martes, mayo 28, 2019

Pasado y presente de las lecciones del Cordobazo



El 29 de mayo de 1969 tuvo lugar uno de los acontecimientos políticos más importantes de la historia argentina moderna, el Cordobazo. Cuando obreros y estudiantes protagonizaron una semiinsurrección que puso fin a la dictadura de Juan Carlos Onganía.

El Cordobazo es quizás el punto más alto de la lucha de clases de los trabajadores en la Argentina. Los obreros industriales junto a los estudiantes protagonizaron una semiinsurrección, hiriendo de muerte a una dictadura oscurantista -en lo político y cultural- y liberal en lo económico, como era el gobierno de Juan Carlos Onganía de la llamada Revolución Argentina.
Comparado con otras gestas del proletariado argentino fue la que alcanzó mayor nivel de destrucción por parte de los manifestantes desde la Semana Trágica de enero de 1919, donde para ironía de la historia, los antepasados del ministro Krieger Vasena, habían desatado con su represión a los huelguistas y el esquirolaje un fenomenal movimiento obrero que ganó con sus combates las calles de Buenos Aires.
Podemos señalar aquí dos continuidades de honda significación histórica. Por un lado, de los nombres y las políticas de la burguesía argentina a la hora de cargar contra los trabajadores. Si en 1919, la oligarquía negaba mejores condiciones de vida para la clase obrera, en 1969, el ministro de la dictadura anunció un plan de ajuste que buscaba liquidar y degradar conquistas que los trabajadores no estaban dispuestos a aceptarlo mansamente. Por otra parte, señalemos la continuidad de un hilo rojo de la historia. El Cordobazo retomó las tradiciones de la huelga general y los enfrentamientos callejeros de 1919, 1936 y 1959.

El plan Krieger Vasena y el fracaso de avanzar en el primer saqueo nacional

El mayo cordobés frenó de entrada el plan de ajuste que buscaba aumentar la sumisión del país al imperialismo y liquidar las conquistas de la clase obrera y el pueblo pobre. Sus agentes eran los militares en el poder y el gran capital concentrado, dejando heridas dentro de la misma clase dominante a la burguesía y pequeñoburguesía agraria del interior.
Tuvieron que pasar 7 largos años para que la burguesía argentina y el imperialismo, mediante la dictadura genocida, pudieran hacer efectivo el saqueo nacional y el ataque a la clase trabajadora que la semiinsurrección cordobesa le habían impedido. Ni los intentos de desvío y de contención, ni la represión estatal y paraestatal que representó el peronismo en el poder habían logrado los objetivos deseados.
De aquí una primera gran lección para el presente. El Cordobazo muestra un método: el de la movilización de masas, la huelga general política y el enfrentamiento decidido contra la represión; además de mostrar una alianza social, de los trabajadores, el movimiento de mujeres y la juventud, para iniciar el camino de la derrota del ajuste del FMI, Macri y los gobernadores.
La consigna coreada en las calles en 1969 “luche, luche, luche, no deje de luchar, por un gobierno obrero, obrero y popular”, es un objetivo a alcanzar para poner fin a las políticas de entrega nacional y la explotación económica y la opresión social del capitalismo.

El frente único y huelga general

El 29 de mayo dio inicio el paro general convocado por la CGT Córdoba de 36 horas con movilización hacia el centro de la ciudad. Las quitas zonales y la eliminación del sábado inglés incentivaron la protesta obrera y empujó al frente único de los grandes sindicatos de masas de la provincia. Por su parte el movimiento estudiantil venía luchando contra el cierre de los comedores universitarios, confluyendo con los trabajadores en el llamado a la huelga general. Los unía además la oposición a la dictadura represiva.
La movilización estuvo encabezada por las columnas de los sindicatos (SMATA, Luz y Fuerza, UOM, UTA). Rescatemos la descripción hecha de la disposición de fuerzas por el trabajo pionero y fuente de estudios del Cordobazo, Lucha de calles, lucha de clases:
“ a) el proletariado industrial altamente concentrado participa en forma predominante. La columna de 3.000 a 4.000 obreros de IKA a la que se suman 1.000 metalúrgicos y otros, avanza hacia el centro encuadrada por sus direcciones sindicales. Sumemos a ellos obreros de diferentes fábricas (Perdriel, Ilasa, Perkins, IME, etc.) que no fueron encolumnados pero sí organizados, y los de la FIAT, que en cierta medida participaron sin la anuencia de sus direcciones. b) el proletariado de servicios básicos participó en menor medida representado por Luz y Fuerza (1.000), pero no con menor combatividad. Participaron probablemente algunos ferroviarios y municipales. c) los empleados (públicos, bancarios, judiciales, municipales, comercio, etc.) tuvieron cierto papel, aunque secundario; solo participaron aquellos que por su cuenta decidieron permanecer en el centro. d) los estudiantes, cuyo número no puede ser evaluado, deben haber ocupado el segundo lugar después del proletariado industrial, si tenemos en cuenta el nivel alcanzado por la movilización previa que se originaba en las muertes de los estudiantes en Corrientes y Rosario. El día 28 se reúnen en diversas asambleas 5.400 alumnos universitarios. Tuvieron también cierta actividad los secundarios, aunque notablemente inferior a la alcanzada en Rosario, días antes. e) la pequeña burguesía (pequeños industriales, comerciantes, cuenta propia, profesionales, etc.) adquiere importancia al desplazarse la lucha a los barrios dando apoyo logístico. f) los jornaleros y desocupados tuvieron poca actuación, excepto en ciertos lugares y a ciertas horas.”

Movilizaciones hacia el centro de la ciudad

Fue el frente único obrero quien dio el primer impulso al movimiento. Después del asesinato en la represión del obrero de la IKA Renault, Máximo Mena, la huelga se transformó en semiinsurrección. El frente único de los sindicatos fue sobrepasado en sus métodos y objetivos por las barricadas callejeras y la ocupación del centro de la ciudad con el objetivo de derrotar a las fuerzas represivas.
Los estudiantes universitarios van a ser la resistencia a la ocupación militar en el Barrio Clínicas. La unidad obrera estudiantil fue una de las claves de la jornada y un signo de la época.
Podemos extraer la siguiente lección para el presente. La lucha por el frente único obrero y de las masas en lucha es una condición necesaria para que la clase obrera, el movimiento de mujeres y la juventud logren poner en movimiento los volúmenes de fuerzas necesarios para pasar de las luchas parciales y defensivas a la ofensiva. Es la forma de impulsar la movilización que derrote los planes del FMI y la burguesía argentina. Para eso hay que abatir la política conciliadora y de colaboración con el régimen del Fondo, de una burocracia sindical que boicotea toda acción de lucha y movilización masiva, como lo demostró cuando sopló alguna brisa de rebelión social en las movilizaciones contra la reforma previsional de diciembre de 2017.

Una insurrección incompleta

El gral. Eliodoro Sánchez Lahoz del III Cuerpo del Ejército, uno de los encargados de la represión del levantamiento, dejó una imagen patente de la situación de enfrentamiento: “Me pareció ser el jefe de un ejército británico durante las invasiones inglesas. La gente tiraba de todo desde sus balcones y azoteas”. Esta subjetividad del jefe militar jugando el papel de una fuerza de ocupación mostraba el carácter semiinsurreccional de la jornada y el profundo apoyo popular del movimiento callejero.
El Cordobazo fue lo que los marxistas denominamos una acción histórica independiente de las masas. La clase obrera acaudilló a los estudiantes y el pueblo pobre, transformando el paro general en una huelga general política que exigía el fin de la dictadura y, yendo más allá de la voluntad de los dirigentes sindicales, se transformó en una semi-insurrección.
Tomando a Lenin en su conocido artículo “Las enseñanzas sobre la insurrección de Moscú”, podemos decir que la acción de Mayo en Córdoba “demostró de un modo evidente que la huelga general, como forma independiente y principal de lucha, ha caducado, que el movimiento, con una fuerza espontánea e irresistible, se desborda de este marco estrecho y engendra la forma suprema de lucha: la insurrección”.
Estaba claro que las organizaciones que habían tomado preponderancia durante el Cordobazo habían sido los sindicatos y las del movimiento estudiantil. Resultó como conclusión de aquellas jornadas que esas instituciones, no podían por sí solas aglutinar a la fuerza combatiente que había actuado violentamente en las calles. El movimiento ocupó la ciudad y derrotó a las fuerzas policiales pero fue insuficiente para frenar al Ejército que obligó a la retirada hacia los barrios.

