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martes, agosto 20, 2019
Notas sobre "Trotski. Un revolucionario sin fronteras"
Presentamos a nuestros lectores un artículo escrito en 2009 a propósito de la publicación de Trotski. Un revolucionario sin fronteras de Jean-Jacques Marie, la última biografía escrita sobre el fundador del Ejército Rojo. Este artículo fue publicado en la revista Contra la Corriente Nro. 2.
Jean-Jacques Marie, [1] el más célebre de los investigadores sobre la historia de la Unión Soviética y el comunismo ha publicado en julio de 2009 esta obra bajo el sello de Fondo de Cultura Económica. Trotski, un revolucionario sin fronteras viene a ocupar un lugar muy destacado junto a las distintas obras biográficas que se editaron sobre el fundador de la IV Internacional (Mi vida, escrita por el propio Trotski en 1929, Vida y muerte de Trotski, de Victor Serge, de 1951; El profeta armado, de 1954, El profeta desarmado, de 1959 y El profeta desterrado, de 1963, todas de Isaac Deutscher, y Trotski, de Pierre Broué, de 1988).
En esta biografía de Trotski, Jean-Jacques Marie añade un profundo trabajo de investigación en los archivos rusos, abiertos de manera parcial a los investigadores, en un momento en el que el sistema capitalista se sacude ante una nueva crisis económica y la clase obrera se enfrenta al dilema de entrar en acción para evitar cargar con los costos de la crisis o resignarse a ver caer brutalmente su ya pobre nivel de vida. Es así que esta obra constituye un gran aporte al acervo de la tradición revolucionaria del proletariado internacional, tanto de los militantes como de quienes se inician a la vida política.
En el prólogo, el autor realiza un repaso sintético por sus detractores hasta la actualidad. Cita a uno de los periodistas que lo difaman “Trotski está muerto, pero sus adeptos todavía se mueven”. Afirma Jean-Jacques Marie: “Si Trotski es vilipendiado, es sin duda porque representa una continuidad hoy abandonada por todos los partidos oficiales que reivindican “el socialismo”. Esa continuidad radica en el modo de producción que aún está vigente en nuestros días: la mayoría de los hombres y las mujeres debemos vender nuestra fuerza de trabajo para vivir, y una minoría la compran y la explotan pagando por ella lo menos posible para poder mantener sus privilegios.
De acuerdo con este investigador, las tres primeras internacionales tenían el objetivo de ayudar a los explotados a cambiar radicalmente ese estado de cosas, a través de la socialización de los medios de producción y la actualidad de Trotski pasa por el hecho de que se asignó como tarea a partir de 1933 dar continuidad a ese objetivo.
A lo largo de estas páginas, el autor realiza un sólido contrapunto entre la actividad militante práctica, la producción teórica y algunos aspectos de su vida personal. Expone la evolución del pensamiento de Trotski: como ejemplo podemos citar el concepto de Termidor en 1927 y en 1935 y la relación entre la clase y la dirección del partido en una revolución en 1930 cuando escribe Mi Vida y en 1935 cuando escribe La Revolución Traicionada.
Asimismo, cabe destacar que Jean-Jacques Marie, a partir de su arduo trabajo de investigación aporta precisiones respecto a algunos hechos históricos. Entre ellos podemos mencionar la manifestación de los estudiantes chinos oposicionistas de la Universidad de Los Pueblos del Oriente en el aniversario de la Revolución Rusa, dirigidos por su profesora Bella Epstein; también ante el episodio del exilio de Trotski en 1929, dispuesto por Stalin, cuando señala que el agente de la GPU encargado de vigilar que la orden se cumpla, tranquiliza a sus superiores, asegurándoles que la tripulación del buque en el cual debería abordar Trotski, había sido depurada de los elementos considerados inseguros para el stalinismo, y que contaban con una tripulación de recambio en caso de que el resto de la tripulación se negara a cumplir la comisión de exiliar al dirigente de la Revolución Rusa y el Ejército Rojo, dando cuenta del temor que tenía la burocracia de que Trotski tuviera algún tipo de apoyo.
Esta obra presenta una edición muy cuidada, en la que se pueden encontrar desde la mención de las traducciones de las obras citadas al español, una cronología que sintetiza los principales hechos históricos que fueron el contexto de la vida de Trotski con un detalle de algunas de las obras que elaboró, un completo índice de nombres, hasta mapas del imperio ruso en 1914 y de la Rusia soviética durante los años de la guerra civil (1917-1922). Por último, incluye una excelente bibliografía comentada para quienes deseen profundizar en el estudio de la vida y de la obra de León Trotski.
En estas breves notas no abordaremos un análisis pormenorizado de los grandes hechos de la vida del gran revolucionario ruso ni de la historia de la Oposición de Izquierda, sino solamente señalaremos aquellos hechos a los cuales Jean-Jacques Marie ha aportado nueva luz con su excelente trabajo.
Algunos hitos de la lucha de la Oposición de Izquierda
En el capítulo “Guerra civil” Jean-Jacques Marie narra en forma pormenorizada todos los problemas que debió enfrentar el Partido Bolchevique y señala en particular la relación entre las necesidades políticas de ese momento convulsivo, de conjugar la acción del partido y la del estado, y las bases para el surgimiento de lo que más tarde sería la burocracia soviética. En palabras de Trotski:
La prolongación de la guerra civil generó la centralización y la militarización del partido y del doble poder estatal. Las razones políticas coincidieron con las razones económicas […]. Esta situación dio origen a los gérmenes de la burocracia [2].
Más adelante, en el capítulo “Trotski contra el aparato”, el autor sostiene que en el marco de la Revolución Alemana de 1923, ante la perspectiva de que finalizara el aislamiento de la URSS, Trotski retoma la lucha contra el aparato por la democratización de las discusiones en el partido, la industrialización y la planificación económica. La Oposición obtiene el 36% de los votos en las reuniones de distrito, pero la burocracia manipula los votos, y el resultado oficial es el 18%. Trotski no asiste a la XI Conferencia del Gobierno en Moscú por hallarse enfermo, ni a una reunión de Comité Central. Le otorgan una licencia de dos meses para realizar un tratamiento médico, y él acepta, a pesar de que se encontraba en un momento clave. Al contrario de Deustcher, quien afirma sutilmente que se trató de cobardía, Jean-Jacques Marie sostiene que Trotski tomó ese tiempo para meditar sobre los pasos a seguir.
Todavía no consideraba que el aparato burocrático constituya un sector social específico. Sin embargo, hacia 1937, recordando ese período Trotski afirmó:
La burocracia era un producto del atraso y la miseria del país, y no quería ser abolida, aniquilada. Terminó por convertirse en un factor independiente [3].
Luego de la muerte de Lenin, acaecida el 21 de enero de 1924, y con la sombra de la derrota de la Revolución Alemana sobre el horizonte, Trotski escribió Lecciones de octubre, un folleto que nació originalmente como un prefacio para el tercer tomo de sus Obras Completas, que reúne sus textos de 1917. Analizó allí las condiciones necesarias para una revolución triunfante, comparando la victoria de Rusia en octubre de 1917 y el fracaso de Alemania en octubre de 1923. Señaló que es indispensable no sólo un partido revolucionario, sino una dirección a la altura de las circunstancias en el momento de la insurrección obrera. Y destaca en especial el rol de Lenin, cuando volvió del exilio y reorientó la política del Partido Bolchevique, que había vacilado ante el momento de la toma del poder bajo las directivas de algunos de los principales dirigentes del aparato en 1924. Esto desató la furia de los triunviros Zinoviev, Kamenev y Stalin, que desarrollaron una furibunda campaña de difamaciones y tergiversaciones de la historia de la Revolución Rusa contra Trotski.
Señala Jean-Jacques Marie:
¿Por qué Trotski no utilizó el Ejército Rojo [organización que aún dirigía]? Con frecuencia, los historiadores ven en ello el signo de una vacilación y hasta de una debilidad que anunciaría su derrota ulterior. A pesar de que todas las regiones militares están bajo la dirección de allegados de Stalin o Zinóviev, lo esencial está en otra parte: la clave no es en ese momento la toma del poder, sino su naturaleza. Trotski quiere reanimar el partido, Stalin quiere reforzar el aparato y su independencia con respecto a éste. Para objetivos diferentes, medios diferentes. Utilizar el ejército contra el triunvirato es levantar una fracción particularmente ávida y ambiciosa del aparato contra otra, erigirse en su portavoz o abanderado, desempeñar el papel de Bonaparte, con el que sus adversarios lo acusan de soñar. Un 18 de brumario soviético fortalecería las tendencias reaccionarias del régimen que Trotski pretende combatir. No puede recurrir a un medio contrario al fin que persigue. Lo destacará en 1935: apoyarse en los oficiales era ‘ponerse a la cabeza de sus apetitos de casta, es decir, asegurarles una situación superior’. [4]
Elementos para una polémica entre Jean-Jacques Marie e Isaac Deustcher
En el capítulo “Stalin contra Trotski”, el autor explica que en 1925 se generó una nueva hambruna producto de que los campesinos se negaban a entregar el trigo a los precios que ofrecía el Estado Obrero. La crisis social provocó la ruptura del triunviro formado por Stalin, Kamenev y Zinoviev. Los dos últimos, presidentes de los soviets de Petrogrado y Moscú, junto con Krupskaia (la viuda de Lenin) y Sokolnikov presentaron una declaración contra la política de la dirección del partido que favorecía a los kulaks. Forman una Nueva Oposición, que retomó la reivindicación de avanzar en la industrialización del país y la planificación de la economía. Confluyó así con la Oposición liderada por Trotsky. En abril de 1926 se constituyó la Oposición Conjunta. Stalin incrementa las persecuciones, separa a Zinoviev y a Trotsky del partido, exige a la Oposición Conjunta que abjure de sus ideas y denuncien los errores que él considera que ha cometido. Zinoviev y Kamenev capitulan, y se rompe la Oposición Conjunta. Simultáneamente, entre 1925 y 1927 se desarrolló la segunda Revolución China, condenada al fracaso por la política de la Internacional Comunista, de mantener al PCCh subordinado al Kuomintang, un partido burgués.
Jean-Jacques Marie explica porqué no retrocedió Trotski frente a la capitulación de Zinoviev y Kamenev:
En 1926, Trotski combatía con el fin de corregir una orientación que consideraba peligrosa para el régimen: ahora, la lucha ha cobrado mayor amplitud: la dirección Stalin-Bujarin del partido y de la Internacional Comunista, al someter a los comunista chinos al Kuomintang, los ha condenado a la masacre y a la derrota, situación que, de manera recíproca, ha debilitado a la Unión Soviética. Ésa es la razón por la cual Trotski plantea la hipótesis del reemplazo de la dirección en su llamada ‘declaración Clemenceau’. Por último, Stalin y Bujarin demandan a la Oposición no sólo el cese de sus actividades, como un año antes, sino, además, renegar de sus ideas y concepciones. Trotski se niega a hacerlo por principio. Zinoviev y Kamenev, que juzgan secundaria la política exterior del Kremlin, aceptan. La reacción triunfante en la URSS imponía a los Oposicionistas la derrota o la capitulación definitiva. Quienes eligieron este segundo camino lo hicieron con frecuencia en nombre de la defensa del régimen y se convirtieron en almas muertas antes de caer bajo las balas de los verdugos stalinianos.
Este investigador polemiza con Isaac Deutscher. Afirma que en vida de Stalin, este último escribió una biografía en la que subestima la discusión sobre la teoría del socialismo en un solo país y señaló que la campaña contra Trotski generó simpatías entre “comunistas idealistas, mencheviques, socialrevolucionarios y la nueva burguesía de la NEP”; por estar rodeado de estos partidarios, el revolucionario ruso se habría mostrado vacilante en su combate con Stalin. Sin embargo, cuando escribe su biografía sobre Trotski, ya muerto Stalin, su punto de vista cambia: su biografiado mostró un gran temple como dirigente de la Oposición.
Frente a estas apreciaciones eclécticas, Jean-Jacques Marie muestra el punto de vista de Stalin frente a su rival:
¿Por qué hemos vencido a Trotski y los demás? Se sabe que después de Lenin, Trotski era el hombre más popular en nuestro país. Bujarin, Zinóviev, Rikov, Tomski eran populares. Por entonces, Molotov, Voroshilov, Kalinn, yo éramos poco conocidos […]. Pero los cuadros medios, que explicaban nuestras posiciones a las masas, nos sostenían. Y Trotski no prestaba ninguna atención a esos cuadros. [5]
Más precisamente, señala el autor, “a su deseo de disfrutar por fin del presente”.
A partir del exilio a Alma Ata, acaecido en 1929, Trotski consagró sus energías entre febrero de 1929 y julio de 1933 a la construcción de fracciones de izquierda dentro de los partidos comunistas de la Tercera Internacional, para intentar darle una orientación revolucionaria a estas organizaciones.
Durante todo este período Trotski no pudo intervenir en los acontecimientos. Las sucesivas deportaciones de un país a otro, las dificultades para obtener visas, las persecuciones de los gobiernos imperialistas y del propio gobierno soviético fueron el telón de fondo en el que transcurrió este período de la vida del gran revolucionario. Sin embargo, estos obstáculos no impidieron que Trotski continuara su actividad revolucionaria. Jean-Jacques Marie cita sus propias palabras:
Para Stalin, la palabra ‘emigrado’ es un insulto, y la emigración es a su juicio la muerte política. […]. Su limitado cerebro no está en condiciones de comprender que a un leninista le importa poco el sector de la clase obrera donde trabaja. [6]
Nuevamente, el autor polemiza con Isaac Deustcher:
…Día tras día [Trotski] escribe, pues, cartas a los militantes y responsables de los grupos “bolcheviques-leninistas” de todo el mundo. Su biógrafo Isaac Deustcher se burla de esa actividad epistolar incansable destinada a militantes “aprisionados en pequeños círculos herméticos”, en medio de un “desierto político”, devorados por “pleitos escolásticos y animosidades personales intensas que provocarán innumerables escisiones y anatemas mutuos”. Se mofa asimismo de la participación de Trotski en cuestiones litigiosas poco importantes y disputas farragosas [entre] personalidades de poco peso […]; con los años, esa participación adoptó formas lamentables y a veces completamente grotescas. […] Como estaba en contacto con grupos de todos los rincones del mundo, debía ocuparse de una increíble cantidad de altercados de ese tipo; y como alentaba a los miembros de las diferentes secciones a interesarse mutuamente en sus actividades, escribía circulares [7] en las que explicaba a cada cual las cuestiones espinosas.
Jean-Jacques Marie sostiene que el ataque de Deutscher ridiculiza el anhelo de Trotski de hacer participar a todas las secciones de la Oposición de Izquierda en todos los problemas de la época y de cada organización. Sostiene que:
[…] Trotski aborda, además de las dificultades de cada grupo o sección, los grandes combates de la época: el combate contra el nazismo, el análisis del stalinismo y su dinámica, la revolución española, el Frente Popular, la guerra que se anuncia. Nada escapa a su mirada, ni siquiera los problemas literarios y artísticos. Por eso no se puede hacer otra cosa que intentar poner de manifiesto las grandes líneas de su actividad permanente.
Más aún, entre los temas sobre los que escribe en ese periodo Trotski podemos citar los Juicios de Moscú, la crisis económica y el ascenso obrero de la década de 1930, la constitución de las secciones de los distintos países a partir de la definición de programas y publicación de su propia prensa y revistas teóricas.
En esta época primó ante todo la necesidad de forjar una corriente obrera revolucionaria a nivel internacional: un programa revolucionario sin personas que lo encarnen, que lo difundan, que intenten llevarlo a la práctica, no es nada. Jean-Jacques Marie señala la coherencia de la política de Trotski en el terreno político-organizativo con la teoría de la revolución permanente, basada en la concepción de la economía mundial, considerada “no como las mera adición de sus unidades nacionales, sino como una poderosa realidad independiente creada por la división internacional del trabajo y el mercado mundial que, en nuestra época, predomina sobre todos los mercados nacionales. Las fuerzas productivas de la sociedad capitalista han superado desde hace mucho las fronteras nacionales”. La consecuencia política es que
Si nos proponemos construir la sociedad socialista dentro de los límites nacionales, frenaremos, aunque tengamos éxitos temporarios, las fuerzas productivas, aun en lo que respecta al capitalismo. Es una utopía reaccionaria querer crear en el marco nacional un sistema armonioso y suficiente compuesto de todas las ramas de la economía. [Por lo tanto,] el internacionalismo no es un principio abstracto; no constituye otra cosa que el reflejo político y teórico del carácter mundial de la economía, del desarrollo mundial de las fuerzas productivas y del impulso mundial de la lucha de clases. [8]
No se trataba de repetir mecánicamente “las costumbres y los métodos de la Internacional de Stalin y Zinoviev. En cada país, los cuadros revolucionarios deben formarse y agruparse sobre la base de su propia experiencia, y ponerse solos de pie”. [9]
El ascenso del fascismo en Alemania: un punto de inflexión
Como producto de la Primera Guerra Mundial surgió la Revolución Rusa y sus ecos y se desarrolló una destrucción en masa de fuerzas productivas en Europa. Al finalizar este conflicto bélico, vino el período de reconstrucción, durante el cual Estados Unidos se transformó en el prestamista del mundo. Se produjo el reflujo de la revolución. En los años de 1920 se dio cierta “estabilización” endeble, porque la disputa por la hegemonía del mundo entre EE. UU. e Inglaterra estaba pendiente de resolución. En 1929 estalló la crisis en Wall Street. Alemania, la gran perdedora de la primera guerra por el tratado de Versalles, donde se la obligaba a pagar gastos del conflicto bélico, se transformó en un eslabón débil de la cadena imperialista. Su economía, que producía para el exterior, no encontraba mercados. Afirma Jean-Jacques Marie:
El capital alemán, estrangulado por la crisis, necesita, para reconquistar los mercados vecinos, reducir al mínimo los precios de costo, bajar brutalmente el costo laboral y ampliar el mercado interno mediante la producción masiva de armas. Pero la militarización de la economía exige la militarización de la sociedad. Para lograrlo es menester domesticar o romper los sindicatos y los partidos obreros, y por tanto hay que contar con un poder fuerte.
Se estaba gestando el ascenso del fascismo. En marzo de 1930, Brüning, el canciller nombrado por el presidente Hindenburg, aumenta los impuestos, baja los salarios y el seguro de desempleo. La burocracia soviética sostenía que en los países capitalistas más desarrollados, el fascismo sería la última fase del capitalismo antes de la revolución social, su factor desencadenante. Incluso afirma que la socialdemocracia estaba aliada con el fascismo, y que por eso era necesario combatirla. Ante estos hechos, Trotski inicia la elaboración de una serie de artículos sobre Alemania. Entre ellos, uno de los primeros fue “El giro de la Internacional Comunista y la situación en Alemania”, donde propone una orientación revolucionaria para dialogar con la base de la socialdemocracia. Allí plantea:
¿Que va a "defender" el partido comunista? ¿La constitución de Weimar? No, esa atención se la dejamos a Brandler. El partido comunista debe llamar a la defensa de las posiciones materiales e intelectuales que la clase obrera ha conquistado ya en el estado alemán. Lo que está en juego es la suerte de las organizaciones políticas y sindicales, de su prensa, de sus imprentas, de sus clubes y sus bibliotecas. El obrero comunista debe decirle al obrero socialdemócrata: "La política de nuestros partidos es inconciliable; pero si los fascistas vienen esta noche a destruir el local de tu organización, yo vendré en tu ayuda con las armas en la mano. ¿Prometes tú acudir en mi ayuda en el caso de que ese mismo peligro amenace a mi organización?" Esa es la quintaesencia de la política del período actual. Toda la agitación debe ser desarrollada en este espíritu. [10]
Cuando Hitler asumió su puesto de Canciller, los dirigentes sindicales rompieron su alianza con la socialdemocracia, porque el primero les había prometido proteger a los sindicatos. El 1º de mayo, las dos principales centrales sindicales llamaron a marchar detrás de Hitler, quien horas después envió a camiones con “camisas negras” y las SA, y encarceló a todos los dirigentes. En menos de media hora, ya que los dirigentes sindicales no presentaron resistencia, se derrumbó toda la enorme estructura sindical de la clase obrera alemana.
Señala Jean Jacques Marie que Trotski ya desde 1933 analiza el nazismo como un sistema político de “pequeño burgués enfurecido”, “materialismo zoológico [alimentado] de explosiones de antisemitismo”, pero “el fascismo deja el sistema social (es decir, las relaciones de propiedad) intacto”. El racismo nazi “ha conducido a la política de los bajos fondos de la sociedad […], pero es la dictadura más implacable del capital monopolista”, cuyas necesidades expansionistas Hitler quiere satisfacer mediante la preparación de la guerra. Debe, por tanto, quebrar toda resistencia interna y concentrar la totalidad del poder en sus manos. Trotski predice:
El plazo que nos separa de una nueva catástrofe europea está determinado por el tiempo necesario para el rearme de Alemania. No se trata de meses, pero tampoco de decenas de años. Algunos años bastarán para que Europa vuelva a precipitarse en la guerra, si Hitler no es detenido por las fuerzas internas de la propia Alemania. [11]
Así anunció el estallido de la Segunda Guerra Mundial algunos años antes de que se produjera. La traición de la Tercera Internacional de no impulsar el frente único obrero frente al ascenso del fascismo, llevó a Trotsky a afirmar que era necesario construir una nueva Internacional y nuevas secciones nacionales. Ya no era posible reformar la Comintern, aunque sí era necesario influenciar a su base para que rompiera con Stalin y sus seguidores. Nació así la Liga Comunista Revolucionaria, el antecedente de la Cuarta Internacional.
A modo de conclusión
Jean-Jacques Marie sostiene que las premisas objetivas de la época de guerras, crisis y revoluciones siguen abiertas, al igual que en vida de Trotsky. Sin embargo, no se pronuncia concretamente sobre las tareas que se desprenden de las condiciones objetivas. Para el periodista Ismael Bermúdez: [12]
Por sus análisis, pronósticos y programa, Trotski encarna una "continuidad" que no se expresa en el tejido político y social de la clase obrera. Ese es el debate que, Jean-Jacques Marie con la proclamación abstracta de la continuidad, da como resuelto pero que sigue abierto y se expresa en la tan vigente como incomprendida frase de Trotski: "La crisis de la humanidad es la crisis de su dirección revolucionaria".
Hoy, el apasionante desafío para quienes luchamos por el fin de la opresión y la explotación en este nuevo siglo es lograr encarnar el programa revolucionario que sintetiza siglos de luchas obreras, tanto victorias como derrotas, pero lecciones indispensables para las nuevas generaciones de trabajadoras, trabajadores y jóvenes que se lanzarán al combate bajo los golpes de esta nueva crisis capitalista.
Bárbara Funes
[1] Nacido en 1937. Profesor de literatura clásica, licenciado en lengua rusa e historia, es autor de una serie de obras fundamentales para comprender la historia de la Unión Soviética y del movimiento obrero. Entre ellas se cuentan La guerra civil rusa de 1917-1922; Cronstadt; Los últimos complots de Stalin; Los pueblos deportados de la Unión Soviética; Vissotsky; El caso Guinzburg-Galanskov, en colaboración con Carol Head; El caso Pliutsch, en colaboración con Tania Mathon; Los bolcheviques según ellos mismos, en colaboración con Georges Haupt; El Trotskysmo y los trotskistas, y sendas biografías de Stalin (publicada en español), de Lenin y de Trotsky (Payot). Es director del Centro de Estudios sobre los Movimientos Obreros y Revolucionarios Internacionales (CERMTRI). Colabora regularmente en la revista L’Histoire, y dirige los Cahiers du mouvement ouvrier.
[2] Citado en Trotsky, revolucionario sin fronteras, LT, Comission of Inquiry into the Charges Made Against Leon Trotsky in the Moscow Trials (Comisión Dewey), The Case of Leon Trotsky: Report of Hearings on the Charges Made against him in the Moscow Trials, New York, Merit, 1968.
[3] Citado en Jean-Jacques Marie, op. cit., LT, Comission of Inquiry into the Charges Made Against Leon Trotsky in the Moscow Trials (Comisión Dewey), The Case of Leon Trotsky: Report of Hearings on the Charges Made against him in the Moscow Trials, New York, Merit, 1968.
[4] Citado en Jean-Jacques Marie, op. cit., León Trotsky, “Pourquoi Staline a vaincu l’Opposition?”, en Œuvres, vol.7, París, Institut León Trotsky, 1980, p.103 [trad. esp.: ¿Cómo venció Stalin a la Oposición?”, en Escritos de León Trotsky] y Écrits communistes, Pantin, Le Temps des cerises, 1998, p. 58.
[5] Citado en Jean-Jacques Marie, op. cit., Georgui Dimitrov, Devernik, 1933-1949, Sofía, Universitetko Iszdatelstvo Sv. Kliment Ohridski, 1997, p. 129.
[6] Citado en Jean-Jacques Marie, op. cit., Vadin Rogovin, Vlast i opozitsi, Moscú, T-vo Zhurmal Teatr, 1983, p. 81.
[7] Isaac Deutscher, Trotsky: le prophet hors-la-loi (1929-1940), París, Juillard, 1965 [trad.esp.Trotsky, el profeta desterrado (1929-1940), México, Era, 1969]
[8] Citado en Jean-Jacques Marie, op. cit., Leon Trotsky, La révolution permanente, París, Minuit, 1979, pp.8 y 9 [trad.esp.: La revolución permanente, Buenos Aires, El Yunque, 1973].
[9] Citado en Jean-Jacques Marie, op. cit., Leon Trotsky, “Contre l’opposition de droite”, en Œuvres, vol.3, (segunda serie), op. cit., pp.68 y 70 [trad.esp.: “Las tareas de la Oposición”, en Escritos de León Trotsky, op. cit.].
[10] León Trotsky, “El giro de la Internacional Comunista y la situación en Alemania”, disponible en Clásicos de León Trotsky, en www.ceip.org.ar
[11] Citado en Jean-Jacques Marie, op. cit., Leon Trotsky, “Qu’est-ce que le nacional-socialisme?”, en Écrits, 1928-1940, vol.3, op. Cit., pp. 394, 398 y 399 [trad.esp.: “¿Qué es el nacionalsocialismo?”, en La lucha contra el fascismo…]
[12] “Trotsky, un líder contra la corriente, Revista Ñ, Buenos Aires, 19/09/2009.
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