miércoles, marzo 20, 2019

Contra el golpismo de Trump y Guaidó: que los trabajadores encabecen la lucha contra la agresión imperialista y la miseria a que son sometidos



Declaración de organizaciones revolucionarias de trabajadores, mujeres y jóvenes de diversos países de América Latina, Europa y Estados Unidos que componen la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional (FT-CI).

1. Quienes suscribimos esta declaración repudiamos los intentos de golpe en Venezuela planificados en Washington entre el gobierno de Trump y la oposición de derecha venezolana, apoyado por sus agentes directos en América Latina, los gobiernos de la derecha continental agrupados en el llamado “Grupo de Lima” y las principales potencias imperialistas europeas. Un golpe que si no se ha concretado es solo porque han fracasado los sucesivos intentos de quebrar a las Fuerzas Armadas venezolanas, que por sus propios intereses aún mantienen lealtad a Maduro. Se trata de un salto en la injerencia imperialista en la región que no se veía desde la invasión a Panamá y el derrocamiento de Noriega en 1990, en nombre de la “lucha contra el narcotráfico” con la “Operación Justa Causa”. De triunfar el imperialismo y la derecha en Venezuela, los gobiernos de la región estarán más fuertes para aplicar los planes del FMI o implementar las reformas laborales y previsionales en beneficio de los capitalistas. Además, implicaría una mayor sumisión semicolonial de la región. La política de Trump es recuperar el terreno perdido por los EE.UU. en la década pasada y alinear a América Latina como su “patio trasero” tras los intereses norteamericanos, entre los que se encuentra la disputa con China y Rusia que buscan hacer sus propios negocios.

2. Pretenden ocultar esta política neocolonizadora invocando la defensa de la “democracia”, los “derechos humanos” y la “ayuda humanitaria”. Pero los gobiernos de los Estados Unidos desde siempre han promovido todo tipo de intervención militar y política contra los pueblos del mundo. La hipocresía no puede ser mayor. Son los mismos que apoyan a regímenes sanguinarios como, por ejemplo, la sangrienta monarquía del príncipe Mohamed bin Salman en Arabia Saudita, o el de Al-Sissi en Egipto, y bombardean poblaciones civiles como en Irak, Afganistán o Yemen. Los funcionarios del gobierno de Trump como los neoconservadores John Bolton, Elliott Abrams (formado en los años de Reagan en la “lucha antisubversiva” contra el gobierno sandinista y en el apoyo a la Contra y a las dictaduras de Centroamérica), Mike Pompeo, Mike Pence, o el “gusano” Marco Rubio están entre los más entusiastas agitadores del golpe. Pero no están solos. El partido demócrata acompaña esta política imperialista, incluso sus referentes que se presentan como “anti-establishment” como Bernie Sanders o Alexandria Ocasio-Cortez, lejos de lanzar una gran campaña en el propio Estados Unidos contra esta ofensiva neocolonizadora sobre América Latina, avalan los argumentos hipócritas de la “ayuda humanitaria” y la “defensa de la democracia” esgrimidos por Trump.

3. Los gobiernos del continente que integran el llamado “Grupo de Lima”, encabezados por Piñera, Macri, Bolsonaro y Duque, se han sumado a esta cruzada intervencionista y golpista, mientras en sus propios países atacan los derechos y libertades democráticas para imponer ataques contra los trabajadores, como las contrarreformas laborales, y planes de ajuste y entrega dictados por el FMI y el imperialismo. Junto con ellos, la ofensiva golpista también cuenta con el apoyo de diversos gobiernos europeos, encabezados por los imperialismos francés, español, alemán y británico. Por su parte, el diálogo con los golpistas impulsado por el Vaticano, y algunos países como México, no puede implicar ninguna salida favorable para los trabajadores en tanto “salida negociada” con el imperialismo y sus sirvientes locales.

