La empresa Telecom, bajo el control del Grupo Clarín, acaba de comprar la filial argentina de su competidora Telefónica por unos 1.250 millones de dólares, en lo que implica pasar a una posición cuasi monopólica en las telecomunicaciones, dominando el 70% del sector. El gobierno de Javier Milei, defensor de las libertades del mercado, manifestó que revisará la operación para evitar la formación de un monopolio –figura que Milei reivindicó hasta el hartazgo-, en medio de su disputa con el Grupo Clarín.
La operación se da en el marco de una retirada comercial de la empresa en la región, con una fuerte desinversión en el país, con el objetivo de evitar su exposición a los vaivenes de la economía regional, algo que da cuenta del fracaso del gobierno nacional para solucionar cuestiones candentes para los capitalistas, como la eliminación de cepo cambiario.
El presidente Javier Milei, a quien se lo ha visto elogiar los monopolios, señalando que “no son malos” y que “pueden ser maravilloso”, ahora ha salido a señalar por medio de un comunicado de la Oficina del Presidente que el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) y la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNCD) evaluarán “si esta operación no constituye la formación de un monopolio”, advirtiendo que el Estado tomaría cartas en el asunto para evitarlo.
Se trata de un tire y afloje entre el gobierno y el Grupo Clarín, que tiene como último episodio de su crisis la filtración de parte de la desastrosa entrevista de Jonathan Viale al presidente de la Nación, que lo expuso aún más en medio de la crisis por la estafa de la criptomoneda $Libra.
De concretarse la adquisición el Grupo Clarín pasaría a tener control de las marcas Movistar, Movistar TV, Tuenti y Telefónica, además de Personal y Flow, concentrando la mayoría abrumadora del mercado.
Desde el gobierno también dejaron trascender que el Grupo Clarín habría sido beneficiado sistemáticamente por los favores económicos recibidos por el Estado, colaborando en todo el proceso de concentración del sector, para justificar una eventual intervención “antimonopólica”; sin embargo, el gobierno ha sido de los que más ha beneficiado a los capitalistas del sector con la liberalización de las tarifas y los aumentazos que tuvieron que pagar los trabajadores.
Cabe recordar que el gobierno suprimió toda regulación en el sector desde mediados del 2024, y que desde noviembre del 2023 hasta la fecha las tarifas en las telecomunicaciones aumentaron un 243%.
La salida de Telefónica de la Argentina se da en el marco de un retiro de varias multinacionales del país y la adquisición de sus tenencias por grupos locales, como la salida de Procter & Gamble que transfirió su negocio a Newsan y Dreamco; DirecTV, que le vendió su operación en la Argentina al grupo local Werthein; Grupo Financiero Galicia quedándose con el HSBC Argentina; el Banco Macro adquiriendo el negocio del Itaú; o Pluspetrol, quedándose con los activos locales de la multinacional ExxonMobil. Además de la salida de la automotriz alemana Mercedes-Benz. Esto da cuenta del verso de Milei sobre la atracción de inversiones, ya que ni el ajuste, ni el Rigi, ni el resto de sus concesiones evitan que continúe la salida de capitales.
El gobierno no solo un puede ofrecer garantías y certidumbres económicas para los capitalistas sino que dichas operaciones lejos de implicar un desarrollo económico local terminan convirtiéndose en procesos de concentración y reestructuración capitalista, con miles de despidos y ajustes en las condiciones laborales. Algo que podría replicarse con esta adquisición de Telecom.
El proceso capitalista está guiado por este tipo de operaciones que implican una amenaza directa contra los trabajadores, la fijación de precios monopólicos y abusivos contra los usuarios y el encogimiento de la economía sobre la base de la destrucción de empleo y capacidad instalada.
A su vez, el crecimiento de grupos capitalistas que acapara el conjunto de las comunicaciones y la información, como el Grupo Clarín, también se convierte en una amenaza para la población trabajadora, siendo estos sectores un punto importante en el fomento de las operaciones mediáticas contra los trabajadores que se traduce en las campañas antiobreras, como la que protagonizan actualmente varios medios de comunicación (entre ellos TN) contra el Polo Obrero y las organizaciones de los trabajadores.
Se trata de un sector sensible que debe estar bajo el control de los trabajadores y no de los capitalistas, ni tampoco de este Estado que, más allá de toda afectación parcial, es el último garante de los intereses patronales, de conjunto.
Marcelo Mache
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