miércoles, febrero 26, 2025

Lo que dejan los resultados de las elecciones en Alemania


La juventud y la izquierda 

 Con la participación de un 82.5% del padrón electoral, el más alto desde la reunificación de Alemania hace 35 años, concluyeron las elecciones que dieron, con un 28,3%, como ganador a Friedrich Merz, líder del bloque de la derecha conservadora CDU/CSU (los demócratas cristianos/Unión Social Cristiana), lo que resulta en 208 escaños en una Cámara Baja de 630 asientos. 
 Merz sucederá al canciller Olaf Scholz de la SPD (Partido Social Demócrata) que quedó en tercer lugar con un 16.41% (120 bancas) en lo que constituye una enorme derrota en la larga historia de la socialdemocracia alemana. El Partido Verde, que venía cogobernando con la socialdemocracia también perdió apoyo alcanzando un 11.61% de los votos (85 bancas). El tercer integrante de la coalición gubernamental que acaba de perder el gobierno, el Partido Democrático Liberal, liderado por Christian Lindner, no llegó siquiera al 5% necesario para formar parte de un gobierno de coalición -rascando el 4.33% quedó directamente afuera del parlamento. Todos los partidos de la coalición gubernamental retrocedieron. 
 La ultraderecha de AFD logró alcanzar un 20.80% (152 bancas) colocándose como segunda fuerza, respaldada por el voto mayoritario en las zonas de Alemania oriental, impulsado por el enorme descontento social en el marco de un país que estaría cursando su tercer año de recesión. Un dato importante de este crecimiento electoral está dado por el hecho de que, del total de 4,4 millones de votantes, el 40% lo constituye un nuevo electorado que no había participado en las elecciones de 2021, según Financial Times. Hay que tener en cuenta que la parte oriental de Alemania, desde la caída del muro de Berlín, fue recolonizada en los términos del saqueo capitalista: su población quedó relegada a condiciones de vida mucho más penosas que el resto del país. Por caso, el índice de desocupación en Alemania oriental duplica el índice de Occidente y su población enfrenta graves problemas de vivienda por los altos alquileres. El enorme crecimiento de AFD reposa, en gran medida, sobre esta experiencia y disconformidad social. 
 Como contracara de este avance exponencial de la ultraderecha, es importante atender el crecimiento nada desdeñable del partido de la izquierda oportunista, Die Linke, que con un 8.77% (64 bancas); logró reunir el voto joven e incluso ganar la mayoría en Berlín, apoyada en el 30% obtenido en el distrito obrero de Neukollin, antiguo bastión del espartaquismo y hoy una zona mayoritariamente poblada por migrantes. En su campaña, evitó pronunciarse sobre temas claves como la cuestión del aumento del presupuesto militar, el apoyo a Zelensky en Ucrania o el genocidio al pueblo palestino. El voto de la juventud antifascista fue claramente canalizado por esta fuerza. Una juventud que mostró en estos años una importante predisposición de lucha contra la contaminación ambiental, en las tomas de las universidades, como en la Universidad Libre de Berlín, en contra del genocidio en Palestina, enfrentando la represión y la persecución judicial. Y también enfrentando a la ultraderecha en las calles, como se mostró en ocasión de la importante marcha para evitar la conferencia nacional de AFD en enero de este año y luego en la enorme manifestación del 1F para repudiar el acuerdo de Merz con AFD en el Bundestag para aprobar leyes que restringen la inmigración. 
 Con estos resultados, y en función de sus declaraciones posteriores a la elección, Merz propondría una coalición con el SPD para alcanzar una mayoría de 328 diputados, pero estaría aún lejos de alcanzar los 2/3 que se necesitan para votar reformas relacionadas a los gastos del Estado. Tendría que reeditar los acuerdos con los Verdes que aportarían sus 89 bancas. 
 Si bien los ofrecimientos de AFD de ser parte de la coalición del gobierno fueron ya rechazados públicamente por Merz, es elocuente la “chicana” de Alice Weidel, la dirigente neonazi, hacia Merz, reclamando su lugar en un gobierno de coalición, con el argumento de que Merz hizo campaña con el mismo programa que AFD.
 La prédica racista-antiinmigrante ha sido común a casi todos los partidos (salvo a Die Linke). Uno de los puntos más fuertes de campaña del CDU/CSU fue contra los inmigrantes. El acuerdo parlamentario que realizó a principios de este mes con AFD para restringir el ingreso de inmigrantes (una moción no vinculante en el Parlamento que pedía que Alemania incumpliera los compromisos de viajar sin pasaporte en Europa), sumada a su campaña por el recorte del presupuesto público y el aumento del presupuesto militar, y el ataque a los “izquierdistas”, hacen muy difusa la línea que los separa. 