4. La derecha golpista de Venezuela utiliza la situación de catástrofe económica y social del país, y el hartazgo de las masas con la política económica antiobrera, antipopular y represiva de Maduro, para buscar una base interna para el golpe. Pero pretenden aplicar un nuevo saqueo a las grandes mayorías, un duro plan neoliberal, pomposamente llamado “plan país” con las recetas tan conocidas para los pueblos latinoamericanos, como privatizaciones, mayor endeudamiento, despido de empleados públicos, etc. No puede sorprendernos, es la misma derecha golpista, patronal y proimperialista que ya dio el golpe contra Chávez en 2002. La autoproclamación de Guaidó como “presidente encargado” –que fue reconocido por Estados Unidos, la gran mayoría de las potencias imperialistas de la Unión Europea (empezando por Macron y el “socialista” Pedro Sánchez) y los gobiernos de la derecha regional, y con quien China mantiene algunos contactos informales- es claramente un intento de golpe para poner un gobierno títere de los intereses imperialistas, presionando para que las Fuerzas Armadas rompan con Maduro y lo empujen fuera del poder, prometiéndoles a éstas una amplia amnistía, lo que muestra además que buscan gobernar con estas mismas Fuerzas Armadas corruptas y represoras.

5. Esta condena al intento de golpe no implica darle ningún aval y apoyo político al gobierno de Maduro, que prácticamente co-gobierna con las FF.AA., y que es el responsable de llevar a la encerrona en la que se encuentra el pueblo venezolano. Desde el comienzo el chavismo estableció un régimen con las Fuerzas Armadas como principal sostén de su poder, en el cual el papel asignado a las masas era movilizarse de manera controlada por el gobierno, donde se estatizaron las organizaciones populares y buena parte del movimiento obrero. Chávez logró importantes niveles de autonomía política frente al imperialismo y pulseó con el capital imperialista por una porción mayor de la renta petrolera, así como la recuperación para la órbita estatal de empresas nacionales privatizadas en la ofensiva neoliberal de los ’90, llevando adelante una relativa redistribución de la renta que le permitió la larga coyuntura de altos precios petroleros y el gran respaldo de masas. Sin embargo, a pesar de la retórica sobre una “revolución” y el “socialismo del siglo XXI”, no rompió con la inserción subordinada y dependiente del país en el capitalismo imperialista, al tiempo que alentaba la idea de un supuesto “desarrollo nacional” con una hipotética burguesía “patriótica y productiva”. Por esto el país siguió sometido a la sangría de recursos vía deuda externa, ganancias de las transnacionales (que ahora incluían rusas y chinas, además de las estadounidenses y europeas) y el saqueo de la renta petrolera por parte tanto de la burguesía tradicional como de los empresarios aliados del chavismo y altos burócratas del gobierno. La bonanza petrolera y el endeudamiento externo, que bajo los gobiernos de Chávez permitieron una enorme transferencia de renta pública a manos privadas, no trajeron ningún desarrollo cualitativo de las fuerzas productivas y cuando pasó la bonanza el país se encontraba más dependiente que antes de la renta y las importaciones, con una altísima deuda pública externa y un hueco enorme en sus finanzas producto de la multimillonaria fuga de capitales.

6. Al desplomarse los precios del petróleo y tener enfrente el vencimiento de plazos para pagar la deuda pública, Maduro optó por garantizar los intereses del capital financiero internacional y de los fugadores de la renta, aplicando un duro ajuste contra el pueblo. Cumplió rigurosamente los pagos de deuda al costo de producir una drástica contracción en las importaciones del país, incluyendo alimentos y medicinas, tomó nuevas deudas con China y Rusia, deudas que China se cobra con petróleo y gracias a las cuales el 49% de Citgo, la filial de PDVSA en Estados Unidos, está comprometida como garantía de pago con la rusa Rosneft. Lejos de tomar alguna medida antiimperialista inició un curso entreguista en el sector petrolero (violentando la propia legislación nacional para favorecer a los pulpos petroleros), minero (con el nefasto Arco Minero del Orinoco), y con una nueva ley de inversiones extranjeras más complaciente con el capital internacional. Lejos de revertir el saqueo de la renta, condujo a los trabajadores y el pueblo pobre a un brutal ajuste hiperinflacionario que pulverizó los salarios, ajuste del que son arte y parte los empresarios privados. Viniendo de una bonanza petrolera, las grandes empresas estatales del hierro y el acero, las azucareras y de alimentos, fueron llevadas a la quiebra, y PDVSA ha retrocedido a los niveles de producción de 1950. Las condiciones de vida del pueblo han caído dramáticamente entre la severa escasez, las devaluaciones siderales del bolívar y la hiperinflación, con salarios de hambre que han llegado a niveles de un salario mínimo a 5 dólares mensuales, siendo las mujeres trabajadoras y las de los sectores populares quienes más crudamente han sufrido en carne propia las calamidades de la crisis. Como estocada de esta política Maduro avanzó en la supresión de la vigencia de los contratos colectivos tanto en el sector público como en la empresa privada, junto a esta verdadera masacre de salarios y derechos históricos, facilitándole al capital una de las manos de obra más baratas del mundo, avaló despidos masivos en la empresa privada y ha exonerado a amplios sectores empresariales del pago de impuestos. La respuesta represiva del gobierno a las luchas obreras ha incluido el encarcelamiento de dirigentes sindicales y el uso de grupos parapoliciales para amedrentar. Es todo este cuadro lo que ha permitido a la derecha conquistar nueva base social de masas, capitalizando para sí el repudio masivo contra el gobierno, ante la ausencia de una alternativa obrera y popular.

7. El plan original de la derecha venezolana, que era dividir a las fuerzas armadas y que estas dieran un golpe contra Maduro ha fracasado hasta el momento. El pasado 23 de febrero, la derecha y el imperialismo tuvieron un importante revés al fallar su intentona golpista en la que pretendieron utilizar la “ayuda humanitaria” para concretar la política de “cambio de régimen”. Una operación instrumentalizada a través de la USAID (en español, Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), una organización que siempre participó en las operaciones de la CIA de cambio de régimen. Donde como quedó demostrado, hasta el incendio del camión con “ayuda humanitaria” en la frontera de Colombia a Venezuela fue realizado por los propios seguidores de Guaidó, mientras el gobierno de Trump y Guaidó se lo atribuían a Maduro como un “acto de lesa humanidad”. A partir de allí se ha abierto un impasse. Estados Unidos amenaza con la invasión militar pero no cuenta con la relación de fuerzas internas ni el “consenso” externo para invadir Venezuela, sus aliados más serviles como Duque en Colombia o el ultraderechista Bolsonaro en Brasil tampoco parecen estar dispuestos a hacer la tarea militar sucia contra Venezuela, y corren el riesgo de desatar una amplia respuesta de las masas en sus propios países. En este marco, la clave de la política imperialista pasó a ser el ahogo económico y una agresiva confiscación de bienes y recursos: el gobierno de Trump con el aval de la derecha golpista, se apropió lisa y llanamente de los recursos del pueblo de Venezuela, reteniendo los pagos por petróleo y asumiendo el control de Citgo, disponiendo de sus ingresos. Este es un acto de injerencia sin precedentes, que no solo pisotea la soberanía nacional sino que agrava las condiciones de vida del pueblo venezolano.

8. El pueblo venezolano recién empieza a salir de la situación crítica provocada por el mega apagón nacional que afectó durante varios días las condiciones elementales de subsistencia, gran parte del país aún continúa sin la restitución de los servicios básicos. La derecha golpista quiere utilizar la situación para lograr una base interna para sus planes golpistas. Guaidó es tan hipócrita como sus socios imperiales. Llora lágrimas de cocodrilo por los hospitales sin luz, pero pide intervención militar directa, al tiempo que apoya la confiscación de los bienes y recursos de Venezuela por parte de los EE.UU. y su utilización para abultar las cuentas del capital usurero internacional en concepto de la deuda pública. Para esta derecha y el imperialismo el sufrimiento del pueblo venezolano solo cuenta para sus intereses. Con una obscena agresión imperialista que persigue abiertamente el derrocamiento de Maduro por la vía de un golpe militar o alguna otra vía de fuerza, incluyendo la asfixia económica y las constantes amenazas de alguna intervención militar, no puede descartarse la opción de que los Estados Unidos estén detrás de algún sabotaje contra el país, no son pocos los casos de saboteos criminales de todo tipo en su larga historia intervencionista. Como tampoco puede considerarse poco factible que las causas obedezcan al propio colapso del sistema eléctrico nacional, que arrastra años de deterioro y crisis, con apagones constantes, con ciudades o zonas del país que pasan días o semanas sin electricidad, una realidad señalada una y otra vez por los propios trabajadores del sector eléctrico, algunos de los cuales han pagado con cárcel sus advertencias sobre la grave situación del sistema eléctrico. La preservación del carácter público del sistema eléctrico y su pase a gestión directa de los propios trabajadores, desplazando a la burocracia “cívico-militar” corrupta y antiobrera responsable de la situación actual, es la única salida verdaderamente progresiva para la catastrófica situación del sistema eléctrico que vive Venezuela.

