jueves, abril 23, 2009

Laertes publica la biografía de Andreu Nin…


Este libro fue originariamente la Tesis de licenciatura (especialidad de Historia General) en la Facultad de Filosófica y Letras de la universidad de Barcelona para la convocatoria de septiembre de 1972. Su autor, con veintitrés años entonces, mereció la calificación de sobresaliente por unanimidad. Tres años más tarde, la tesis debidamente reelaborada era editada por ZERO en su colección “Biblioteca Promoción del Pueblo” con el título Andreu Nin: su evolución política (1911-1937), y desde entonces ha figurado como la biografía más exhaustiva y ponderada sobre Andreu Nin, de un cariz diferente a las que se habían publicado con anterioridad desde una perspectiva más militantes…Tres décadas largas más tarde, la tesis ha vuelto a ser reelaborada con too lo que se ha sabido ulteriormente sobre Nin (que no ha sido precisamente poco), una actualización en la que Pelai ha hecho sus propias aportaciones y ha recogido otras. Para quien no lo sepa, Pelai es uno de los historiadores actuales más ligado a la historia del movimiento obrero, baste anotar su papel en el Diccionari del moviment obrer als Països Catalans, con toda seguridad el trabajo biográfico más completo que se haya hecho en el Estado Español sobre la cuestión, el único que ha seguido la estela abierta en Francia por Jean Maitr
No es necesario que esta edición está pensada muy especialmente para las nuevas generaciones que se acercan a la tradición marxista revolucionaria, de la cual Andreu Nin sería junto con Joaquín Maurín, el principal exponente. Especialmente en el tiempo que va desde 1917 (Nin se reincorporó a la actividad militante durante la huelga general de agosto de 1917, y fue uno de los partidarios más firmes de la revolución rusa, de ahí que hiciera su viaje a la URSS al frente de una delegación de la CNT, y que permaneciera allí durante casi una década como un “profesional” que trabajó para la Internacional comunista, para la Internacional Sindical Roja como adjunto de Lozovsky, y también en el PCUS…Cuando optó por dar su apoyo a la Oposición de Izquierda, ésta tuvo en Nin uno de sus puntales, sobre todo de cara a España y a América Latina. En ese tiempo, su formación teórica fue creciendo hasta convertirse en un intelectual marxista de primera, destacando tanto como traductor como en obras tan importantes como Las dictaduras de nuestro tiempo y Los movimientos de emancipación nacional, cuya versión catalana está a punto de aparecer en editorial Base
Como es sabido, la principal característica del movimiento obrero español clásico radicaba en el hecho de que mientras por abajo agrupaba un potencial militante de primera magnitud, por arriba careció de pensamiento, y bajo diferentes variantes dicha característica sería fundamental tanto en la tradición socialista-marxista como en la anarcosindicalista, y no digamos ya en el movimiento comunista en España. Eso explica que la historia del PCE careciera de una tradición político-cultural, y lo que fue más grave, el estalinismo llegaría antes de que comenzara a tenerla, lo que también explica que los líderes más formados acabaran -casi sin excepción- en el BOC y la ICE, y después de la experiencia de frente único de la alianza Obrera, en el POUM
Así pues, hasta poco antes de la guerra, ningún colectivo comunista tenía lo que merece denominarse una formación política con todo lo que significa un programa de acción deducido del análisis de la realidad y destinado a actuar sobre ella, sino que vivían en un mundo de voluntarismo, equipados con un recetario de fórmulas extraídas de la historia de la revolución soviética. En general, la formación ideológica de cuadros y militantes era muy baja, y a menudo considerablemente confusa, aunque también es cierto que la labor de difusión llevada a cabo por editoriales como Cenit, era muy importante. Dentro del "páramo" teórico del marxismo español, la obra de Andreu Nin, junto a la de Joaquín Maurín, destacan como las únicas aportaciones del pensamiento político español al marxismo hasta el auge de lo que se llamaría la "nueva izquierda", a mediados de la década de los sesenta con la aparición del FLP, cuya labor divulgativa merecería ser estudiada.
Si el pensamiento político de Maurín destaca sobre todo por su capacidad organizativa y unificadora (no olvidemos que el BOC asimiló tanto a los de la Agrupación Comunista madrileña con Portela y Gorkin, así como a los nacionalistas catalanes que como Jordi Arquer y Joan Rovira, evolucionaron hacia el comunismo), así como por su capacidad de analizar el cambio histórico que significó en 1933 el ascenso del nazismo como la crisis de la coalición republicano-socialista en España. En cambio, aunque Nin despliega una labor didáctica impresionante, ante las tareas organizativas y los cambios históricos, muestra una mayor rigidez doctrinaria derivada de su total asimilación de los esquemas leninistas…De ahí las críticas “teóricas” que aplica al “maurinismo”, tan abstractas como las que realizó Trotsky desde otra parte del mundo.
