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lunes, febrero 04, 2019
Las presiones imperialistas y la catástrofe económica elevan la incertidumbre en Venezuela
La crisis en Venezuela sigue escalando en el marco de la abierta injerencia imperialista norteamericana y el envalentonamiento de la oposición de derecha. Este jueves se sumó la decisión del parlamento europeo de reconocer como presidente a Juan Guaidó, alguien que no pasa de un títere que intenta imponer EE.UU. Mientras tanto, el gobierno de Maduro sigue tomando medidas que descargan la crisis sobre los trabajadores profundizando la legítima bronca popular.
Bajo el falso estandarte de la “lucha por la democracia”, el arco de la cruzada golpista se extiende desde EE.UU. a Europa, sumando a los países de la derecha continental. Todos tienen en común una enorme hipocresía.
Emmanuel Macron, que busca dar órdenes a Maduro para que no reprima, es responsable de 3.300 detenciones, 2.000 heridos y 8 muertos, vinculados a la represión contra los chalecos amarillos. Pedro Sánchez, que habla de “legitimidad”, está al frente del poder en el Estado español gracias a una moción de censura y los pactos en el Parlamento, no por el voto popular.
No hablemos de Bolsonaro que, para llegar al gobierno, contó con la ayuda del régimen golpista, que sacó a Lula arbitrariamente de la carrera electoral, encarcelándolo y hasta negándole el derecho a expresarse. Por su parte, Macri es parte del empresariado que en Argentina se enriqueció gracias a los golpes y dictaduras militares. Por su parte, Iván Duque es heredero de uno de los presidentes más asesinos de la historia colombiana, cabeza de un régimen permeado por los vínculos con los paramilitares asesinos de dirigentes populares y obreros. Todos actúan bajo la tutela de Donald Trump, que no puede mostrar nada parecido a un compromiso con los derechos humanos.
Para avanzar en el intento golpista, el gobierno de EE.UU. busca ahorcar económicamente al régimen de Maduro. Por eso, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, “aconseja” a banqueros, corredores e intermediarios “no comerciar con oro, petróleo u otros productos venezolanos…”. Todo esto después del decreto de sanciones contra PDVSA que constituye de hecho un embargo petrolero contra un país soberano, tomando en cuenta que Venezuela exporta poco más del 40 % de su producción petrolera a Estados Unidos.
Con estos “consejos” el Secretario de Seguridad Nacional de los EE.UU., John Bolton, busca ir todavía más allá de los alcances que tiene la medida, sumando a la Unión Europea a la cruzada golpista. Este jueves directamente tuiteó fotos de una reunión con ejecutivos de la empresa petrolera Citgo (subsidiaria de PDVSA en EE.UU.), que ahora controla el gobierno norteamericano. Todo bajo el discurso de que “EE.UU continúa trabajando para asegurar que Maduro y sus amigos no aprovechen los beneficios económicos de los recursos de Venezuela”.
La caradurez del “presidente encargado” Guaidó llegó a límites extremos este jueves, defendiendo las sanciones de EE.UU. y afirmando que “no hay un bloqueo”. El legislador de Voluntad Popular quiere convencer de que esa fue una decisión “soberana” pedida por la Asamblea Nacional, cuando en realidad se trata del control de los activos extraterritoriales venezolanos por parte de una potencia imperialista extranjera.
Con las sanciones, Venezuela puede perder una de sus fuentes de ingresos más importantes y el ingreso de la moneda extranjera que más necesita. El propio Bolton calculó en cerca de U$S 11 mil millones las pérdidas en ingresos por exportaciones a lo largo de un año. Eso implica que al gobierno le resultará más difícil comprar alimentos e importar, lo que intensificará una grave recesión que impacta severamente a la población.
Es más que claro que esta avanzada imperialista está facilitada por el propio gobierno de Maduro, con su régimen bonapartista reaccionario, represivo, que ahoga libertades democráticas e impone medidas severas contra el pueblo, que aumentan aún más las penurias.
Una crisis en la que no todos pierden
Sin embargo, en medio de toda esta crisis hay lugar para que las patronales se beneficien. Por ejemplo, el gobierno otorga luz verde a empresas e industrias para acceder a las divisas sin pasar por los sistemas oficiales, una medida acompañada de híperdevaluaciones que llevan la paridad oficial (vía la subasta del Dicom) a un tipo de cambio por encima del precio del dólar en el mercado paralelo. Eso facilita a las empresas fijar precios en base a estas tasas, acelerando aún más la hiperinflación incontrolable. Mientras tanto, el salario de los trabajadores está a la baja, cerca de los 6 dólares mensuales.
Además, de manera sorpresiva, el Banco Central de Venezuela (BCV) autorizó una nueva plataforma de intermediación cambiaria para empresas privadas y otros operadores autorizados por el ente. Allí las divisas se fijarán de manera abierta y sin intervención.
