miércoles, mayo 15, 2019

Un nuevo aniversario de la creación del Estado terrorista de Israel



El 14 de mayo se cumple el 71 aniversario de la creación artificial del Estado Israelí. La mentirosa "independencia" celebrada ese día por el sionismo, es en realidad la Nakba (catástrofe) que para los palestinos comenzó al día siguiente.

El año pasado, cuando se cumplieron 7 décadas de la usurpación, robo de propiedades por parte de la Haganá (organización paramilitar judía creada en 1920 y antecesora del Ejército Israelí, Tzahal), de la expulsión y matanza de palestinos, ese aniversario se dio en el marco de una brutal represión a la marcha del Gran Retorno.
Las movilizaciones se dieron fundamentalmente en Gaza (y algunas ciudades de Cisjordania) conmemorando la Nakba. Mientras el Ejército Israelí, con sus francotiradores asesinaba y hería a los palestinos movilizados, mantenía presa a Ahed Tamimi, la adolescente que se convirtió en un símbolo de la resistencia de su pueblo. Recién fue liberada a fines de julio de ese año.
Coincidiendo con este nuevo aniversario, se cumple un año de la provocación del gobierno de Estados Unidos, que bajo la batuta de Donald Trump decidió mudar su embajada a la ciudad de Jerusalén. Ciudad que incluso la ONU se opone a declarar de dominio israelí.
El Estado de Israel, socio menor de la principal potencia hegemónica –aunque en crisis-, lógicamente celebró esa decisión. Solamente Guatemala y Honduras siguieron la política de Trump con respecto al traslado de sus embajadas de Tel A Viv a la llamada "ciudad santa" (allí convergen las iglesias de las tres principales religiones monoteístas: el islam, el catolicismo y el judaísmo).
Paraguay, con el cambio de gobierno en septiembre del 2018, retrocedió de esa decisión y volvió su sede a la ciudad más occidental de Israel.
Este 71 aniversario encuentra otra vez en el poder a "Biby" Netanyahu. El ultraderechista primer ministro volvió a ganar las elecciones, obteniendo un quinto mandato. Pero esta vez la crisis que él mismo venía arrastrando producto de las causas judiciales que tiene por corrupción y la inestabilidad del sistema político, casi le juega una mala pasada.
Benjamín Gantz, un outsider de la política israelí, pero no de su columna vertebral: el ejército (fue jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas de Defensa de Israel), creo para competir en las pasadas elecciones un partido de centro derecha (la alianza Azul y Blanca).
Empardó al Likud en el conteo de votos, pero Netanyahu logró, una vez más el apoyo del bloque de ultraderecha y del partido religioso. Así pudo formar coalición y retener el cargo de Primer Ministro.
Mientras tanto el Estado Israelí, el único país de Medio Oriente al que se le permite poseer armamento nuclear, desde hace meses ya es un "Estado Nación judío", la knesset (su parlamento) hizo ley el llamado "hogar nación", basado en preceptos religiosos. Nada que envidiarle al islamismo y su concepción teocrática del mundo.
Este 71 aniversario otra vez el cinismo y la falsedad histórica encabezan la “fiesta de la independencia de Israel”. Veamos por qué.

Los orígenes

La creación del Estado de Israel, se constituyó de manera artificial pues era una minoría judía la que habitaba esas tierras, incluso desde la ocupación británica, que dominó el territorio desde antes del inicio de la 1° Guerra Mundial, y que a lo largo de esos años fue “implantando” población de origen judío.
Inglaterra como potencia ocupante, fue “avalada” por la Liga de las Naciones (institución imperialista antecesora de las Naciones Unidas –ONU-), que le confirió un status de “protectorado” a ese coloniaje otorgándole su administración “legal” en 1922. Se trataba por ese entonces, a la salida de la I Guerra, del reparto de las colonias y de las “esferas de influencia” de los mercados y en ese reparto del botín, Inglaterra se quedó con el territorio que ya dominaba desde 1915, Palestina.
Pero fue en 1917, para neutralizar los movimientos nacionalistas árabes que habían surgido contra la opresión del Imperio Otomano, que Inglaterra impulsa la declaración de Lord Balfour (Secretario de Relaciones Exteriores británico) mediante la cual se declara favorable a la “creación de un hogar nacional judío” en el “mandato británico palestino”. Esta declaración iba dirigida al Lionel Rothschild, miembro sionista de la pujante burguesía financiera británica, para que la diera a conocer a la Federación Sionista.
Esto tuvo como consecuencia inmediata la entrada a Palestina de miles de colonos judíos. Los sionistas compraban tierras a los campesinos palestinos por escasas monedas y si estos oponían resistencia, no dudaban en recurrir a la violencia.

