jueves, septiembre 29, 2022

La guerra escala con el comienzo del invierno


La guerra en Ucrania se encuentra determinada militarmente por dos factores. Por un lado, la continuidad del contraataque general ucraniano y, por el otro, la respuesta rusa. Desde agosto, con el apuro por la proximidad del invierno y el empeoramiento de las condiciones del terreno, Ucrania ha pasado a contraofensivas en todos los frentes excepto en el Donbass, donde los rusos continúan al ataque. El primer contraataque en Jersón, al sur, ya puede calificarse como un fracaso. Los avances ucranianos desde tres ejes (desde el norte desde Krivoy Rog, el centro desde Bereznehuvate y sur desde la ciudad de Mykolaiv) cayeron en los que los rusos llaman “bolsones de fuego”, porque dejan pasar a la columna ucraniana por un punto preseleccionado de la línea, esperan que ese “avance” empiece a atraer a más unidades y luego detienen su avance en todas las direcciones para terminar castigando a todas las unidades atrapadas por medio de artillería. Las excesivas pérdidas ucranianas allí han llevado al alto mando ucraniano a suspender en gran medida las operaciones ofensivas y redireccionar recursos y hombres a otros frentes. Esto no impide que en el futuro los ucranianos decidan renovar esta ofensiva.
 En Járkov los ucranianos encontraron un éxito inesperado y actualmente están desarrollando ese mismo eje de ataque a través del río Siversky Donetsk hacia el norte buscando envolver la ciudad de Lyman y también han pasado el Oskil en al menos dos puntos, buscando repetir el escenario de Izyum. Toda aquella región, que constituye una triple frontera entre Járkov, Lugansk y Donetsk, podría volver bajo control de los ucranianos en los próximos días, si ya no lo ha hecho al momento de ser publicada esta nota. Si los ucranianos tienen éxito en esta región pueden dificultar mucho más el avance ruso más en el sur, en el Donbass. No obstante, el objetivo estratégico de esta ofensiva es lograr que los rusos muevan a esta región fuerzas y recursos en reserva para defender otras regiones de más importancia, como Jersón o Zaporizyia. Por el momento, los rusos están defendiendo esta zona comprendida entre el norte del Seversky Donetsk y el este del Oskil exclusivamente con las unidades que ya tienen desplegadas allí. Desde el punto de vista ruso, poder evitar un colapso en el frente que redunde en bajas excesivas, puede retrasar el avance ucraniano en la región (no evitarlo) pero consiguiendo atraer crecientes números de unidades ucranianas y desgastarlas, evitando que vayan a reforzar los ataques en otras regiones. 
 Por último, los ucranianos no han logrado comenzar la ofensiva en Zaporiyia. Como ya habíamos señalado previamente, un potencial éxito ucraniano aquí es el escenario más peligroso para los rusos, ya que por un lado dejaría a Crimea y Jersón aislados territorialmente desde Rusia y limitar su suministro al que se pueda hacer a través del puente sobre el Estrecho de Kerch, que bien puede ser inutilizado con ataques ucranianos desde las costas del Mar de Azov, si logran llegar hasta ahí. Por otro lado, también les daría a los ucranianos una vía terrestre para ingresar en Crimea. No obstante, a pesar de haber concentrado una enorme cantidad de unidades en posiciones de ataque y haber realizado algunas incursiones de reconocimiento (en general destruidas por los rusos), el esquema defensivo ruso por el momento ha disuadido a los ucranianos de intentar la ofensiva propiamente dicha.
 Con todo lo dicho, queda claro que los rusos son incapaces de derrotar a los ucranianos con los equilibrios de fuerza actuales. De continuar esta situación, eventualmente los ucranianos terminarán abrumando a los rusos a fuerza de un desbalance en cantidades de tropas cada vez mayor. Dicho en otras palabras, todo el esquema estratégico pergeñado por Putin para abordar la cuestión ucraniana por medios militares “limitados” se ha revelado absolutamente insuficiente y está agotado. Frente a esto, para Putin el dilema era entre comenzar las negociaciones para una rendición condicionada con la OTAN (que potencialmente se llevarán puesta la existencia misma del estado ruso tal cual lo conocemos) o redoblar la apuesta con otra escalada en la guerra. Putin ha elegido esta segunda opción. 