 Die Linke (la izquierda) y el futuro de la lucha obrera y de la juventud 

 Junto a los resultados nacionales, interesa destacar también los números que atañen a Die Linke. Este partido es un clásico partido de tendencias (similar al Psol de Brasil, el NPA de Francia, etc.). Es decir un partido organizado para la actividad electoral y parlamentaria, ajeno a la estrategia revolucionaria de lucha por un gobierno de trabajadores. El oportunismo fue una marca de su accionar. Integró gobiernos burgueses estaduales (Turingia, etc.), expulsó –en su momento- a militantes que apoyaron la lucha palestina, defendiendo al Estado sionista; votó en los parlamentos los presupuestos militares que alimentaron a la Otan en la guerra contra Rusia, etc. De haber alcanzado hace años un 10% de votos en elecciones, cayó en las últimas elecciones europeas al 3%. Posteriormente, se produjo una división: Sahra Wagenknecht, su principal vocera pública, rompió con Die Linke y creó un nuevo partido recostado abiertamente hacia la derecha: la “Alianza Sahra Wagenknecht” (BSW). Quiso competir con los fascistas de AFD en su propio terreno y levantó una violenta prédica antiinmigrante.

 ¿Combatir al fascismo adoptando el punto de vista fascista? 

 En elecciones regionales inmediatamente anteriores a esta elección general (que se adelantó seis meses por la crisis política), el BSW duplicó en votos a Die Linke que volvía a retroceder. Pero en la elección de este domingo 23 de febrero, mientras los fascistas de AFD crecían, el BSW se derrumbó a menos del 5%, no pudiendo garantizar el ingreso de ningún diputado. En cambio, Die Linke casi duplicó sus votos. Esto se debe a que Die Linke apoyó activamente las marchas recientes de la juventud y sectores obreros contra los fascistas. Fue el partido que más votos sacó en la franja de votantes entre 18 y 25 años. Aunque lo hizo omitiendo todo debate sobre cuestiones políticas como el apoyo activo a la lucha palestina (contra el envío de armas del gobierno alemán a Israel), o a la actitud frente a la guerra de Ucrania y otros asuntos esenciales, donde Alemania juega un rol trascendente. Incluso interrogados algunos de sus dirigentes si estaban dispuestos a integrar integrarse a un gobierno de coalición, evitaron definirse. “No está planteada la situación” afirmaron, haciendo mutis por el foro. El planteo fue: votemos ahora y después… (vemos) debatimos qué hacer. 
 La amenaza del avance del fascismo será utilizada para que la izquierda y el movimiento de lucha de las masas se “discipline” y haga frente común con el gobierno conservador “democrático”. Ya hemos visto que la promesa de un cortafuegos para parar a la AFD se hizo añicos en la campaña electoral cuando el CDU/CSU, ahora gobierno, juntó votos contra los inmigrantes con esta derecha. Si la ley no pudo salir es por las grandes y combativas marchas que ocuparon las calles. Esas marchas son las que le dieron encarnadura al importante avance de los votos a Die Linke y hundieron al BSW. La juventud puede jugar un rol importante en estructurar un frente único de lucha, de movilización, contra el gobierno del hambre y la guerra. Y avanzar también en la estructuración de un partido revolucionario, militante, de combate para abrir la perspectiva radical de la lucha por un gobierno de los trabajadores. 

 La crisis de la Unión Europea y la guerra en Ucrania

 El futuro de la Unión Europea y las negociaciones bilaterales entre Trump y Putin que arrancaron formalmente en Riad el 18 de febrero, dejando a Europa y a Zelensky en un hervidero de pánico, plantean un cuadro de inestabilidad aún mayor. El CDU/CSU, un bloque tradicional de Alemania, parece querer avanzar en una política de fuerte ajuste contra los trabajadores y los inmigrantes, pero en la línea de defensa de Ucrania y de la Unión Europea. Uno de los puntos fundamentales es cumplir y superar el aporte del 2% del PBI a la Otan que en 2028 aumentará en unos 31.000 millones de dólares (3.5%). Un duro objetivo en una economía en crisis como la alemana, por lo que tendrán que acudir a un endeudamiento mayor, modificando la propia legislación alemana y un reforzamiento de los “ajustes” contra el pueblo trabajador.
 Trump saludó el triunfo de los conservadores y el avance de los fascistas. Merz y su bloque converge en su política reaccionaria con AFD en toda esta línea y buscará modificar acuerdos dentro de la Unión Europea para restringir la inmigración. Pero frente al “desplante” de Trump busca mantener alguna independencia y juego propio respecto de EEUU. En palabras de Merz, “una prioridad absoluta (es) fortalecer a Europa lo más rápido posible, para que logremos la independencia de los Estados Unidos”.
 Es indudable que el avance del AFD, co-dirigida por Weidel y patrocinada por el multimillonario Elon Musk, es una consecuencia de la debacle de los partidos tradicionales de Alemania, indisociable de la propia crisis de la Unión Europea y de las contradicciones y tensiones que trae el proceso de restauración capitalista en la ex URSS. Un proceso de restauración que el imperialismo quiere capitalizar a su favor y que se desarrolla amalgamándose con las profundas crisis de la economía capitalista cuyas consecuencias hoy se expresan en la escalada guerrerista a la que estamos asistiendo, que pone en jaque el esquema de dominación de la posguerra y plantea una reconfiguración del mundo en beneficio de los intereses imperialistas.

 María Chuli

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