Los líderes árabes ceden Palestina

Pero esta política de comenzar a ocupar tierras que no les pertenecía originariamente, constituía el gran acuerdo entre el sionismo y las potencias imperialistas, concretamente en este caso Inglaterra, pero contó con la complicidad de miembros de familias “reales” árabes, como es el caso de Faisal Husain, miembro de la familia de los hachemíes.
Husain, fue un líder nacionalista de la rebelión árabe (1916/1920) contra el Imperio Otomano y cuyo proyecto era un Estado árabe, fundado sobre las bases de una monarquía constitucional en los territorios denominados por aquel entonces Siria, que comprendían los actuales Siria, Líbano, Jordania, el Estado de Israel y los territorios ocupados.
Como ese proyecto chocaba con las aspiraciones de las potencias imperialistas del reparto de los mercados, Faisal se ve enfrentado con Francia, que por esa división imperialista poseía Siria del Norte (Líbano y Siria), es expulsado de Siria por los franceses que desataron en esa zona un baño de sangre, eso lo hace volcarse hacia acuerdos con Inglaterra y con el sionismo, ya que era la cara visible de la monarquía árabe que también reclamaba para sí las tierras de Palestina.
En 1919 Faisal firma un acuerdo con el sionismo representado por su líder Jaim Weizmann (quien luego fuera el primer presidente del Estado de Israel), donde les reconoce su derecho a la inmigración masiva a tierras palestinas, simplemente a cambio de igualdad religiosa y control musulmán sobre los santos lugares del islam y de que promuevan la constitución de un Estado árabe que excluía a Palestina.
A los pocos meses de firmado el acuerdo, el sionismo aprovecha la Conferencia de París (la reunión donde los aliados discutieron las condiciones a imponer a los países derrotados de la I Guerra mundial), para reclamar una Palestina enteramente judía.

La situación de los judíos en Europa que da origen al sionismo

Esta política de “copamiento” de territorio continuó, ya en la primera mitad de la década del 30, Inglaterra emite un decreto que ordena ceder tierras a todo aquel que posea una torre y una empalizada, fue así que en pocos meses los sionistas montan torres y empalizadas y eso los convierte en “propietarios” de vastas extensiones de hectáreas.
A la vez los llamados sionistas de “izquierda” se establecen en colonias “socialistas” (los llamados kibutzim), que de hecho eran campamentos militares que interferían las comunicaciones entre las aldeas palestinas.
Es decir: las potencias imperialistas, en esa época con Inglaterra a la cabeza y el sionismo usaron a un pueblo perseguido como el judío, que ya a fines del siglo XIX se veía obligado a huir de los pogroms que los asesinaban por miles sobre todo en Europa Central y Oriental, donde el desarrollo burgués fue más atrasado, a diferencia de la Europa occidental cuyas revoluciones burguesas en Inglaterra, Francia y los Países Bajos permitieron la integración y la asimilación progresiva de los judíos.
Ese atraso de la burguesía de Europa Oriental como fuerza social, empujaba a los judíos a la proletarización, la miseria y los confinaba a vivir en guetos. Los habían convertido prácticamente en el último escalón de sus sociedades y eso le servía a esa burguesía para erigirlos en chivos expiatorios de los padecimientos de las masas.
Los pogroms tuvieron como marca de nacimiento esta política pérfida y asesina de las burguesías. Y el sionismo que por esa época también comenzaba a desarrollarse (1897) como movimiento político de un pequeño sector de la burguesía judía, para llevar adelante su proyecto de un Estado judío, no tuvo ningún empacho en reunirse y hacer acuerdos por ejemplo con la autocracia zarista, que llevaba adelante esos pogroms y campañas antisemitas.
El zarismo quería que los líderes sionistas convencieran a muchos judíos de abandonar su militancia en partidos obreros. Recordemos que fueron esas condiciones terribles de vida bajo las que se encontraban miles y miles de judíos, que dieron origen a la militancia revolucionaria, destacándose dirigentes marxistas como León Trotsky, Rosa Luxemburgo, Riazanov, Lev Kamenev y un largo etcétera.
Luego, con el correr de las décadas sobrevino el nazismo y el exterminio de 6 millones de judíos en campos de concentración ya en la II Guerra mundial. Y esto fue usado por las potencias vencedoras como Inglaterra y sobre todo Estados Unidos, que salió de la Guerra como potencia hegemónica, para sentar las bases de una política reaccionaria encarnada en la creación del Estado de Israel. Y estamos hablando de las mismas potencias que cerraron sus fronteras a los miles y miles de judíos que huían del nazismo.

