Argentina pos PASO
La realidad triunfó sobre la ficción. Una enorme victoria popular hirió de muerte al macrismo, la respuesta: un golpe de mercado ante el temor de un nuevo default. Se abre una nueva etapa donde la movilización popular con propuestas concretas será decisiva para llenar el vacío político existente.
No ha sido uno sino una bandada de cisnes negros la que sobrevoló todo el territorio nacional el domingo pasado y culminó con un resultado electoral que superó ampliamente las estimaciones previas.
Un tiro por la culata
El gobierno instaló que estas PASO eran algo más que una gran encuesta, que con ciertos resultados -no perder por más de 4-5 puntos a nivel nacional- estaría garantizado el balotaje e incluso la posibilidad de ganar en primera vuelta. Recurrió a distintas estrategias y maniobras, incluso una euforia artificial de las cotizaciones de bonos y acciones, impulsada con fondos de la ANSES, bancos oficiales y algunas encuestas de dudosa credibilidad. Una maniobra desesperada ante la evidencia de una derrota mayor a la esperada. Los medios hegemónicos no dudaron “…los mercados ya habían votado”.
Efectivamente las PASO resultaron algo más que una gran encuesta, pero en el sentido contrario al esperado por el oficialismo. Una diferencia de 15 puntos a favor de la fórmula Fernández-Fernández a nivel nacional y de 17 puntos a favor de Kicillof-Magario en provincia de Buenos Aires, hablan de una derrota aplastante. El oficialismo fue superado en 22 de los 24 distritos electorales, persiste en Córdoba y CABA pero perdiendo votos. El golpe ha sido tan fuerte que incluso arrastró a Despertemos, la derecha que está a la derecha del gobierno. En este contexto el FIT-U tuvo una elección digna, aún perdiendo votos, que incluso puede concluir en la obtención de un par de bancas,
Un golpe al establishment
Fue una victoria popular, un voto de las mayorías canalizado a través del panperonismo. Una victoria en términos electorales que si no se la llena de contenido corre el riesgo de desdibujarse rápidamente. Si se mira con detenimiento la distribución geográfica de los votos el corte por clases es evidente. En cierta medida fue un acto de resistencia del trabajo frente a la voracidad del capital. El macrismo y su gobierno de ceos, el círculo rojo y también el FMI, Donald Trump y Jair Bolsonaro, fueron los grandes derrotados.
El gobierno argumenta que fue un voto bronca producto de la mala situación económica, esto seguro influyó pero no hay que ningunear la comprensión en vastos sectores de la sociedad que este gobierno de ricos –plutocracia según el diccionario- concentraba más la riqueza y expandía más la pobreza y los subordinaba a la lógica de las corporaciones. Ergo: los dejaba sin esperanza alguna.
Adicionalmente hay que computar un rechazo a la lógica de la inserción internacional que propone el presidente Macri, demasiado ligado a la visión de Trump y Bolsonaro, lo que pone en evidencia, como escribió el analista Fernando Rosso, que el ascenso de la derecha neoliberal en la región es un hecho pero también que no logra consolidarse y tiene límites.
El golpe de mercado
La vulnerabilidad de nuestra economía ha quedado una vez más expuesta tanto por la nueva ronda de disputas geopolíticas, como por las especulaciones electorales. La escalada comercial EEUU-China, la baja de tasas de la FED, el oportunismo especulativo de los Fondos de Inversión, las maniobras con fondos oficiales para inducir un alza artificial de la bolsa, todo influye en el comportamiento de los indicadores de riesgo (tipo de cambio, tasa de interés, Riesgo País).
Es que la completa desregulación desde el inicio mismo del gobierno Macri, el endeudamiento récord, el libre movimiento de capitales, la especulación financiera que hoy se centra en la Leliqs, han dejado una economía librada a los movimientos del mercado.
En este contexto el golpe financiero de este lunes, ha sido una respuesta al resultado electoral pero también porque los “mercados” perciben la insostenibilidad de la deuda. No es solo los compromisos con el FMI, que ya ha dado un principio de aceptación a la extensión de los plazos, se verá a qué costo, sino porque se ven venir una reestructuración de la deuda privada impuesta por una economía débil y muy frágil que no puede generar recursos para pagarla. La nueva devaluación complica aún más la situación de una deuda que el 80% está en moneda extranjera, lo que significa que se necesitaran mas pesos para comprar esos dólares, por lo tanto más ajuste.
La responsabilidad del gobierno
El BCRA dejó correr la devaluación (intervino muy tardíamente), al gobierno no le importó el costo social que lleva implícita, por el contrario buscó sacar beneficios políticos responsabilizando a la oposición triunfante. Ganar votos sobre el sufrimiento de la gente. Una suerte de chantaje a la sociedad, un regreso al recurso del miedo.
Los resultados del golpe de mercado son devastadores: el peso se devaluó casi un 25% en un solo día, la tasa fue llevada al 74%, acciones y bonos tuvieron una caída histórica y el riesgo país llegó a los 1800 puntos básicos. Esto significa que para renovar los vencimientos de los bonos el país debiera pagar una tasa del 19.6% en dólares. Nadie prestaría a esa tasa impagable.
Pero los efectos son mayores en la economía real: no hay precios de referencia, tampoco crédito y el capital de trabajo escasea. La actividad está totalmente paralizada. La devaluación se trasladará a precios –ya hay remarcaciones y riesgo de desabastecimiento- y esto realimentará la inflación, será un nuevo golpe a los salarios e ingresos populares, la demanda y el consumo volverán a caer y la recesión, ya de por sí profunda, se profundizará más aún. La crisis estructural del capitalismo argentino queda una vez más expuesta.
A la deriva
El gobierno demuestra así su verdadera naturaleza. Expresa el interés de las clases dominantes, aunque privilegia al capital financiero y al agro más concentrado, pero no tiene fuste ni capacidad para ser expresión de clase dirigente. Las últimas dos apariciones públicas del presidente hablan por sí solas de esta incapacidad. Esta mañana pidió perdón por los dichos del lunes en los que acusó a los ciudadanos de votar mal y no comprenderlo, pero esto no borra que aquel y no este es el verdadero Macri, su soberbia de clase lo denuncia. Anunció también una serie de paliativos sociales que, si bien necesarios aunque insuficientes, pueden descontrolar más aún la situación económica porque implican un nuevo costo fiscal que lo aleja del acuerdo con el fondo. En este contexto ¿el FMI desembolsará las partidas faltantes para completar los 57.100 millones de dólares? ¿Seguirá permitiendo que se usen dólares del préstamo para frenar al dólar? Si es que lo frenan…
Las urnas han abierto un tiempo de transición con un presidente virtual que tiene que esperar a fin de octubre para hacerse del poder político y un presidente en funciones cuyo poder político se ha licuado. Hay vacío de poder.
El país está a la deriva. El golpe de mercado del lunes y la actitud displicente del gobierno constituyen un llamado de atención para los sectores populares. No es posible en esta situación esperar hasta octubre y luego a diciembre. Los trabajadores/as, los sindicatos, los movimientos sociales, las organizaciones populares deben denunciar este vacío de poder y los riesgos que contiene y tomar la iniciativa. Hay que adelantar las elecciones, si Macri tiene que renunciar que renuncie no hay tiempo que perder frente a una catástrofe social que puede ser peor a la actual. Hay que estar preparados a movilizarse frente a este o al próximo gobierno en defensa de intereses concretos. Se abre una nueva etapa de gran inestabilidad política y económica, las luchas y resistencias por venir necesitarán una perspectiva anticapitalista.
Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI – Economistas de Izquierda
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