Algunas voces excesivamente entusiastas hablan del fin de la crisis mundial. Ciertos gurúes derrochan optimismo pero los indicadores dicen otra cosa. Hay diferencias en los países centrales por las medidas a adoptar.
Distintos centros internacionales dan cuenta que la crisis mundial ya pasó, que ahora viene la recuperación. Analistas y gurúes locales se hacen eco y agregan de su propia cosecha. Sin embargo una cosa es la relativa estabilidad financiera alcanzada y otra el cuadro de situación de la producción, el consumo y el empleo.
Efectivamente el domingo pasado un reconocido analista internacional afirmó en uno de los principales medios gráficos del país: "Terminó la recesión de la economía mundial en el segundo trimestre de este año y comenzó una recuperación global arrastrada por los países emergentes". ¿Es tan así? ¿Se puede firmar tamaña certidumbre? Veamos.
Los datos
En las últimas semanas una catarata de datos positivos informan que la economía mundial, medida por el comportamiento de los principales países, ha detenido su caída y comenzado a salir del pozo en el que cayera desde mediados del 2007. Así los principales mercados bursátiles del mundo vienen reaccionando positivamente. Alemania y Francia, las locomotoras de la economía europea, habrían dejado atrás la recesión, porque sus datos estadísticos muestran un crecimiento del 0,3 por ciento de sus respectivos PBI, algo similar se estima para Japón. Por su parte China ha retomado el crecimiento por arriba del 7 por ciento. En Inglaterra ha levantado la venta de automotores y también mejora la colocación de viviendas. Las propiedades en EE.UU. han detenido su depreciación y la caída de la economía estadounidense en el segundo trimestre fue solamente de 1,7 por ciento, una disminución del ritmo de contracción si se la compara con el 5,8 que cayó en el primer trimestre. Por otra parte los precios de algunas materias primas se han recuperado de la fuerte caída de meses atrás, aunque sin alcanzar aquellos valores.
Para cierta mirada es como si lo peor se hubiera ya superado, como si todo hubiera regresado a la normalidad. Los gurúes de la City parecen haber dejado atrás el ataque de pánico que los abrazaba y han vuelto a hablar de la falta de regulaciones, de ambiciones desmedidas de banqueros y especuladores, de fallas del mercado. Casi mágicamente sus temores han desaparecido de la escena.
Sin embargo...
Este optimismo no parece totalmente fundado, no puede hacer olvidar que el freno en la caída ha sido posible merced al salvataje financiero que los distintos gobiernos lanzaron al mercado para rescatar a bancos y empresas, complementados con los paquetes de estímulos fiscales para mantener un mínimo nivel de demanda. Ahora bien en los EE.UU. los diversos apoyos financieros han hecho trepar el déficit fiscal a 1,5 billones (millón de milllones) de dólares, lo que representa algo más del 10 por ciento del PBI, un alto porcentual de ese déficit deberá ser cubierto con fondos provistos por la Reserva Federal, cuyo balance ya se encontraba complicado por la obligada compra de títulos y acciones para evitar la quiebra bursátil.
Al mismo tiempo los efectos del rescate bancario siguen siendo inciertos. Quince días atrás la Agencia Federal de Garantías de Depósitos Bancarios (FDIC, según sus siglas en inglés) dio a conocer un informe de los bancos que presentan problemas de capitalización y cartera vencida. En el período marzo-junio de este año la cantidad de bancos con este tipo de problemas creció en 111 instituciones, llegando a 416, la cifra más elevada en 15 años.
Los programas de estímulo -a diferencia de lo que pasó en Argentina- dieron cierto resultado alimentando el consumo, pero esto parece ser algo de corto alcance y su impacto comienza a agotarse. Las encuestas sobre confianza del consumidor arrojan que hay que esperar una reducción importante y duradera en los niveles de consumo de la sociedad estadounidense, que temerosa por el futuro inmediato decide ahora ahorrar más que consumir. Es que la tasa de desocupación creciente es una amenaza más que sensible. Tanto en los EEUU, como en los países de la eurozona, es cercana al 10 por ciento, con un pico en España superior al 18. La OIT ya señaló que aún cuando la economía comience a recuperarse la creación de empleo reacciona siempre varios años más tarde.
Otra vez el G20
El fin de semana pasado los ministros de Economía de los países que componen el llamado grupo de los veinte -países desarrollados más emergentes de Asia y América Latina- se reunieron en Londres en una cita preparatoria de la cumbre de presidentes que será a fines de mes en Pittsburg.
Dos tendencias se manifestaron allí. Por un lado EE.UU. e Inglaterra que lograron imponer que "se seguirá con la aplicación de nuestras medidas necesarias de apoyo financiero y políticas fiscales expansivas, hasta tanto la recuperación esté asegurada" según consta en la declaración final. Por el otro las potencias centrales europeas encabezadas por Alemania y Francia que buscan controlar y limitar la actividad especulativa del sistema bancario, preocupadas por los datos de desempleo, el déficit, el endeudamiento y bajo consumo que sigue registrando la primera economía mundial. Temen un nuevo colapso bancario en EE.UU. que vuelva a desequilibrar al conjunto de la economía global. No es para menos, otros cinco bancos de EE.UU. quebraron la semana pasada, elevando a 86 el total de instituciones financieras que se han hundido en lo que va del año, un aumento sustancial respecto a las 25 quiebras del año pasado.
Pero no sólo esto está en debate. Los presidentes deberán decidir también qué estrategias se darán en cada país para comenzar a desarmar las políticas de estímulo -aumento considerable del gasto público y bajas en las tasa de interés- cómo reabsorber la enorme cantidad de dinero emitida sin respaldo alguno (incluso el aumento de los derechos especiales de giro -DEG- del FMI no tiene respaldo. En Londres el ministro alemán de finanzas no dudó en señalar que revertir las políticas tributarias lanzadas para combatir la crisis "debería tener lugar lo antes posible para reducir los déficit a un nivel sostenible e impedir amenazas inflacionarias" y agregó: "estas estrategias de salida deberían ser coordinadas internacionalmente y realizarse una vez que la recuperación de la economía se haya afianzado".
EE.UU. y el FMI se oponen a la propuesta alemana. Saben que los bajos niveles de consumo actuales y la menor propensión de los consumidores a endeudarse se agravaria y la economía se tornaría más recesiva aún. Tienen claro que necesitarán de mayores estímulos, pero no acuerdan en cómo manejar a futuro los déficits fiscales, que crecen en forma más que alarmante, y las inevitables presiones inflacionarias, por ahora contenidas por la recesión.
Recuperación muy débil
Así el ansiado fin de la recesión y el deseado inicio de la salida de la crisis tienen bases más que endebles y en el mejor de los casos están anunciando una recuperación malsana, en el sentido que no tiene sólidos fundamentos como para reimpulsar un ciclo de crecimiento global.
Los principales analistas del mundo han dejado atrás la tesis de la crisis en forma de V, rápida caída y veloz recuperación, por el contrario los mas optimistas se inclinan por la forma de U, caída, un tiempo de baja intensidad económica y luego la trepada. Pero también están los que auguran una crisis en forma de W, caída, débil recuperación y nueva caída para luego retomar el ciclo alcista. Nadie sabe bien donde está parada hoy la economía global, en opinión de este columnista es muy probable se ingrese en un período de estancamiento, tipo Japón en los '90, cuando la economía dejó de caer pero tampoco se recuperó por varios años. Los costos sociales de esta crisis en forma de L no son menores.
Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda.
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