1948: año de la NAKBA

El sionismo y el imperialismo inglés tuvieron por último que derrotar a sangre y fuego la rebelión árabe palestina que se dio entre 1936 y 1939, para finalmente poder 9 años después proclamar su Estado racista. Un Estado que siempre fue absolutamente funcional a los intereses del imperialismo, con el fin de someter a los pueblos árabes oprimidos de Medio Oriente y que aún hoy con los cambios geopolíticos de los últimos años, continúa cumpliendo el mismo fin estratégico.
Un año antes, en 1947, en las Naciones Unidas se establece la partición de Palestina y les ceden a los sionistas el 52% de su territorio. Las milicias sionistas intervienen llevando adelante una masacre. Esta vez borraron del mapa 500 aldeas y obligaron al exilio a más de un millón de personas. Exilio que a lo largo de los años ascendería a más de 7 millones de refugiados que no tienen el mínimo derecho a retornar a sus tierras.
Sabido es que las mujeres palestinas llevan consigo una llave que se pasan de generación en generación y que representa la llave de las puertas de sus casas de donde fueron expulsadas con sus familias en 1948.
Esa es la base de la fundación del Estado Judío, que contó con la aprobación de Stalin en acuerdo con el imperialismo norteamericano (EEUU todos los años vota en su presupuesto nacional, el porcentaje que será destinado a Israel).
Ese Estado de Israel que hasta no hace muchos años tenía en sus leyes un artículo que habilitaba para que se pudiera torturar a prisioneros, con el fin de “bregar por la seguridad nacional”.
La gran mayoría de los habitantes ancestrales de la tierra donde hoy se asienta ese Estado, fue conminado a vivir en cárceles a cielo abierto como es hoy Gaza. Los palestinos cuentan además con Cisjordania. Establecieron una política muy similar a los bantustanes de la Sudáfrica del apartheid.
Los dos territorios abarcan poco más de 6.100 km cuadrados, donde viven aproximadamente 2 millones 800 mil palestinos. Pero son territorios separados entre sí y en el medio uno de los ejércitos más poderosos de la tierra, el ejército israelí.
Esta distribución y separación geográfica es lo que hace también que sea utópica la política de constituir un Estado Palestino, al lado del Estado de Israel ¿Qué clase de Estado se puede construir sin conexión entre sus territorios y sin control de los recursos naturales?
Para darnos una idea: la provincia de Tucumán es casi 4 veces más grande que el territorio de Gaza y Cisjordania juntos y actualmente en Tucumán viven 1 millón 500 mil habitantes.

Cómo lograr un verdadero Estado que albergue a árabes y judíos

Más allá de las consideraciones sobre la Iglesia católica, que dicho sea de paso no levantó la voz para defender a los judíos perseguidos por los pogroms, ni tampoco cuando fueron víctimas del nazismo, hace años que viene discutiendo con el Estado hebreo por sus congregaciones católicas, esto también habla de un Estado teocrático que margina a los que no profesan la religión judía.
Un Estado que incluso cada vez “acorrala” más a sus ciudadanos laicos, pues cada semana, por ejemplo, se emiten resoluciones desde ministerios como el de Educación ordenando que los jardines de infantes y las primarias abandonen la enseñanza del árabe y solo se hable hebreo o que las obras de teatro tengan la obligación de exponerse en territorios ocupados, esto a pesar de la negativa de muchos artistas israelíes que no acuerdan con la ocupación.
Por eso la verdadera paz y un verdadero Estado donde puedan convivir árabes y judíos en plena igualdad, no será posible mientras exista un Estado sionista, que es actualmente la principal potencia armamentística –y nuclear- de la región.
Un Estado que albergue al pueblo trabajador, más allá de que profesen la religión musulmana, judía, cristiana o ninguna, podrá concretarse mediante una Palestina obrera y socialista que abarque todo su territorio histórico, defendiendo la necesidad de una Federación de Repúblicas obreras de Medio Oriente. Tarea que deberá ser emprendida por la clase trabajadora y los campesinos de toda la región.

Mirta Pacheco
@mirtapacheco1
Martes 14 de mayo

Fuentes:

• La gran revuelta árabe (1936-1939): Estructuras, identidades y lógicas de conflicto al interior del territorio palestino. Ariel Hernán Farias. Universidad de Buenos Aires. Nómadas. Revista crítica de Ciencias Sociales y jurídicas. 2010.
• La fundación del Estado de Israel. 60 años de ocupación y genocidio. Miguel Raider. La Verdad Obrera, 15 de mayo 2008.
• Revista de América N°12. Diciembre de 1973.
• Historia de la Palestina moderna (Un territorio, dos pueblos). Illan Pappe. Ediciones Akal S. A., 2007.

No hay comentarios.: