El 25 aniversario de la rebelión zapatista del primero de enero de 1994 estuvo signado por una singular demostración de la voluntad de lucha anticapitalista que ha caracterizado al EZLN durante estos años. Cinco mil milicianos y milicianas en disciplinada formación escucharon con entusiasmo el discurso del vocero de la organización político militar, el subcomandante insurgente Moisés, en el que reiteró con acritud su oposición al gobierno actual, y desató una virulenta campaña de calumnias, descalificativos e, incluso, amenazas de usar fuerza paramilitar contra los mayas zapatistas.
Cabe señalar que las campañas antizapatistas datan de los primeros días del levantamiento, y reaparecen recurrentemente en determinados contextos políticos y de acuerdo a necesidades de grupos de poder. Recordemos las diatribas de Octavio Paz criticando lo inoportuno de la rebelión y los daños que ésta causaría al país; o los escritos de Héctor Aguilar Camín y su grupo que se constituyen en los representantes de la derecha ilustrada en su reacción conservadora hacia la opción armada neozapatista. Arturo Warman, por su parte, como ideólogo salinista, negaría el carácter nacional de los indígenas rebeldes, y, por ende, la autoría del movimiento, recurriendo a la tesis de sujetos manejados por otros actores: “No me parece el movimiento de los pobres sino la manipulación de la pobreza, del aislamiento (…) No es un movimiento indígena, es un proyecto político-militar implantado entre los indios pero sin representarlos (…) No debemos confundir: no es la voz de los indios, simplemente algunos de ellos están presentes como en todas las expresiones de la vida nacional.” (Chiapas hoy. La Jornada, 16/01/94.)
Asimismo, Mario Vargas Llosa, con el auxilio de amanuenses trabajando con información de los servicios policiacos mexicanos, contribuyen a la creación del mito de pueblos indígenas como adocenadas cobayas que siguen las puestas en escena del mestizo visible del grupo insurgente. La conjetura sobre la exterioridad de la insurrección y el carácter sempiterno del indígena como sujeto manipulado fue utilizada por el Ejército y los servicios de inteligencia mexicanos, y por analistas afines en los medios masivos de comunicación, para negar el protagonismo indígena en el origen y desarrollo de movimiento zapatista.
Así se instala tempranamente la interpretación racista de personificar en el entonces subcomandante insurgente Marcos, ahora Galeano, lo que en realidad ha sido y es el resultado organizativo y político de un complejo e inédito movimiento indígena surgido de las entrañas de la Selva Lacandona. El planteamiento repetido hasta la saciedad por toda la gama del antizapatismo no reconoce que el EZLN está integrado casi en su totalidad por indígenas de las distintas etnias de origen maya, y considera que toda iniciativa, declaración o programa proviene de Marcos-Galeano, contra quien se lanzan agresiones y reprobaciones que cubren todo el espectro político y la sicopatía social.
Si bien existe una historia de denostaciones y todo tipo de excesos declarativos contra el zapatismo durante estos 25 años, ahora ampliados masivamente por las redes sociales y el espacio cibernético, no sería descabellado pensar en la participación activa de actores estatales en esta inusual escalada antizapatista, que el presidente Andres Manuel López Obrador parece no controlar, pero si tolerar. Durante estas dos semanas nada se ha declarado en torno a la guerra mediática, que incluyó la intrusión oportunista e irresponsable de un médico que amenazó con utilizar fuerzas paramilitares en 28 estados, que, según él, estarían bajo su mando, en defensa de AMLO y en contra del EZLN.
Así, la inusual parada miliciana y la arenga del 25 aniversario constituyen una enérgica llamada de atención del EZLN sobre el riesgo para la vida, los territorios y los autogobiernos que conllevan los proyectos desarrollistas y las políticas de militarización del gobierno actual concretadas en la Guardia Nacional; expresan el indeclinable empeño de resistir, como durante estos 25 años, al mal gobierno. El Congreso Nacional Indígena – Concejo Indígena de Gobierno declaró: “Advertimos a los malos gobiernos que cualquier agresión en contra (del EZLN) es también contra el CNI – CIG, por lo que hacemos un llamado a las redes de apoyo en todo el país y a las redes de resistencia y rebeldía en México y en el mundo a estar atentos y organizados para accionar de manera conjunta y construir un mundo en el que podamos vivir todas y todos.”
Muchas son las interpretaciones acerca de la soledad de los rebeldes zapatistas aludida por el sub Moisés después de años de bregar a contracorriente. Sin embargo, la solidaridad y el apoyo a estos infatigables insurgentes tejedores de sueños es un hecho comprobable, incluso en el ámbito planetario. La consigna de enero de 1994 de ¡no están solos!, sigue más vigente que nunca.
Gilberto López y Rivas
La Jornada
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