El Presidente Trump consolida su liderazgo en el partido republicano, luego de que el Consejero Especial de EEUU, Robert Mueller, entrega al Fiscal General, William Barr, el informe final de la investigación sobre la presunta interferencia del Kremlin en el proceso electoral estadounidense de 2016, que le habría permitido a Trump llegar a la Casa mediante colusión con el Presidente Putin; esto Mueller no logra demostrar. La inocencia de Trump pone fin a lo que llama “caza de brujas” y le garantiza ser candidato republicano en la próxima elección presidencial, con una alta probabilidad de triunfo.
En estas circunstancias, Trump reconoce la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán, territorio sirio ocupado por Israel a partir de la guerra de los Seis Días, lo que permite que Netanyahu sea reelecto en Israel y que el AIPAC, agrupación judía que realiza tareas de presión en todos los ámbitos de EEUU y sobre la que Netanyahu tiene influencia, le brinde su apoyo en la próxima elección. Con todos estos ases bajo la manga, Trump comienza una inexplicable guerra contra el mundo.
Sólo si se toma en cuenta que el Pentágono planifica el retiro de sus tropas del Medio Oriente para afianzarse en la Cuenca del Caribe, se explica por qué Trump enfile sus cañones contra la patria de Bolívar, que considera fácil de derrotar. Si hubiera arrojado a Maduro del poder, habría obtenido un logro político para su administración, pues hubiera controlado la producción de petróleo de Venezuela y, luego de bloquear el acceso de Irán al mercado petrolero mundial, hubiera dominado el comercio global de gas e hidrocarburos. De ahí que Venezuela y la Revolución Bolivariana jueguen un rol fundamental para que EEUU prolongue su actual hegemonía.
Así las cosas, su gobierno amenaza invadir Venezuela, algo de difícil ejecución porque la debilidad de EEUU en esa zona se hace patente por la debilidad de sus colaboradores locales, que se oponen a cualquier intervención militar; incluso, sus aliados europeos la rechazan. Federica Mogherini, representante diplomática de la UE, declara: “Los recientes acontecimientos confirman la urgente necesidad de un proceso político que lleve a una solución democrática enmarcada en la Constitución de Venezuela.” Por lo visto, EEUU se juega en ese país su preponderancia mundial y Trump, de tener un duro revés, la reelección presidencial.
¿Qué pasó? Que le informaron mal al presidente Trump. Le proporcionaron una evaluación errónea sobre la realidad política y social de Venezuela, según la cual derrocar al gobierno de ese país era más fácil que chupar un helado de vainilla. Le informaron que Maduro se cae si se dice a los militares que no le apoyen. Trump les hizo caso. “Hoy tengo un mensaje para cada oficial que ayuda a mantener a Maduro en el poder... No debes seguir sus órdenes de bloquear la ayuda humanitaria, y si lo haces no encontrarás salida y lo perderás todo”, dijo, pero únicamente cuatro pelagatos le hicieron caso. Amenazas parecidas se escucharon por parte de otros miembros de su gobierno y nada cambió, pese a que lo intentaron tres veces.
Trump quedó frustrado ante semejante fracaso y se quejó de haber sido engañado por sus servicios secretos. ¿Qué hacer? Conversar sobre la crisis de Venezuela con el presidente Putin. Para ello envió a Pompeo a Sochi.
El ex Director de la CIA parecía un niño inocente cuando planteó: “Esperamos que el apoyo de Rusia a Maduro termine e insto a que mis colegas rusos apoyen al pueblo venezolano mientras devuelven la democracia a su país. Estados Unidos y más de cincuenta naciones coinciden en que ha llegado el momento de que Nicolás Maduro se vaya.” Hablaba como si desconociera la posición rusa, opuesta a todo tipo de intervencionismo. “Rusia está a favor de que el pueblo determine su futuro, y es de suma importancia que todas las fuerzas patrióticas responsables de la política de Venezuela inicien un diálogo entre ellas, en el marco del llamado Mecanismo de Montevideo. Y el gobierno de Maduro está dispuesto a ese diálogo”, le contestó Lavrov y añadió: “Las amenazas contra el gobierno de Maduro no tienen nada en común con la democracia.” Pompeo, intentando endulzar las estulticias cometidas por su país en las relaciones con Moscú, expreso: “El Presidente Trump está decidido a mejorar las relaciones con Rusia.” A lo que Putin contestó: “Hace unos días tuve el placer de hablar con el presidente estadounidense vía telefónica, y tuve la impresión de que él está dispuesto a restaurar las relaciones ruso-estadounidenses y resolver conjuntamente las cuestiones que representan un interés mutuo y nos gustaría también restaurar las relaciones plenamente, espero que se estén creando ahora las condiciones necesarias para ello.” Recalcó que Rusia está dispuesta a colaborar con Washington en la resolución de los problemas de Corea del Norte, el programa nuclear de Irán, el mercado energético mundial, los tratados de control de armas nucleares y otros asuntos estratégicos. Ahora sí, Venezuela depende de ella misma y del poder de resistencia de su pueblo. Es que EEUU es poderoso, pero no tan poderoso como cree.
