El ingreso a Buenos Aires por Retiro, pasadas las 7am del domingo 16/6 (venía desde San Luis, donde participé de un Curso de posgrado sobre Economía Política y uno de los contenidos remitió a la crisis energética), me encontró con el apagón de la ciudad y mucha gente incomodada por los cierres de los trenes y el subte, con escaso transporte público por el feriado dominical, y encima, con tarifas de taxis muy elevadas para ser absorbidas por los transeúntes regulares de ese especial territorio.
Salía de la Terminal con lluvia, sin paraguas y memorando a los responsables de la desidia por lo “común”, sí, especialmente la gente de abajo, la de la calle, la de a pie, que ante estas situaciones se pone en evidencia la lejanía de sus necesidades e intereses en las agendas del poder. Mientras caminaba, todo tapado, abrigado, por el frío y la lluvia, escuchaba el delirio de la desinformación (fue mi primera impresión): “parece que es en todo el país y países limítrofes”.
¡No, no era delirio, era verdad! El país, salvo Tierra del Fuego estaba afectado por un corte general, que alcanzaba a parte de Uruguay y Brasil. En el trayecto hacia mi casa busqué por todas las redes información sobre el episodio (que bueno que había cargado el celular en el viaje) y nada encontraba, solo la indignación de los afectados, en este caso, nadie se salvaba.
Ninguna información de las autoridades, la que solo llegó a las 15:30 en una mísera conferencia del Secretario de Energía, un tal Lopetegui, que antes había sido uno de los segundos de la Jefatura de Gabinete y que Macri dice que es como si fuera el mismo; ah, antes había sido ejecutivo de LAN (la que era empresa de Piñera, el empresario ricachón y Presidente chileno).
En la Conferencia, el Secretario nos informó que en 15 días habrá alguna información sobre “algo que nunca debió ocurrir”. ¡Increíble!
Ahí si pensé en el delirio de nuestras autoridades, que no pueden explicar nada. No explican el apagón, ni la perdida de reservas internacionales, ni la pobreza, el desempleo, la inflación o la recesión.
Unas 12 horas después de iniciado el apagón, el Presidente tuiteó que estaban buscando el problema para restablecer el servicio. Vale interrogarse si alguna vez sabremos lo que ocurrió, mientras tanto, el incremento de tarifas continuará, a no dudar.
La ganancia es lo que interesa
Imprevisión es poco decir para identificar lo ocurrido, que es resultado lógico de un proceso que lleva tres décadas desde las privatizaciones de las empresas públicas, donde la extranjerización ha sido el resultado evidente con la consecuencia directa por el interés privado por la ganancia, agravado en estos años de aumentos impresionantes de las tarifas de servicios públicos, sin el correlato de inversiones.
En todo caso, el fenómeno nos devuelve que, ante el fallo técnico, el sistema se apaga y cuesta reconectar en defensa de los equipos, privilegiados antes que el derecho de los usuarios al acceso de la energía.
No hay que sorprenderse, la energía es una mercancía en la lógica neoliberal que nos gobierna desde 1975/76, exacerbada en los 90 del siglo pasado (Menem y De la Rúa) y reafirmada en este ciclo del PRO y Cambiemos, que pretende sucederse otro periodo de gestión presidencial, entre 2019 y 2023.
Desde los años de la genocida dictadura se avanzó en un proceso deliberado de destrucción de los servicios públicos, como antesala de las privatizaciones ocurridas bajo la gestión Menem. Es cierto que los intentos por morigerar el impacto extranjerizante y privatizador apenas pudo instalarse en estos muchos años y sí, estructuralmente no pudieron revertirse, sino contener parcialmente sus regresivos efectos.
A contramarcha podemos registrar variadas resistencias populares y escasos intentos de activos militantes por instalar una concepción de “derecho a la energía”, que entre pocos difunde el sindicalismo de la energía, desde la militancia de José Rigane, el sindicato de base en Mar del Plata y la Federación de Trabajadores de la Energía, la FeTERA en la CTA Autónoma.
Es una batalla desigual, no solo contra el poder de las transnacionales y los gobiernos a su servicio, sino de aquellos que no incorporan a la energía como parte de los derechos humanos imprescindibles para la sociedad.
No alcanza con señalar que el Estado debe hacerse cargo de los servicios públicos, sino que es la sociedad y por eso sustentamos la socialización de los servicios públicos, con participación de trabajadores, trabajadoras y usuarios a todo nivel, para decidir sobre el derecho a la energía.
Es la sociedad en su conjunto la que debe definir el alcance de los derechos humanos, más allá del derecho a la salud o a la educación, siendo de carácter estratégico el derecho a la energía.
El futuro cercano
Asistimos a un proceso electoral en el que se define el futuro cercano de la Argentina, donde se discute la continuidad o no del gobierno Macri.
En rigor, no alcanza con obstaculizar un nuevo ciclo del PRO-Cambiemos, aun con ampliación de aliados, sino que se debe poner en discusión el modelo productivo y de desarrollo y señalar, en un proceso de transición, el rumbo a seguir relativo al papel de la sociedad en la toma de decisiones, cuales son las prioridades a resolver y en ese marco definir la política económica.
No alcanza con no reiterar las pautas sostenidas en el acuerdo entre el FMI y el Gobierno Macri, sino revertir el rumbo, cambiando de beneficiarios y perjudicados, para encarar una etapa de cambios que encaminen un proceso de liberación nacional y social. Es algo en discusión a partir de las alianzas actuantes para el debate electoral y las candidaturas que se definen en las próximas horas.
El apagón de luz puede anticipar el político, pero no nos alcanza con que se apague Macri en la presidencia para el próximo turno, sino que lo que necesitamos es que se apague la política neoliberal consensuada electoralmente por la sociedad.
Julio C. Gambina
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