La tendencia arrancó con las elecciones primarias y constitucionales en Santa Fe, y se propagó a las de una parte de las provincias del Norte el domingo pasado. Ayer, la abstención electoral alcanzó un porcentaje abrumador. La mayor parte de los medios de comunicación la caracterizó como “un desapego por la política”, pero probablemente haya sido la expresión más política de la jornada. La espalda que casi el 50% del padrón electoral le dio a las urnas, ‘castigó’ por sobre todo a la llamada ‘oposición’, más que al gobierno nacional. Objetivamente, el calificativo de oposición es un abuso político, ya que ha sido funcional al gobierno nacional en lo grueso y en los detalles. La gestión local de Jorge Macri sufrió una derrota aplastante -casi un plebiscito en contra-, en tanto que el peronismo oficial del distrito marcó el paso en el mismo lugar en lo que hace al porcentaje, pero cayó sin atenuantes en el número de votos. Leandro Santoro fue elegido como candidato porque representa, en el espectro del kirchnerismo, su ala más conservadora, cuando el electorado no ha tenido tiempo de olvidar que fue una espada del lamentable Alberto Fernández. Uno de los ‘castigos’ más severos lo recibió sin duda la auto proclamada izquierda, o sea el FITU, que en términos de padrón obtuvo el 1,6% de los votos y perdió una banca en la Legislatura. Pidió 120 mil votos y recibió 52 mil; lejos de recoger los beneficios del ausentismo, que tiene un amplio sector conservador, fue golpeada por el abstencionismo de izquierda. No capitalizó las consecuencias de la política criminal del ‘ajuste’ liberticida, por una razón tan simple como que el electorado, sea de derecha o de izquierda, la caracteriza como una colateral del kirchnerismo y una madriguera de disputas carreristas.
El FMI, el trumpismo y las camarillas financieras locales festejarán los resultados como una ‘hazaña’ del gobierno en época de ajuste violento contra los trabajadores. A diferencia de lo ocurrido en las provinciales previas, donde LLA registró un avance político importante al triunfar en las capitales e incluso en zonas obreras estratégicas, pero no ganó la elección general, en CABA salió incuestionablemente primera. Quedó ratificado, en principio, un cuadro político nacional de derecha. El próximo paso de LLA será absorber a una parte del macrismo para la pelea electoral en la provincia de Buenos Aires. En caso de prosperar, podría conseguir el ‘trasvasamiento’ de varios intendentes peronistas. Fue lo que hizo el peronismo en sus orígenes cuando se ‘chupó’ a numerosos dirigentes conservadores y a otros tantos burócratas sindicales del Partido Socialista. Milei deberá enfrentar, de todos modos, varios obstáculos que no tuvo que enfrentar Perón – uno de ellos es una tendencia masiva a la abstención. La tendencia a la abstención podría ser aun más letal para el peronismo. En definitiva, Argentina asiste a una crisis monumental de régimen político sin alternativa de salida a la vista. Para que eso ocurra deberán conjugarse un estallido, de todos modos inevitable, del ‘plan motosierra’, y por otro lado un ingreso masivo en el escenario político general de la clase obrera. La masa abstencionista es extremadamente contradictoria como para jugar un rol político independiente, como le gustaría a los ‘basistas’ de la izquierda y el anarquismo criollos.
Más allá de la reacción exitista de la Bolsa en los próximos días, la abstención de ‘todos y todas’ afecta al proceso político y electoral en su conjunto. El oficialismo liberticida ya ha definido que encarará la etapa final de las elecciones mediante una política deflacionaria. Esto significa que reforzará la motosierra fiscal, por un lado en pesos pero también mediante la depreciación del dólar, lo cual habrá de producir una cadena excepcional de endeudamiento estatal, condicionado al aval de la banca internacional y el FMI. Forzará al Tesoro a reconocer como deuda (y a pagar los vencimientos) de las “letras intransferibles”, lo que representa un ajuste brutal de los gastos del estado. Por otro lado, se empeñará en establecer las paritarias cero con las consecuencias políticas excepcionales consiguientes. El resultado será un reforzamiento de la recesión industrial, en un marco de crisis de reservas internacionales. Mientras tanto, del lado de la llamada oposición no hay una alternativa de recambio que recoja a los intereses capitalistas afectados, como ha ocurrido tantas veces en el pasado. El kirchnerismo seguirá con algunos escarceos parlamentarios con fines puramente electorales, o sea sin trascendencia, como sucede con el ofrecimiento de un salida de escape a los millones de trabajadores que han sido expulsados del sistema jubilatorio, que tampoco cuenta con los votos necesarios para su aprobación. O la pelea por la ampliación de la Corte, la cobertura de cargos de jueces y, fundamentalmente, una sentencia judicial definitiva contra Cristina de Kirchner. El peronismo encara la nueva etapa con la perspectiva de una ruptura en la provincia de Buenos Aires o con una unidad electoral que deje en el camino numerosos ‘heridos’.
De nuestra parte, convocamos a construir una campaña socialista revolucionaria para la elección desdoblada de la Provincia y para las elecciones generales de octubre próximo. Esa campaña servirá para ofrecer una referencia política de conjunto a las numerosas luchas que están inscriptas en la agenda nacional.
Jorge Altamira
19/05/2025
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