No obstante, gracias a dicha formación, Nin y sus camaradas apuestan incondicionalmente por el trabajo con la izquierda socialista, y por la Alianza Obrera, experiencia en la que en realidad bloquistas y trotskistas ya actuaron como si formaran parte del mismo partido. Esto significará igualmente una nueva convergencia en lo personal entre Nin y Maurín aunque cada uno partía de una experiencia diferente, ambos tenían en común la inclinación de un marcado carácter heterodoxo fruto de su común evolución hacia el comunismo por la vía del anarcosindicalismo, así como su conocimiento de primera mano de las grandes aportaciones del tercer y cuarto congreso de la Internacional Comunista, y por supuesto, el rechazo al uniformismo de raigambre estalinista que se impone con la mal llamada “bolchevización”. Sí existe una diferencia es en lo internacional, mientras que Trotsky cree que hay que dar el paso hacia la Cuarta apoyándose en la franja más joven de la corriente que encabeza, Maurín (y luego Nin), creen al igual que Víctor Serge, Deutscher o Henri Sneevliet que todavía es posible trabajar en lo que se podía haber llamado una internacional tres y media.
Las contribuciones de Andreu Nin a la historia del pensamiento político tienen una dimensión práctica incuestionable, sobre todo en algunos temas tan importantes como lo fueron la cuestión nacional, el ascenso del fascismo o el sindicalismo revolucionario. En el apartado cultural, su papel carece de parangón en la historia del movimiento obrero español. Pero como militante en la crisis española de los años treinta, el papel de Nin debe entenderse desde la perspectiva de lo producido y lo actuado conjuntamente, primero con la corriente que encabeza, y lego con el POUM. La desaparición de Maurín en julio de 1936 fue un desastre para el POUM, y a nadie le afectó tanto como él ya que se vio obligado a asumir un papel por encima de sus actitudes. No todo los grandes revolucionarios son capaces de crear organización, ni de liderar en solitario situaciones en extremo complicadas.
En los años treinta, su actividad teórica fue especialmente densa, pero se ha estudiado menos su dimensión como líder político. La apuesta de Trotsky por el “entrismo” (un concepto que por estos lares se ha frivolizado como un mero tacticismo trotskista) en el PSOE que el propio Nin vio con buenos ojos, no estaba forjado por un conocimiento similar al que tenía sobre Francia donde surgió una izquierda revolucionaria (pivertista), y se ganó a una franja de jóvenes de primera línea. Lo de aquí aparece muy atrayente sí se contempla desde las perspectiva de Leviatán y de Luís Arasquistáin, pero por abajo el asunto era bastante diferente. El caballerismo expresamente ante todo la inquietud de Largo Caballero por evitar otra escisión como la de 1921-1922, y en cuanto a las juventudes, la dirección “trostkizante” no tuvo ninguna dificultad en reajustar su izquierdismo a la propuesta del Frente Popular. En vez de “tomar el poder” en el PSOE lo hicieron en el PCE.
Los escritos que recoge minuciosamente Pelai Pagès dejan constancia de la altura teórica de Nin, de su influencia que se proyecta más allá de las fronteras de Cataluña y España a través de Serge, Guérin, Naville, Sneevliet. Su pensamiento político se había ido estructurando de un modo vivo a partir de su actividad en las primeras líneas de las diversas escuelas: republica-federalista, socialista-internacionalista, del sindicalismo revolucionario y del comunismo de los tiempos de Lenin. En este trayecto se fue radicalizando también en la medida que se radicalizaba el movimiento obrero español y catalán, pero él no tuvo la continuidad en directo que caracteriza la trayectoria de Maurín. La revolución rusa y la Internacional Comunista no tuvo mejor representante que él, aunque creo que tuvo serias dificultades para comprender todo lo que el estalinismo comenzó a significar desde el asesinato de Kirov. Hechos como la ingenuidad que acompaña su detención, muestra a mi parecer que no supo apreciar las señales que le estaban llegando.
De la suma de estos escritos queda constancia que Nin fue el mejor conocedor y divulgador de las ideas bolcheviques (prorrogadas por Trotsky) entre la intelectualidad española, una intelectualidad que –al contrario que sectores muy importante de la francesa- no se enteró de lo que significaba el estalinismo hasta décadas más tarde, y cuando lo hizo, abandonó por la puerta de atrás en la mayoría de los casos. Esto explica que no sería hasta Manuel Sacristán y Vázquez Montalbán que esta intelectualidad comenzó a un a serie reconsideración de un legado que veía únicamente desde la óptica antifranquista, y todavía quedan antiguos militantes como Antonio Elorza o Ferran Gallego que tratan maniobrar de manera que, al final de cuentas, Stalin tuvo razón, y Andreu Nin fue un irresponsable que trató de liderar una revolución inoportuna.
Esta edición de El Viejo Topo nos brinda la oportunidad de estudiar de nuevo la obra de Nin desde una situación que en el terreno teórico entendió mejor que nadie. Por ejemplo, mucho antes de la “sanjurjada”, Nin veía que la reacción española ya estaba cavilando sobre quien podría ser su Cavainag. Mucho antes de que la Falange empezara a utilizar su dialéctica del puño y la pistola, ya que políticos liberales como Cambó ya estaban dando pasos para hacer crecer las entrañas del monstruo. Pero su lectura nos induce a diferenciar entre el análisis general, el que resplandece en los artículos de Comunismo o de Leviatán, y el Nin que, por ejemplo, apuesta por insertar la FOUS en la UGT, el que caracteriza el Gobierno de Generalitat como revolucionario y no digamos el que interpreta el final del mayo del 37 como una victoria.
Este libro supone un considerable esfuerzo de reconstrucción de la vida de un personaje al tiempo que se analiza la historia social catalana y española, que desde 1917 hasta 1937 va paralela a la soviética…Esta edición catalana tendrá en su momento una traducción castellana…


Pepe Gutiérrez-Álvarez en Kaos en la Red

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