 La nueva escalada rusa tiene dos ejes. Por un lado han adelantado los referéndums en Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk que legitimarán su anexión a Rusia y por el otro, han comenzado una movilización “parcial” de reservistas en Rusia. Al momento de escribir estas líneas, los rusos ya están contando los votos y previsiblemente están declarando una participación del electorado superior al 70 porciento en todas las regiones (en Donetsk y Lugansk declaran cerca de un 90 por ciento) y asimismo un voto a favor del ingreso a Rusia por más de un 90 por ciento. En realidad, la anexión y la movilización son dos caras de la misma moneda incluso en términos puramente militares. Sucede que formalmente Rusia no está en guerra, sino ejecutando una “operación militar especial”, lo cual establece fuertes limitaciones legales sobre la cantidad de tropas que los rusos pueden enviar al combate y el tipo de armamento que pueden utilizar. 
 Los rusos están en guerra con un ejército y disposiciones de tiempos de paz. Esto quiere decir que solamente pueden enviar al combate a sus soldados profesionales, quienes bien pueden romper sus contratos o no renovarlos al vencer y marcharse sin mayores inconvenientes, redundando en enormes problemas para los rusos a la hora de retener fuerzas. La mayoría de los soldados rusos siguen siendo conscriptos, quienes no pueden entrar en combate ni salir de territorio ruso a menos que se declare la guerra formalmente. Para compensar esta situación, los rusos estuvieron dependiendo en gran parte de las fuerzas movilizadas por las ´repúblicas´ de Donetsk y Lugansk y de mercenarios. En los últimos días se hizo viral un discurso que dio Prigozhin, el CEO de la infame Wagner, frente a una multitud de presos en una colonia penal; a cambio de un contrato por 6 meses como tropas de choque, los condenados (por cualquier tipo de crimen) reciben una amnistía completa de sus penas y en caso de morir en combate, reciben el privilegio de ser enterrados en las partes de los cementerios reservadas para los héroes de la 2da Guerra Mundial. Obviamente, las autoridades rusas ni siquiera reportan las bajas de estos mercenarios, pero esta empresa se ha ganado una reputación de gran capacidad de combate y buena parte de los avances en Donbass se deben a ella. No obstante, ni con todos estos recursos los rusos sólo logran compensar el problema de la falta de número en su bando. Ahora los rusos esperan solucionar este problema movilizando a sus propios reservistas. Se trata de una cantidad enorme pero pequeña en comparación al total disponible. Todavía resta por ver en qué medida pueden transformar esos números en fuerza militar efectiva. Pasarán al menos 2 meses hasta que puedan formar nuevas unidades con reservistas. Estos últimos están siendo movilizados en calidad de soldados profesionales, no conscriptos.
 La formalización de la anexión de los nuevos territorios será convertida en ley por el parlamento ruso a más tardar en su próxima sesión del 4 de octubre. Esto quiere decir que desde el punto de vista formal, una parte de estos territorios rusos quedará ocupados de facto por Ucrania (ya que lo ucranianos mantienen posiciones en las cuatro regiones), lo cual pone automática y formalmente a Rusia en estado de guerra, y posibilita el uso tanto a los conscriptos como de reservistas y usar todo tipo de armamento, incluyendo el nuclear.
 Si los rusos logran neutralizar los ataques ucranianos y estabilizar todos los frentes, como mínimo podrán utilizar el invierno para acumular nuevas fuerzas y volver a la ofensiva cuando las condiciones del suelo lo vuelvan a permitir. Caso contrario, si los ucranianos logran quebrar las líneas rusas de una manera más significativa, se puede precipitar un escenario cataclísmico. 

 Leib Erlej 
 29/09/2022

No hay comentarios.: