A menudo las agresiones suelen provocar el efecto bumerán. Si no que lo afirme quien bien debe de saberlo: Donald Trump, con su cacareada guerra comercial contra “todas la banderas” concitando el que un concierto de naciones busque quebrar la tradicional hegemonía del dólar, y en su lugar apueste, en fila india, por sus propias monedas u otras como el ¡yuan!, proveniente del “deleznable” país que, en su calidad de segunda economía del planeta, tal vez esté ofreciendo la mayor resistencia geoestratégica al Tío Sam.
Sucede que, como reseña Prensa Latina, una más que visible hostilidad de los Estados Unidos, trasuntada en sanciones contra Rusia, Irán, Venezuela, Turquía, y la aplicación de gravámenes arancelarios a un trasiego de productos antes signado por la ponderada “libertad” han conducido a unos cuantos a repensar los peligros de la subordinación apuntada y a decantarse por los activos locales, sobre todo.
La sustitución del medio de pago fundamental desde 1944, gracias al Acuerdo de Bretton Woods –que estableció las reglas del tráfico transnacional a favor de los EE.UU.-, supone un anuncio vivo o ya un acto en sitios tales Iraq e Irán, los cuales, evadiendo las arremetidas gringas contra Teherán, se han pronunciado por el dinar del primero, el rial del segundo o el euro, para salvaguardar un intercambio anual ascendente a ocho mil millones de dólares.
Siendo más explícitos, indiquemos que a esta lista se suman, por ejemplo, fabricantes de automóviles rusos que venden en Turquía. No en vano, nos recuerda la analista Ivette Fernández Sosa (PL), hace poco Vladímir Putin, ante la Cámara Baja del Parlamento, consideró frágil el monopolio de la divisa norteamericana. Por su parte, el presidente del Comité para Mercados Financieros de la instancia legislativa, Anatoli Aksákov, aseveró que Brasil, la propia Rusia, la India, China y Sudáfrica, componentes del grupo Brics, dialogaban acerca de la posibilidad de crear un recurso para los negocios entre sí, en un lustro.
Ankara, que sufrió en fechas recientes una estrepitosa caída de su numerario frente al dólar, en más de 40 por ciento, entuerto que arrastró consigo la cotización de un sinfín de materias primas, también defiende limitar la temida preponderancia, pues con ella, en palabras del “levantisco” mandatario Recep Tayyip Erdogan, los Estados Unidos buscan asestar golpes a diestra y siniestra. Mas si todo quedara en lo expuesto Washington no mostraría tanta aprensión.
Varias economías asiáticas igualmente han tomado medidas para protegerse. Verbigracia: Pakistán franqueó el uso del yuan en importaciones, exportaciones y operaciones financieras, mientras Bangladesh lo adoptó como reserva para su mercadeo con China. Cuya moneda, por cierto, es utilizada por las empresas de la India en sus deudas.
Empero, en este panorama quizás la reacción más importante atañe a Moscú y Beijing, lanzadas de rondón a la “aventura” que nos ocupa. "La parte rusa como la china confirmaron su interés por utilizar de manera más activa las monedas nacionales”, declaró Putin tras recibir a su homólogo Xi Jinping, en ocasión de un foro en Vladivostok, de acuerdo con una nota de AFP. "Esto reforzará la estabilidad del trato por los bancos de las operaciones de importación y exportación en medio de las condiciones de riesgo que persisten en los mercados mundiales", agregó.
Y cuando el estadista se refiere a la coyuntura, sin duda está aludiendo a los ataques cada vez más vigorosos de Occidente contra la Federación desde el comienzo de la publicitada crisis ucraniana, en 2014. Recordemos que durante los últimos meses, la Casa Blanca reforzó su arsenal de medidas, acusando al Kremlin de injerencia política o por el caso del espía ruso envenenado en Inglaterra. En cuanto a China, esta se encuentra en la primera línea de una cada vez más feroz puja con la Unión.
Liza a todas luces erigida en uno de los elementos que imprimen un envión a unas relaciones materiales con su importante socio estimadas para finales de 2018 en alrededor de 100 mil millones de dólares. De dólares, por supuesto, que serían sacudidos del dominio universal si de Rusia y el gigante asiático dependiera, algo muy probable si, como sugiere la digital RT, decidieran combinar sus reservas de oro, cifradas en conjunto en tres mil 670 toneladas, que suplantarían el dinero yanqui como respaldo del rublo y el yuan.
Algunos hablan de asalto
Kaos en la Red lo da como casi realizado, en el título de un sonado artículo: “Rusia y China asaltarán pronto la economía mundial con una criptomoneda basada en el oro”. El texto matiza: “Si Rusia y la China ponen en funcionamiento una nueva divisa apoyada en las reservas de oro y la consiguen convertir en la moneda de intercambio comercial entre un grupo grande de países, la mayoría de expertos consideran que el dólar se devaluará rápidamente frente al oro y que en breve tiempo se podría configurar nuevamente el comercio global en su totalidad, con un impacto muy negativo sobre las economías de los Estados Unidos y de Europa”.
Ahora, las probabilidades se yerguen palpitantes, porque ya 65 Estados han aceptado integrar la “Nueva Ruta de la Seda”, el mayestático “proyecto de reconfiguración de la economía mundial que encabeza la China. Estudian que las transacciones entre ellos sean en yuanes, la moneda nacional china, y no en dólares. De hecho, en Shanghai ya se hacen las primeras con oro y petróleo, cosa que evidencia que es capaz de sustituir el dólar”.
No obstante, tengamos en cuenta aquello que precisa la fuente: “Pero la moneda americana todavía es la preferida para intercambiar, dada su máxima credibilidad. Desde los años treinta del siglo pasado no se apoya en el oro, pero aun así compradores y vendedores aceptan que hacer transacciones con el dólar es seguro”.
Aunque, claro, “una moneda en papel, al fin y al cabo, sólo tiene valor si el banco emisor considera que puede responder. Tradicionalmente, esto se hacía emitiendo papel que […] correspondía a la misma cantidad de oro guardada en el banco central. Decididas a luchar contra el dólar y el euro, la China y Rusia van acumulando enormes reservas para garantizar a los inversores que el uso de la divisa es seguro, de hecho, más seguro incluso que el dólar. Si cada yuan o rublo se puede convertir en su equivalente en oro, su confianza y la seguridad serán mucho más grandes y, por lo tanto, su capacidad de competir y de desbancar al dólar y al euro será más probable. Y esto podría consolidar rápidamente la conversión de la economía china en la principal economía del mundo”.
Algo no descabellado de prever, a pesar de que la “conflagración” impuesta por EUA le ha infligido últimamente cierto trastabilleo –tema para otra ocasión-. Lo cierto es que, al decir de especialistas consultados por RT, “visto con perspectiva, todos los movimientos de China de los últimos diez años parecen haberse encaminado en esa dirección. Ha controlado la deuda y a la vez se ha convertido en el acreedor principal norteamericano.
“También ha acumulado toneladas de oro a un ritmo frenético, ha seleccionado diez Estados como sus principales exportadores de petróleo y ha hecho de la bolsa de Shanghai el centro de este comercio. Todo en yuanes. Finalmente, ha invertido auténticas fortunas en países africanos y ha lanzado la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda. Todo ello con una obsesión: acorralar y marginar al dólar, cosa que reduce drásticamente la capacidad de maniobra de los Estados Unidos. La tradicional paciencia china parece que está a punto de dar resultado”.
Para los entendidos, el “dragón” se ha consolidado congregando a su lado a los más entre los asiáticos y africanos, y, “por definición, la economía de los Estados Unidos tiene que estar fuera. Pero ¿qué pasa con Europa? En el contexto de esta reordenación del comercio mundial, quedaría como el único gran aliado de los Estados Unidos. A pesar del esfuerzo, China no ha conseguido penetrar en el continente con la Ruta de la Seda, a la cual sólo se ha unido Serbia, entusiásticamente, y Grecia, con reticencias. Y ¿qué pasaría si Rusia entrara en juego, con su capacidad reconocida de interferir en los asuntos europeos?”.
Aquí radica el punto nodal. Si ello sucediera, habría que contar con que el “oso” conserva una influencia notable en unas cuantas áreas del Viejo Continente. Hay lugares del centro y de los Balcanes que, a despecho de formar parte de la Unión Europea, miran hacia Moscú y, atendido el desencanto creciente con Bruselas, todavía podrían ayuntarse más. Hungría, Eslovaquia, Bulgaria, Chipre han cultivado intensamente los nexos con Rusia y se han opuesto, de manera más o menos tímida, a mantenerle las sanciones a raíz del affaire Crimea.
Dentro de ese contexto, observadores señalan que, mientras el giro del coloso euroasiático con respecto a las criptomonedas ha devenido espectacular –en pocos meses, de prohibirlas las ha situado en el vórtice de las líneas a corto, mediano y largo plazos-, y amontona oro, las reservas del metal precioso de los Estados Unidos y de la inmensa mayoría de los territorios no han cambiado nada en los últimos diez años. O sea, que no han comprado ni un gramo.
En fin, ¿podrá el orbe, China y Rusia a la cabeza, derrocar la hegemonía del dólar, y con ello asestar un rotundo golpe a los EE.UU. como primera potencia mundial? Solo el tiempo lo dirá. Aunque nos atrevemos a apuntar que cada vez son menos aquellos que doblan la cerviz ante guerras económicas, proteccionismos y sanciones delirantes.
¿Estará el llamado billete verde emplazado al borde del abismo?
Eduardo Montes de Oca
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