Con esta nueva plataforma, denominada Interbanex y que empezó sus operaciones este lunes 28 de enero, el BCV autoriza la apertura hacia un mercado paralelo legal. Dicha plataforma comenzó operando a 3.200 bolívares soberanos por dólar cuando el dólar paralelo (“dólar criminal” como lo llamaba el gobierno) está por debajo de esta paridad, algo inexplicable pero que genera descontrol financiero.
En medio del descalabro económico Maduro toma estas medidas que terminarán haciendo estragos en la población y beneficiando a sectores empresariales incluidas las transnacionales. El gobierno, en medio de una gran debilidad, da manotazos de ahogado, con medidas que aumentan más la catástrofe social y económica, pero exonerando de ella a los grandes capitalistas y permitiéndoles hacer grandes negocios.
Negociación y amenazas militares
Maduro había rechazado las negociaciones, pero ahora declara que está abierto a las conversaciones con la oposición criolla, afirmando que otros países podrían mediar y menciona a México, Uruguay, Bolivia, el Vaticano y Rusia como posibles candidatos.
El gobierno venezolano venía insistentemente pidiendo negociar con los Estados Unidos. Hasta no hace poco, Maduro evitaba usar la palabra “negociar” para hablar de “diálogo”, pero en medio de la gran presión y la injerencia imperialista comenzó a dar un giro en su lenguaje. Ahora, en la nueva situación, es la oposición de derecha la que avanza en su escalda golpista de la mano del imperialismo y se niega a entablar negociaciones sin una previa rendición del gobierno de Maduro.
En ese marco entran las amenazas de intervención militar. En un deliberado acto de prepotencia imperial, hace pocos días Bolton dejó ver a la prensa una anotación en su libreta con la leyenda “5.000 tropas a Colombia”. Al mismo tiempo, sigue insistiendo en el llamado a las FANB a “aceptar la transición de poder pacífica, democrática y constitucional".
La bravuconada imperialista, actuando cual cuatrero a plena luz del día, es bien de la época del big stick, presionando fuertemente y haciendo alusión a un eventual desplazamiento de tropas militares en la región. Hasta dónde llegará EE.UU. con estas amenazas es algo que aún no se sabe. Por el momento una intervención militar no resulta la opción más probable toda vez que conlleva grandes riesgos no solo en Venezuela sino en toda la región.
Por eso la presión se ejerce con el discurso de la “ayuda humanitaria”, que entraría por las fronteras de Colombia y Brasil, a sabiendas que sería resistida por el gobierno. Se trata de una clara provocación, ya que la misma podría implicar incitaciones bélicas que apuren algún tipo de intervención más directa, al tiempo que tensiones con las mismas fuerzas militares. Demás está decir que la “ayuda” anunciada (unos 20 millones de dólares) representa casi una burla para las necesidades del pueblo venezolano. Esto no es más que otro argumento en la escalada golpista.
Para este sábado una vez más la oposición llama a nuevas movilizaciones en todo el país. A modo de contramarcha, el gobierno también convoca. Todavía está por verse si la derecha que intenta imponer el cambio de gobierno logrará alcanzar la masividad del pasado 23 de enero, cuando el chavismo quedó opacado. Las movilizaciones de la derecha del miércoles 30, fueron significativamente menores.
En medio de esta crisis exasperante, los trabajadores y el pueblo pobre -hartos de la situación- son los que pueden y tienen el derecho de echar a Maduro y no el imperialismo y sus títeres con sus planes golpistas, levantando un programa propio que dé una salida progresiva en función de sus intereses fundamentales. Un programa que contemple medidas de emergencia para dar solución ya a los problemas que sufren millones. Medidas tales como la nacionalización, bajo control de los trabajadores y técnicos, de toda la producción petrolera; el no pago de la deuda externa; la repatriación obligada de capitales y la confiscación de los bienes de todos los que saquearon al país; garantizar la vigencia de los contratos colectivos de trabajo y establecer un salario igual a la canasta básica, indexándolo por inflación; un control real de los precios, algo que solo podrá ser garantizado por los propios trabajadores y por comités de consumidores.
No será de la mano del imperialismo, ni de su títere Juan Guaidó, que vendrá algo a favor del pueblo trabajador, todo lo contrario, implicará más ahogo en sus condiciones de vida y llevará a Venezuela un gobierno afín a los EE.UU. Baste con saber que en el "Plan País" presentado hoy por Guaidó se contemplan despidos masivos en el sector público (bajo el eufemismo "reducción del tamaño del Estado"), liberación total de precios, privatización de empresas y servicios públicos, mayor endeudamiento externo, entrega acelerada de la industria petrolera al capital transnacional.
Como plantean los compañeros de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), acompañado de un programa obrero y popular de emergencia y demandas democráticas, es fundamental en la actual situación imperante "alentar el surgimiento y desarrollo de formas superiores de frente único de los trabajadores y los sectores populares, en el camino de constituir consejos obreros y populares, y acercar a las masas a la convicción de que es preciso, urgente e impostergable la toma del poder político en sus propias manos para instaurar un Gobierno obrero y popular, basado en los organismos de lucha que las propias masas se den".
Milton D'León
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