9. La alternativa es la movilización obrera y popular contra la intentona golpista y cualquier tipo de injerencia imperialista y contra los planes de ajuste, ya sea el que implementa el gobierno de Maduro o el “Plan País” de Guaidó. Quienes suscribimos esta declaración sostenemos que Venezuela debe ser gobernada por sus trabajadores y dar pie a una profunda reorganización que ataque los intereses de los capitalistas y el imperialismo para dar satisfacción a las apremiantes necesidades populares. Con este objetivo luchamos por la autoorganización de los trabajadores y proponemos un programa obrero de emergencia que contemple los siguientes puntos: no al pago de la deuda externa; repatriación de los capitales fugados aplicando medidas de excepción para obligar a estos delincuentes de “guante blanco” que estafaron al país a repatriar lo que saquearon; imponer el monopolio estatal del comercio exterior; la anulación de los actos de entrega de los recursos naturales, como el Arco del Orinoco y el petróleo, y puesta bajo control de sus trabajadores; confiscación de los bienes de quienes saquearon al país para disponer de esos recursos para las necesidades urgentes del pueblo y del país; respeto íntegro a los contratos colectivos y un salario igual a la canasta básica indexado mensualmente según la inflación, combinado con un verdadero control de los precios ejercido directamente por los trabajadores y las comunidades, con delegados electos democráticamente por las bases en los lugares de trabajo y las comunidades, que pongan más de conjunto la producción y la distribución bajo el control verdadero del pueblo, sin burócratas del gobierno ni militares; reincorporación de todos los despedidos; rechazo a los despidos tanto en el sector público como en el privado; ocupación y producción bajo control obrero –sin militares ni el gobierno– de toda empresa que despida o amenace cerrar; libertad para los trabajadores presos por luchar y anulación de los juicios a los trabajadores, campesinos, habitantes de las comunidades, estudiantes e indígenas enjuiciados por protestar; disolución de la GNB, las FAES y órganos encargados de reprimir al pueblo; entre otras medidas imprescindibles frente al colapso actual.

10. La lucha por un programa de estas características llevará a conquistar la independencia de las organizaciones obreras, lo que implica la expulsión de la burocracia oficialista de los sindicatos, que juega un rol traidor, actuando como funcionarios del gobierno dentro del movimiento obrero, así como desplazar también a la burocracia sindical que responde a la derecha y pretende limitar al movimiento obrero a ser pieza de la ofensiva golpista de Guaidó. Al calor de la lucha por estas demandas podrán surgir organismos de democracia directa y de frente único tanto del movimiento obrero, como entre los trabajadores y los sectores populares, las mujeres y la juventud, base de una potencial alianza obrera y popular. En esa perspectiva, la autoorganización de los trabajadores implica también el derecho y la necesidad de organizar su propia autodefensa, frente a la represión de las Fuerzas Armadas y las bandas paraestatales. Una necesidad que se torna más concreta con el renovado avance represivo del gobierno de Maduro, expresado no solo en las denuncias de apresamiento de trabajadores del sector eléctrico, sino de manera más reaccionaria en la convocatoria que ha hecho a los mal llamados “colectivos”, en realidad grupos parapoliciales, a “activarse” para “defender la paz” y el orden.

11. Desde la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional (FT-CI), desde nuestras organizaciones en cada país y desde la red de diarios La Izquierda Diario somos parte de las movilizaciones que se han desarrollado con este contenido, como las convocadas por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores en Argentina. Llamamos a la más amplia movilización de los trabajadores de todo el mundo, y especialmente en los países imperialistas que están comprometidos con la ofensiva en Venezuela, así como en toda Latinoamérica, contra esta intentona golpista y la injerencia imperialista, con independencia del gobierno de Maduro, por una salida política de los trabajadores para Venezuela y para la unidad socialista de América Latina y el Caribe.

18 de marzo de 2019

Organizaciones que conforman la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional:

Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Argentina
Movimento Revolucionário de Trabalhadores (MRT), Brasil
Partido de Trabajadores Revolucionario (PTR), Chile
Movimiento de Trabajadores Socialistas (MTS), México
Liga Obrera Revolucionaria (LOR-CI), Bolivia
Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), Venzuela
Corriente de Trabajadores Socialistas (CTS), Uruguay
Corriente Revolucionaria de Trabajadoras y Trabajadores (CRT), Estado Español
Courant Communiste Révolutionnaire (CCR) del NPA (Nouveau Parti Anticapitaliste), Francia
Revolutionären Internationalistischen Organisation (RIO), Alemania
Militantes de la FT en LeftVoice, Estados Unidos
Adhieren:
Resistencia Sur, Perú
Organización Socialista, Costa Rica

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