Pero todo este jubileo tiene vigencia condicional, pues está sujeto a los cambios en el régimen penal tributario que deberá sancionar el Congreso. Ese paquete de leyes a futuro incluye un proyecto de “reparación histórica” de evasores que carece de constitucionalidad, pues pretende que quienes hoy blanqueen fondos no puedan ser fiscalizados a futuro bajo ningún gobierno o legislación posterior. O sea, un blindaje vitalicio. Las prevenciones sobre el “paquete” de Caputo abarcan al propio FMI. Su vocera, Julia Kozack, le advirtió al gobierno que las nuevas medidas deben cumplir con las normas internacionales de lavado de dinero. Pero los narcos mirarán de reojo al nuevo blanqueo, por toda su precariedad legal.
Dónde hay un dólar
En los últimos diez años, los sucesivos blanqueos sacaron a la luz una buena parte de los dólares no declarados en Argentina. El macrismo “exteriorizó” 120.000 millones de dólares. La mayor parte de esos fondos permanecen, declarados, en el exterior. Milei sumó 20.000 millones en el blanqueo del año pasado. Esos fondos alimentaron la compra de deuda pública o nuevos depósitos en dólares que tiene fecha de vencimiento, en diciembre de este año. Ahora, el nuevo blanqueo no declarado de Caputo y Milei pretende, según sus autores, “remonetizar” la economía, o sea, conseguir que la circulación de dólares suplante el déficit de pesos o que se pesifiquen. Luis Caputo señaló que hay un faltante de liquidez del orden del 50 % de la base monetaria, lo cual implica ausencia de crédito a tasas ‘normales’. La pretensión de impulsar una “competencia de monedas” o bimonetariedad encierra una diferenciación social, pues los dólares que “tienen que aparecer” pertenecen a los capitalistas o a la clase media acomodada. Los pesos que escasean, en cambio, son de los trabajadores y los jubilados. El propósito es que los dólares salgan de la cueva para comprar autos, departamentos o casas, pero no compras de supermercado. Las compras dolarizadas podrían representar un blanqueo de dólares del narcotráfico o de otros negocios como la trata de personas o el tráfico de armas –una buena forma de defender la “seguridad” ciudadana-.
La “remonetización” a partir de la circulación de dólares que están fuera de circuito, o de su conversión en pesos, apunta a reanimar una economía que se encuentra “desmonetizada” como consecuencia del ajuste fiscal, del crecimiento de la deuda pública en pesos y de la deflación del tipo de cambio –todo lo cual reduce la circulación monetaria y deflaciona la economía-. El gobierno liberticida pretende alcanzar una inflación mensual de alrededor del 1 %, asfixiando la economía. El ‘colchonazo busca salir de la encerrona de su propia política, algo que no pretende cambiar. Un ‘colchonazo’ revalorizaría aún más al peso frente a las monedas extranjeras, con el estrangulamiento consiguiente del comercio exterior y el menor ingreso de dólares comerciales . A menos de 60 dólares el barril de petróleo, Vaca Muerta es inviable, como ya fue advertido por las autoridades de YPF. La gran expectativa del oficialismo – la exportación de energía– no tendrá lugar. El atractivo para blanquear el colchón está fuertemente limitado por una economía encepada, que no admite los giros de utilidades y el pago de intereses al exterior, aunque la salida de capitales prosiga mediante la compra de bonos, sea del estado o del sector privado. Para evitar que esos bonos públicos o privados se conviertan en dólares en el mercado internacional, el gobierno prohibió su reingreso al país por un período de seis meses. Otro golpe contra la remonetización es la decisión de contabilizar 25 mil millones de dólares como una deuda del Tesoro con el Banco Central, en concepto de “letras intransferibles”, lo cual obliga a incrementar la poda de gastos fiscales y, por lo tanto, “desmonetiza” a la economía. El Banco Central ha salido también a vender dólares que no tiene en el mercado de futuros, para bajar la cotización de la divisa en el mercado corriente, otorgando un seguro de cambio a los especuladores, a costa del riesgo de una enorme pérdida potencial, que lo obligaría a emitir un torrente billonario de pesos. Esta contradicción cada vez más violenta de la política deflacionaria sólo puede concluir en un estallido. El objetivo de la política deflacionaria es abaratar el pago de los vencimientos de la deuda externa en dólares, pero el gobierno no consigue ni pretende aumentar las reservas internacionales sino mediante el acceso a nueva deuda externa – nuevos préstamos bancarios ‘repo’, que implican altas tasas potenciales de interés si los bonos que se ofrecen en garantía pierden valor. Existen fuertes sospechas que el oro exportado para garantizar anteriores préstamos de este tipo, haya quedado embargado.
El pseudoblanqueo en ciernes para aumentar el gasto corriente, es otra contradicción manifiesta; sólo podría ocurrir para entrar en algún circuito especulativo, o sea, el aumento de la deuda pública. Pero las licitaciones de ésta sólo logran concretarse a plazos cada vez más reducidos En cuanto a los capitalistas con fondos afuera del país, lo que esperan no es el levantamiento de los controles fiscales sino una normalización del mercado de deuda de Estados Unidos, acosado por quiebras como consecuencia de la guerra económica internacional. Trump aplica la política de “rienda corta” con Argentina, para poder sujetarla a concesiones geopolíticas, como sería el caso de bases militares.
Reservas
El plan “colchón” no puede reforzar las reservas internacionales, porque el Banco Central se niega a emitir pesos para comprar dólares. Se reserva para hacerlo a que la cotización de la divisa llegue a menos de mil pesos. El superávit de la balanza comercial, cada vez más exiguo, se vuelca al mercado sin pasar por el Banco Central. Pero el gobierno desdeña al ingreso de dólares por esa vía, puesto que debería emitir los pesos necesarios para comprarlos y teme que esa emisión afloje el ajuste fiscal y el ajuste económico, por ejemplo, un aumento de salarios. El cepo a las paritarias y la supresión del derecho de huelga no “remonetizan” la economía –la desmonetizan-. Las patronales que festejan el ajuste salarial no advierten que es funcional a una depresión de la demanda y al encarecimiento del crédito en términos reales. Los devaneos “colchoneros” de Caputo ponen de manifiesto el impasse monumental del planteo económico del gobierno: después del rescate del FMI, el escenario es de un planchazo económico, pérdida de reservas y hasta una ruptura en la cadena de pagos en sectores capitalistas relevantes, como el agro y la energía. La lista de empresas que se anotan en los concursos de quiebra no cesa de aumentar.
Mientras los liberticidas se vanaglorian de “liberar” a los movimientos de capitales y patrimonios, refuerzan el despotismo contra la clase productora de la riqueza social, con decretos antihuelga y desconocimiento de cualquier acuerdo paritario que no implique una pérdida del poder de compra del salario. Este régimen antiobrero, sin embargo, se encuentra acosado por sus propias contradicciones. El nudo de esas contradicciones lo va a desatar una crisis mayúscula, cuyo detonante podría ser político, en especial si es una irrupción histórica independiente de los trabajadores.
Jorge Altamira y Marcelo Ramal
23/05/2025
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