Cuando parecía que la coincidencia de las reformas económicas, un clima político favorable en América Latina, y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos creaban oportunidades para que, bajo premisas nuevas, Cuba se enfocara en el crecimiento económico y el desarrollo, inesperados giros frustraron aquellas expectativas, y empujan a la isla a confrontaciones y tensiones con Estados Unidos que recuerdan a los años sesenta.
Para no mencionar al bloqueo, los gonfalones de las batallas de hoy son la resistencia interna, la solidaridad con Venezuela, y la lucha contra la ley Helms-Burton.
La contienda interna es de carácter predominantemente ideológico, se libra a cuenta del capital político acumulado, y tiene lugar en los territorios, las instituciones y los hogares. Los instrumentos de ese esfuerzo son la propaganda y la labor política para esclarecer al pueblo sobre la matriz de las tensiones, persuadirlos de la solvencia del sistema para resolverlas, deponer algunas aspiraciones, moderar el consumo, y apoyar el desempeño del Partido y del Gobierno.
La actividad exterior se encamina a la promoción de la solidaridad con Cuba, lo que aporta al pueblo la satisfacción de sentirse acompañado y apoyado por fuerzas políticas y sociales avanzadas. Otro flanco de este frente son las gestiones bilaterales y la actividad en los organismos multilaterales, en los cuales se trabaja para lograr el rechazo a las medidas y acciones anticubanas mediante pronunciamientos que, aunque no suelen ser vinculantes, tienen cierta eficacia.
En esos empeños, los escenarios más relevantes son Europa y Canadá, que muestran apoyo y solidaridad con la isla, lo cual no significa que estén dispuestas a confrontar a Estados Unidos, cosa que en ningún caso cabe esperar. De lo que se trata es de la defensa de los intereses de compañías operadas por sus nacionales.
En cuanto a Venezuela, el mayor servicio que Cuba puede prestar es el apoyo al gobierno que procura el diálogo, lo cual no significa asumir todas sus posiciones, sino introducir iniciativas y mostrar el modo de realizarlas para crear escenarios de posibles avenencias.
Aunque sea una paradoja, la reactivación de los procesos políticos y judiciales asociados a la aplicación del Capítulo III de la Ley Helms-Burton, aunque en ángulo cerrado, ofrecen al liderazgo y a la diplomacia cubana oportunidades de reflexionar y maniobrar para avanzar en su objetivo supremo que es, en la medida de lo posible, dar pasos que tributen a retomar la normalización de las relaciones con Estados Unidos.
En ese ámbito los expertos cubanos no la tienen fácil, no sólo por las desfavorables condiciones generadas por la actual administración, sino también por las alertas y los prejuicios de quienes desconfían, y tratan de paralizarlos advirtiéndoles con diversos argumentos.
En el frente interno hay también dificultades debido a la parálisis que afecta a las estructuras políticas, sociales, profesionales, culturales y gremiales, cuyos métodos y estilos de trabajo no han conseguido “desempolvarse”, dejando sentir sus efectos sobre la práctica de las organizaciones políticas y sociales, los medios de difusión, y la academia, lo cual significa un handicap para el proceso en su conjunto.
Afortunadamente, a pesar de esas condicionales, el aparato estatal y el gobierno, encabezados por el presidente Díaz-Canel, operando dentro de las facultades y los límites que el sistema les concede, aportan aires de renovación que, aunque significativos, aún no suplen otras carencias.
Las críticas al adversario, las consignas y los llamamientos no bastan. Se requieren pasos al encuentro. Raúl mostró que se podía. Allá nos vemos.
Jorge Gómez Barata
Por Esto!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario