos en la canasta de Luján son los mismos que pegaron el faltazo a las puertas del Congreso. Este episodio es altamente educativo respecto de la función del Vaticano en la crisis política. Los obispos están empeñados en evitar una reacción obrera y popular de carácter general contra el derrumbe económico, algo que los identifica por completo con la burocracia sindical. Al mismo tiempo, trabajan para que el relevo político del macrismo no se salga del orden económico impuesto por los ajustadores.

Perspectivas

La votación de este miércoles podrá servir de salvoconducto para que el FMI libere los fondos prometidos a Macri-Dujovne. Pero ni el Presupuesto de ajuste ni el nuevo acuerdo con el Fondo reúnen las condiciones para hacer emerger al gobierno y al régimen de la crisis en curso. Los recursos aportados por el anterior acuerdo con el Fondo fueron devorados en sólo dos meses por la fuga de capitales. Hoy, esa sangría sólo se contiene en base al endeudamiento usurario del Banco Central, el cual envuelve en forma creciente a los depósitos de los bancos. Han circulado versiones sobre el cambio compulsivo de las actuales letras de liquidez -que vencen cada siete días- por bonos a mayor plazo, una medida que no podría atravesarse sin un choque con los bancos y sin una crisis política. El retorno al superávit comercial -que el gobierno ha celebrado en estos días- se ha logrado a costa del derrumbe de las importaciones de insumos, como consecuencia de la feroz recesión. El Presupuesto aprobado contribuirá a agravar ese derrumbe industrial y el de la obra pública. En otro orden, la agenda antiobrera de ese mismo Presupuesto reforzará la deliberación y tensión al interior de los sindicatos, a pesar de los esfuerzos de contención de la burocracia y sus padrinos clericales. En oposición a ellos, luchamos para que los trabajadores intervengan en la crisis con una política de lucha. A eso apunta nuestro planteo en favor de un Congreso de bases de todas las centrales y sindicatos, para resolver un inmediato paro activo, un plan de lucha y la preparación de la huelga general contra el “presupuesto de guerra” y todo el régimen ajustador.
Finalmente, la aprobación del Presupuesto es un episodio mayor de la crisis de régimen y de su fragmentación política. Al consagrar la “escribanía del FMI” -así llaman algunos al Congreso argentino-, los partidos del régimen, que invocan la representación popular, han quedado reducidos a mandaderos del capital internacional. El kirchnerismo y sus socios, que seguirán asociados al FMI si les toca gobernar, no escapan a esa condición.
Mientras se agravan los antagonismos sociales, todos los bloques políticos velan sus armas para intervenir en la crisis política. El Frente de Izquierda tiene la responsabilidad de levantar un planteo de poder y acompañarlo con una enérgica campaña y un acto público de masas, por el Congreso de bases, para que se vayan Macri y el régimen corrupto y fondomonetarista, y se convoque a una Constituyente libre y soberana que adopte las medidas urgentes para que el derrumbe de la gestión macrista lo paguen sus inspiradores -los capitalistas.

Marcelo Ramal

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