Llegó la hora de que Estados Unidos finiquite la política de intimidar al prójimo y respete los acuerdos internacionales que firma, para que sean estables y eficientes los compromisos que adquiere con sus aliados y adversarios. Hasta ahora ha llevado una política de exigir ventajas sólo para sus empresas e imponer sanciones al que no acata sus órdenes y no le rinde pleitesía.
Tal es el caso de Irán. Rusia, EEUU, el Reino Unido, China, Francia, Alemania y la UE firmaron en 2015 el Plan de Acción Integral Conjunto, PAIC, que establece limitaciones al programa nuclear de Irán a cambio del levantamiento de sanciones internacionales en su contra. Pese a ello, el Presidente Trump rompe este acuerdo y comienza una política de sanciones contra Irán, por lo que Irán suspende parcialmente sus obligaciones en el marco del PAIC y exige que se levanten los embargos relacionados con la venta del petróleo y las sanciones bancarias que le impuso Estados Unidos.
Al envío de buques de guerra estadounidenses al mar Arábigo y a las amenazas de agresión contra Irán, Mohamad Yavad Zarif, ministro iraní de Relaciones Exteriores, responde: “Algunas personas en el Gobierno de Trump hacen esfuerzos para comenzar esta guerra que sería equivalente a un suicidio para ellos.” Habría que añadir que la falta de diálogo podría degenerar en algún grave incidente que conduzca a una conflagración armada. A buena hora, Moscú y Washington dialogan y como Trump le cree más a Putin que a sus órganos de seguridad, es de esperar que prime la cordura y ambas potencias logren, por sobre todas sus diferencias, encontrar una solución política al problema de Irán, que evite un conflicto armado en el golfo Pérsico.
La rivalidad de EEUU y China es lo más preocupante de la candente situación actual. Trump intenta compensar el déficit comercial de su país con China mediante una guerra de aranceles. Es muy difícil decir quién la va a ganar, mejor dicho, quién perderá menos en ese conflicto que involucra al mundo entero. China tiene a su favor que EEUU le debe 1.59 billones de dólares, o sea, el 27.8% de los 3.8 billones de dólares en letras del Tesoro, notas y bonos en poder de países extranjeros.
También, China produce cerca del 90 % de tierras raras, o sea, diecisiete elementos químicos escasos e indispensables para la producción de teléfonos inteligentes, superconductores y otras aplicaciones de alta tecnología, por lo que en ese rubro el mundo depende de China. La industria de defensa de EEUU adquiere en China más del 80% de tierras raras, lo que convierte a China en un riesgo significativo para la seguridad nacional de EEUU, que debe controlar esa amenaza antes de que China le supere en tecnologías avanzadas. Esto hace pensar que, previamente, EEUU ha almacenado tierras raras que le permitan sobrevivir a su industria militar hasta lograr en su provecho acuerdos comerciales con China.
Un ejemplo de este problema es Huawei, empresa China cuyos ingresos superan los cien mil millones de dólares y que es uno de los líderes mundiales en el sector de la tecnología de la información, redes de telecomunicación, Internet, inteligencia artificial y otros campos relacionados con tecnología avanzada, a la que EEUU le declara la guerra por considerarla “una amenaza para la seguridad nacional.”
Por otra parte, hay aristas de este conflicto de las que se conoce muy poco. ¿Qué país es más dependiente del otro? En otras palabras, de haber un boicot absoluto entre ambas potencias, ¿cuál resultaría ganadora? Evidentemente la que depende menos de su contrincante. Pero ambas denotan solvencia y seguridad y como se carece de datos reales, solamente queda especular.
Rodolfo Bueno
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