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lunes, febrero 18, 2019
Christophe Dettinger, el boxeador de los chalecos amarillos, encarcelado en “semilibertad” un año
El ex-campeón de boxeo de Francia, Christophe Dettinger se volvió un símbolo durante el acto 8 de los chalecos amarillos, cuando se enfrentó a un gendarme sobre un puente en el Sena durante la represión. Con más de 8.400 personas detenidas desde el principio del movimiento, el juicio que pretende ser “un castigo ejemplar” por parte del gobierno, se enfrentó a la gran solidaridad que se expresó hacía el boxeador desde el 5 de enero.
Desde el 17 de noviembre, 8.400 personas identificadas con los chalecos amarillos fueron detenidas, 1.800 fueron condenadas, con más de 316 juicios que terminaron con pena de prisión.
Antes del acto XIII, más de 410 personas fueron heridas de gravedad por la policía: 183 personas en la cabeza, 19 personas perdieron un ojo, 5 perdieron su mano. Una mujer de 80 años murió al recibir gas lacrimógeno en su casa, cerca de la manifestación.
Esto sin contar los abusos de poder que aún no reportó la Inspección General de la Policía Nacional (IGPN, control de las policías). Unas cifras que muestran claramente que el gobierno pasó a un nivel de represión mayor frente a su debilidad social para enfrentarse al movimiento de los chalecos amarillos. El juicio de Dettinger evidentemente fue atravesado por un problema político importante para el presidente Macron y su ministro de seguridad Castaner.
Un símbolo para los chalecos amarillos
Luego de que la policía anunciara que había identificado a Christophe Dettinger, el mismo publicó un video, por recomendación de su abogado, previendo que su caso se volvería una referencia a nivel nacional. En ese momento, explicaba que siendo padre de familia, viendo la miseria existente en el país y que una gran parte de la población se estaba organizando y manifestando, se decidió a marchar en solidaridad con el movimiento de los chalecos amarillos.
Frente a la violencia organizada por la policía para impedir que los manifestantes crucen el puente hacia el centro de París, Christophe Dettinger actuó contra un gendarme que estaba reprimiendo a una mujer, según contó él y que fue confirmado por el testimonio de Gwenaelle Antinori Le Joncour, otra manifestante el 5 de enero.
El juicio tomó una proporción política importante frente al apoyo recibido por Dettinger a través de toda Francia. Con consignas en las marchas, pancartas, una cuenta de apoyo en internet que reunió más de 114.000 euros a horas de su arresto por la policía, y el apoyo general de todo el movimiento y de sus figuras públicas, el boxeador se volvió un símbolo de la fuerza, de la bronca, de la determinación y de la resistencia de los chalecos amarillos. Pero también fue un ejemplo de la diferencia real el tratamiento de su caso en comparación a los casos probados de policías denunciados por violencia grave.
Se ha comparado el caso de Dettinger, un simple trabajador francés, con el del comandante de gendarmería Andrieu, en Montpellier, captado en varios vídeos cuando “boxeaba” a un estudiante secundario sin ninguna defensa en medio de una marcha, o atacaba a gritos a periodistas en plena marcha pacífica, y que sigue estando en libertad. También se lo comparó con el caso Benalla, el consejero de seguridad personal de Macron, que fue encontrado durante una represión un 1ro de Mayo vestido de policía sin ninguna autorización oficial y golpeando a manifestantes en la Contrescarpe en París.
La “sanción ejemplar” pedida por el Gobierno fue derrotada
Después de varias semanas de detención arbitraria, el procurador, que pedía 2 años de encarcelamiento firme para Dettinger con un año de puesta a prueba por "perturbar el orden público", afirmó “no estamos hablando de simple violencia, sino de barbarie […] estamos hablando de un saqueador […] es virulente, inefectivo, peligroso”. El juicio comenzó con la presencia de cientos de chalecos amarillos, entre ellos Jerome Rodrigues una de sus figuras públicas que perdió su ojo por un tiro de LGB40 por parte de la policía. La sanción pedida por el gobierno pretendía dar un ejemplo para cerrar la página de los chalecos amarillos.
El abogado del boxeador, recordó la masacre de Charonne en 1961 (masacre organizada por la policía a entre 100 y 300 Argelinos que se manifestaban en París contra la guerra imperialista de Argelia) o la misma libertad plena dada al comandante Andrieu.
El tribunal finalmente decidió una pena de 1 año de cárcel con salidas transitorias (permitiendo a Dettinger estar libre de día aunque tenga que volver cada noche a la cárcel), así como la prohibición de vivir en París durante 6 meses, más una indemnización a los gendarmes “víctimas”, de cerca de 2000 euros a cada uno. Una pena indigna pero menor frente a la demanda del procurador y que muestra la voluntad de parte de un sector del poder judicial de no alentar el fuego, aunque cientos de otros chalecos amarillos fueron juzgados con una mano mucho más dura.
Entre los chalecos amarillos presentes, Jerome Rodrigues afirmó su indignación, pero también su liucha, viendo a Dettinger en la silla de los acusados cuando Benalla está en plena libertad a pesar de las últimas revelaciones de Mediapart. Y afirmó: “Ninguno de los que nos dirigen estará condenado.”
Más de 1300 chalecos amarillos siguen esperando su juicio hoy en día, y los últimos pasos reaccionarios que llevó a cabo Macron con su criminalización de la protesta demuestra el camino que tomarán esos procesos. La ley “anti-casseurs” votada por la mayoría del gobierno afirma la posibilidad de parte de los prefectos de prohibir marchas y manifestaciones en contra del gobierno.
Julien Anchaing
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