sábado, febrero 25, 2023

Los Fernández votan por la continuidad de la guerra en Ucrania


En la sesión de la asamblea general de la ONU, ayer, jueves, una mayoría de 141 estados votó por “una paz justa y duradera”; otros 32 estados no lo entendieron de esa manera y se abstuvieron, en tanto que siete votaron en contra. El texto de la resolución precisa que esa “paz duradera” consistiría en que Rusia “retire sus tropas del territorio ucraniano en la forma completa, inmediata e incondicional”. Bien leído, se trata de un apoyo a la guerra lanzada por la Otan para alcanzar, precisamente, ese propósito. De un plumazo, se vuelven a descartar las propuestas para poner fin a la guerra por medio de una negociación. En la práctica, Ucrania es un territorio de la Otan y su ejército es lo mismo – entrenado, armado y centralizado por la Otan. Lo dijo el ministro de exteriores de Ucrania, Dmitró Kuleba: “Ucrania está integrada ‘de facto’ en la Otan”. Si fuera admisible y realizable un retiro “incondicional” de estados extranjeros en Ucrania, debería ser ejecutado por Estados Unidos y la Unión Europea, no solamente por Rusia.
 Es cierto que la Otan alega que su intervención política y militar en Ucrania no es más que una respuesta a la invasión de Rusia. Pero esto no corresponde a la realidad. La ex primera ministra de Alemania, Ángela Merkel, admitió, recientemente, que su país y la Otan sabotearon a conciencia los llamados acuerdos de Minsk, que convertían a Ucrania en un país independiente y federal, para contemplar las aspiraciones e intereses de las regiones ‘pro-rusas’ de Ucrania. El propósito de ese sabotaje a un acuerdo que pretendía poner fin a una guerra en Ucrania ha sido, según la misma Merkel, ganar tiempo para completar el rearme del ejército ucraniano por parte de la Otan. Ucrania ha sufrido una doble violación, una violación en manada: de parte de los treinta estados de la Otan, de un lado, y de Rusia, del otro. La resolución también “enfatiza la necesidad de asegurar la rendición de cuentas por los crímenes internacionales cometidos en el territorio de Ucrania”, pero lleva la firma de los estados que están a la cabeza de esos crímenes – en Ucrania y en todo el mundo, incluido el bombardeo atómico de Estados Unidos contra Japón o, en nuestro plano doméstico, los “genocidios” cometidos por las dictaduras de Argentina y por Pinochet. La sala de sesiones de la ONU es testigo de las mayores hipocresías que se conozcan – no refinadas sino groseras.
 La votación en la ONU tiene lugar cuando China anuncia la inminencia de una propuesta de “plan de paz”. Se suma a otras numerosos planteos con el mismo objetivo. Un notorio criminal de guerra, premiado con el Nobel de la Paz, ex secretario de Estado del presidente Nixon, ha presentado el suyo. El hombre que impulsó el bombardeo de Vietnam con napalm y gas naranja, advierte que el propósito de la Otan de destruir a Rusia llevaría a una ruptura de todo el sistema internacional. La resolución de la ONU, más allá de su lenguaje ‘pacifista’, es un rechazo adelantado a cualquier negociación internacional para el cese de la guerra. Es cierto, sin embargo, que la más exitosa de las negociaciones de ‘paz’ en Ucrania, no detendrá la tendencia a una guerra mundial que está en la esencia del imperialismo – como lo prueba la historia de los últimos 150 años. Pero en cuanto a la resolución -“no vinculante”- de la ONU, es hostil a cualquier tentativa de parar esta guerra. Los Fernández ordenaron votar a favor de esta resolución, que significa apoyar la continuidad de la guerra. Lo mismo han hecho el mexicano López Obrador y el brasileño Lula. El caso de Lula es singular, porque acaba de rechazar el pedido de Biden de que Brasil apoye a la Otan. Lula opuso a ese reclamo la decisión de su gobierno de impulsar un acuerdo de paz. La intención está reñida con la exigencia de la resolución de que Rusia declare su rendición “incondicional”. Bajo el fascista Bolsonaro, Brasil se sumó al grupo de los abstencionistas. En el caso de Argentina, el embajador norteamericano, Mark Stanley, no demoró en saludar la posición del gobierno ‘nacional y popular’ (como lo publica La Nación). El peligro de que la guerra en curso derive en una confrontación nuclear, aunque sea limitada a las bombas “tácticas”, no amilanó a los estadistas criollos ‘que supimos conseguir’. Esa posibilidad siniestra es mencionada con reiteración por los corresponsales de todos los diarios. 
 Los Fernández han abandonado “la tercera posición”, con el aplauso de todo el peronismo. No hay que olvidar tampoco al radicalismo, cuyo Conductor histórico, Hipólito Yrigoyen, mantuvo neutral a Argentina en la primera guerra mundial. Otro globo ‘nacional y popular’ se ha convertido en piñata. Es fundamental el repudio a la posición de Argentina en la movilización del 24 de Marzo próximo. El trío ‘progre’ de AMLO, Lula y los K ha votado, en forma por cierto concertada, la continuidad de la guerra. Esto no impedirá a Alberto Fernández, su asesor del agronegocio, Antonio Aracre, y a la misma CFK, adjudicar las atribulaciones de la economía argentina a “la guerra”. El voto con la Otan pone de manifiesto el carácter semicolonial de estos gobiernos, o sea su dependencia del Tesoro norteamericano y del FMI. Ahora debería salir el esperado editorial de La Nación haciendo el elogio del ‘populismo’.

 Jorge Altamira 
 24/02/2023

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