sábado, agosto 10, 2019

El tenso camino a octubre



La economía en recesión y el país hipotecado. El estrés del dólar y un operativo especial para que no se descontrole. El día después de las PASO.

El oficialismo logró conjurar una corrida cambiaria en la previa de las PASO. No obstante, el dólar escaló en las últimas tres semanas desde los $ 43,61 (lunes 22/7) hasta casi $ 47 (viernes 9/8).
Para evitar el descontrol en el tipo de cambio, las autoridades tomaron varias medidas. A las subastas de U$S 60 millones diarios que realiza el Ministerio de Hacienda, se sumó una mayor venta de dólar futuro.
Esa venta de dólar futuro constituye una promesa del Banco Central de entregar barata la divisa estadounidense en los próximos meses con un costo financiero potencialmente alto si la cotización escala.
El Gobierno también realizó una mayor oferta de dólares a través de los bancos públicos, como el Banco Nación.
Los dólares del préstamo del FMI se están liquidando a gran velocidad para sostener una estabilidad cambiaria artificial y que, de todos modos, fue cuestionada en las últimas semanas por las tensiones en la economía mundial, fundamentalmente entre el piromaníaco Donald Trump y China; pero también por la incertidumbre electoral.
El Banco Central aceleró el alza de la tasa de interés que paga por las Leliq (Letras de liquidez) para elevar la preferencia por el peso argentino. De esta forma, dio un nuevo impulso a la “bicicleta financiera”, que aun así pierde atractivo para los fondos especulativos que desde marzo salen del país en proporciones crecientes.
El futuro de los plazos fijos (evitar que se vayan al dólar) depende de esta macabra ingeniería especulativa con Leliq, que engrosa las arcas de los bancos. Y, en simultáneo, eleva el stock de deuda de la entidad monetaria.
El costo de las tasas de interés por las nubes implica, además, la destrucción del consumo y la actividad económica. Guido Sandleris, el presidente del Central, manipula una bomba de tiempo.

Números mágicos

Un triunfo del macrismo o un virtual empate en las elecciones del domingo podrían traer calma en los “mercados”.
Existe un número mágico en la city porteña: 5 %. Este porcentaje hace referencia a una hipotética distancia entre los votos que obtenga Alberto Fernández, ocupando el primer lugar este domingo, y Mauricio Macri, secundándolo.
Es una suerte de barrera psicológica: el “mercado” considera que una distancia del 5 % o menos, es posible de recuperar por parte del actual presidente para obtener la reelección en octubre o, eventualmente, en un balotaje. Es la condición implícita para que el dólar siga estable y no se desate una corrida el día lunes.
Para el caso en que la diferencia de la votación supere el 5 %, Sandleris tiene preparado un combo especial: vender más dólar futuro; elevar más la tasa de interés de las Leliq; ofertar más dólares a través de los bancos públicos; e intervenir en el mercado de cambios con la venta directa de divisas por parte del Central, para lo cual necesita el visto bueno cotidiano del FMI. Se trataría de un sacrificio mayor: una inmolación a cielo abierto en el altar de los “mercados”.
La fuga de capitales será otro factor clave a observar en la transición hacia octubre: suma U$S 72 mil millones desde diciembre de 2015 hasta junio de este año (última información disponible en el Banco Central).
En 2015, con la restricción que significó el “cepo” a la compra de dólares, la formación de activos externos (una medida de la fuga) se incrementó 18 % en el período entre agosto y octubre en relación a los primeros meses de año; en 2017, ya sin “cepo”, subió 68 % luego de las PASO. Por esta vía, es esperable mayor presión sobre el dólar. El vaciamiento de país no se toma vacaciones.
El castillo de naipes de la frágil economía tiene otras piezas sensibles: la deuda de corto plazo del Tesoro (Ministerio de Hacienda) está constituida por una serie de títulos que contabilizan vencimientos por alrededor de U$S 12 mil millones hasta octubre. El nivel de renovación que obtenga el Gobierno será un test importante para evaluar la confianza del “mercado”.
Las alquimias cambiarias y financieras ocuparán la escena en el período entre las PASO y las elecciones de octubre: el intento macrista apunta a sostener la estabilidad ficticia del dólar. Mientras tanto, la economía difícilmente cambié el actual tono de hundimiento.

Más allá de octubre

Tres años y ocho meses de Mauricio Macri como presidente dejan un nivel de actividad económica menor al recibido en 2015. Cuando termine 2019, la economía contabilizará el segundo año consecutivo de recesión con un notorio derrumbe en el ámbito industrial.
La inflación es mayor que la heredada: actualmente ronda el 56 % interanual. La economía ingresa en el interregno entre agosto y octubre con tasas de desocupación y pobreza de las más altas desde 2003/2005.
La deuda pública regularizada (sin contar litigios con fondos buitre) trepó desde U$S 223 mil millones a fines de 2015 hasta los U$S 323 mil millones en marzo de este año (último dato disponible). La escalada de endeudamiento y el regreso al FMI implicarán pagos de deuda imposibles de abordar sin nuevos ataques a las condiciones de vida.
Existen compromisos por U$S 41.513 millones anuales promedio para el período 2020-2023: con un tipo de cambio de $ 45 por dólar, equivale a que cada uno de los 45 millones de argentinas y argentinos pague un impuesto de más de $ 40 mil anuales en beneficio de los especuladores de la deuda.
La gestión macrista agravó los desequilibrios económicos preexistentes e hipotecó el país: más temprano o más tarde, todo conduce a una nueva crisis de deuda.
Si el resultado electoral no acelera el descalabro y Trump no mete la cola de nuevo, las verdaderas tormentas para la mayoría trabajadora vendrán después de octubre.
Entonces volverán a primer plano la devaluación y las recetas del FMI, empezando por la reforma previsional y laboral. Son las cartas que los principales candidatos tienen escondidas bajo la manga.

Pablo Anino
@PabloAnino
Sábado 10 de agosto | 00:43

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