miércoles, septiembre 28, 2022

La campaña represiva y antieducativa de Soledad Acuña contra les secundaries


María Soledad Acuña, la ministra de Educación del gobierno de Larreta, redobló su ataque contra los estudiantes que se encuentran tomando, en estos momentos, varias escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires. El movimiento de lucha rechaza la pretensión gubernamental de enviar a los estudiantes a trabajar gratuitamente a las empresas, y reclama viandas y un aumento del presupuesto educativo. 
 A las denuncias penales contra madres y padres que están apoyando la pelea de sus hijos por tener una educación mejor se ha sumado el envío de efectivos policiales a hostigar y amedrentar a los protagonistas de la lucha educativa. La policía porteña merodea por los institutos y a menudo pide información y DNI de docentes, o números de teléfono de los directivos. Incluso sus tropas han llegado a presentarse en la casa de las familias de los estudiantes para notificarles que están “violando” un artículo del represivo Código Contravencional. 
 Acuña refuerza esta campaña antieducativa con argumentos capciosos (y mentiras) que se han repetido hasta el hartazgo por todos los políticos capitalistas que han atacado al sistema educativo. Acusa a los estudiantes de tener “intereses partidarios” (?), cataloga las tomas como “medidas violentas” (sic), y dice que “no hubo reclamos que se hayan discutido antes” (sic). La ministra señaló absurdamente que “no sabe en particular a qué se refieren (los estudiantes) con los problemas edilicios”. A su vez, llamó a las familias a ejercer su “responsabilidad como adultos sobre sus hijos”, o sea, a que cumplan un rol regimentador y represivo. 
 Todo lo que dice Acuña es una manifestación de su desprecio por la educación pública, del carácter ajustador de su orientación política, y de que ignora los reclamos de los trabajadores y jóvenes de CABA. Los estudiantes han realizado semaforazos, sentadas, movilizaciones y han abierto debates de todo tipo para visibilizar sus problemas y pelear por sus reivindicaciones. Se ha divulgado una vasta cantidad de fotos que prueban el estado calamitoso en el que se hallan algunos establecimientos educativos, los cuales incluso fueron hace poco invadidos por roedores. No hay nada más violento que condenar a los estudiantes a una realidad de este tipo. El gobierno porteño es, asimismo, el responsable de la muerte de una niña de 11 años por desnutrición, lo que fue una expresión de la violencia más extrema.
 En este marco, los estudiantes sostienen la toma de colegios, en algunos casos, en condiciones adversas. Un artículo de Página 12 (27/9) relata cómo las familias y los estudiantes han vivido un “viernes de terror” en medio de una toma, con la luz y el agua cortadas. Las autoridades del colegio Mariano Acosta denunciaron que un empleado de la empresa de mantenimiento Mig S.A entró a cortar intencionalmente la luz, y que a directivos del instituto y a familias, ciertos elementos les han dejado amenazas escritas en el parabrisas de sus autos. 
 Estamos ante un gran operativo de persecución política y de represión contra un movimiento de lucha cuyos reclamos son progresivos. Larreta y Acuña han orquestado esta ofensiva porque necesitan aplicar el ajuste fondomonetarista contra la educación pública. La avanzada del gobierno cambiemita tuvo también una expresión en el terreno de la docencia, se aplicó una reforma flexibilizadora del Estatuto Docente y los salarios de los educadores porteños se encuentran por debajo de la línea de pobreza.
 Los estudiantes reclaman principalmente contra las “prácticas profesionalizantes”, las cuales no son más que trabajo precario gratuito para empresas (callcenters, fastfood, cines, etcétera). Con la aplicación de la denominada “Secundaria del Futuro”, el gobierno porteño barre con una parte de los conocimientos científicos que se dictan y la reemplaza por un ciclo de pasantías descalificadas, así como por la enseñanza de los famosos “saberes blandos” (saberes prácticos para ejercer una tarea en el mundo del trabajo), que de por sí son efímeros toda vez que dependen del desarrollo tecnológico y de las distintas modalidades de trabajo que se vayan adoptando.
 La implementación de esta política implica, a su vez, otorgar un enorme subsidio a las empresas, puesto que el Estado asume los costos de la capacitación y el precio de la fuerza de trabajo. Larreta y Acuña buscan adaptar la educación a los lineamientos de una reforma laboral flexibilizadora. En tanto la educación forma parte del metabolismo de la producción capitalista, una desvalorización de la educación como la que está en desarrollo tendrá su traducción ulteriormente en una mano de obra menos calificada y por lo tanto más barata. Es, en definitiva, una política al servicio del capital, que el gobierno porteño quiere aplicar con los métodos de la represión y del espionaje. 
 Todo nuestro apoyo a la comunidad educativa porteña que defiende la educación pública. Abajo la represión y el ajuste de Acuña y Larreta. 

 Nazareno Kotzev

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