Se arman las barricadas

Cuando el centro de gravedad de los acontecimientos pasó de los sindicatos a las barricadas, los obreros y estudiantes carecieron de armamento y de organizaciones capaces de plasmar la unidad combatiente en las calles. Hubo un intento de coordinación de barricadas que fue insuficiente. En la historia han surgido ese tipo de organizaciones capaces de concentrar en sí mismas la unidad de la clase trabajadora y el pueblo pobre. Son justamente los soviets o consejos, que acompañados por sus milicias de autodefensa, a lo largo de las revoluciones sociales del siglo XX tendieron a tomar cuerpo, como expresión del nacimiento de un nuevo poder, parido por la insurgencia proletaria.
En el transcurso mismo del Cordobazo, sin una fuerza política revolucionaria que tuviera peso decisivo, no podía resolverse esta contradicción. Pero lo deja abierto como una cuestión a resolver a lo largo de todo el periodo revolucionario posterior. Es por eso que lo definimos como una semiinsurrección, es decir una insurrección incompleta.
El movimiento careció de la dirección de un partido revolucionario al frente, que señalara el objetivo del poder y hubiese preparado y alentado la formación de organizaciones de combate y del frente único de las masas para cumplir sus objetivos.
Fue en las huelgas contra el plan de ajuste de Celestino Rodrigo -llevado adelante por el gobierno peronista en junio y julio de 1975- la clase obrera pondrá en pie las coordinadoras interfabriles como un verdadero embrión del doble poder en las fábricas y lugares de trabajo, como las instituciones necesarias para profundizar en el camino del Cordobazo, pero careciendo de una dirección para pegar el salto a la insurrección.

Dirección y partido

El Cordobazo no fue preparado como un levantamiento insurreccional porque jamás fue el objetivo de sus dirigentes en su mayoría representantes de diversas fracciones sindicales del peronismo, ni siquiera de su ala izquierda representada por Agustín Tosco y Luz y Fuerza.
Desde este punto de vista adjudicar la realización del Cordobazo a la acción de los sindicatos, como autoproclamó Elpidio Torres entonces dirigente del SMATA, es darle a la dirección de los sindicatos un papel que no tuvieron ni buscaron. Para ellos la lucha política se refería al alineamiento con Perón o con el vandorismo y no a la intervención activa de las grandes masas en una huelga política y menos que menos en una semiinsurrección. Lo demuestra que inmediatamente después del Cordobazo, una vez muerto Augusto Vandor en junio de 1969, la burocracia sindical peronista se re-unifica para evitar la tendencia expansiva y contagiosa del levantamiento de mayo al conjunto del movimiento obrero y se disciplina a Perón en el exilio. Mientras que en Córdoba en particular, poco tiempo después la alianza entre Atilio López de la UTA y Tosco actuó para impedir el desarrollo de las tendencias clasistas como las que representaba el SITRAC-SITRAM, quizás el producto más legítimo de la insurgencia mediterránea.
El Cordobazo tampoco cayó de la nada. Fue preparado por la experiencia histórica de la clase obrera que desde 1955 había protagonizado la resistencia obrera contra el régimen libertador y se inscribió dentro de un clima de época donde la radicalización política es alentada por la Revolución Cubana y la Guerra de Vietnam. El joven proletariado industrial cordobés y los estudiantes lograron procesar en los combates callejeros un salto en la conciencia obrera y popular.
La fuerza semiespontánea de obreros y estudiantes alcanzaron para dar lugar a una semiinsurrección, lo cual fue suficiente para cambiar la relación general de fuerzas entre las clases y abrir paso a las ideas revolucionarias. El Cordobazo abrió un periodo histórico donde el enfrentamiento entre las tendencias a la revolución y la contrarrevolución estuvieron a la orden del día. El Cordobazo hirió de muerte a la dictadura de Onganía y al régimen libertador obligando a los militares y la burguesía a una retirada y al retorno de Perón y el fin de la proscripción del peronismo para poner fin a las tendencias insurgentes. No se pueden comprender el fin de la proscripción y el retorno de Perón, el Pacto Social, la Triple A y todos los intentos por lidiar con el ascenso revolucionario de la clase obrera y la juventud sin entender el Cordobazo.
Queda como última lección para el presente, la necesidad de poner en pie una poderosa fuerza política y social de la izquierda revolucionaria que se plantee superar la experiencia histórica de la dirección burguesa del peronismo que en los 70 actuó para desviar el proceso revolucionario, desarmándolo para enfrentar el golpe genocida del 1976. Que se plantee terminar con la burocracia sindical y recomponer la unidad entre las filas de los trabajadores y el pueblo pobre. Que contra los llamados al acuerdo nacional o el pacto social busque recomponer una alianza obrera y popular que incluya a los trabajadores de la industria y los servicios, a los precarizados, a los inmigrantes, las mujeres y la juventud para derrotar al régimen del FMI, sostenido por Macri y los gobernadores.

Facundo Aguirre
IG: @hardever // Twitter: @facuaguirre1917

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