Cuando el 7 de marzo se fue la luz en toda Venezuela y en el transcurso de las horas quedaba cada vez más clara la responsabilidad de Estados Unidos en un escenario bélico de cuarta generación en contra de la Patria de Bolívar, la oposición de derecha nacional e internacional simplemente se dedicó a banalizar la conspiración de la misma forma en que han pretendido una y otra vez ocultar sus intentos de dar un golpe de Estado contra el gobierno legítimo del país.
Eso sí, un tiempo después se pelean por el relato antes los medios de quién lo lideró, terminan reconociendo el golpe, las maniobras realizadas e incluso confiesan que se sabían en minoría. ¿Cuánto habrá que esperar para que confiesen ahora su participación en esta nueva etapa de la guerra contra el pueblo venezolano?
Las generaciones de la guerra
La guerra de cuarta generación fue definida por el historiador y experto militar norteamericano William S. Lind en 1989 junto con cuatro generales del Ejército estadounidense.
Lind, un conservador que sin embargo asesoró a legisladores de los partidos Demócrata y Republicano, separó la guerra en cuatro generaciones de acuerdo a las capacidades bélicas de los estados en liza.
La primera generación inició con la difusión de las armas de fuego y la formación de ejércitos profesionales al servicio de los estados, el mayor poder de fuego llevó a la industrialización de la guerra y a la desaparición de los ejércitos mercenarios o dependientes de señores feudales.
Las guerras de segunda generación son aquellas en que grandes contingentes militares se desplazaban a bordo de unidades mecanizadas, lo que les dio una capacidad de movilización previamente insospechada, así como el desarrollo de un mayor poder de fuego y el uso de trincheras.
La tercera generación bélica se basa en la velocidad y sorpresa de un ataque que concentra grandes contingentes de fuerzas aéreas y terrestres, impidiendo las acciones coordinadas de defensa por parte del Estado atacado, bloqueando sus comunicaciones y causando un impacto psicológico aterrador.
La guerra de cuarta generación, o guerra irregular (o también asimétrica), propone el uso de fuerzas irregulares ocultas, que desestabilicen al Estado atacado a través del uso de tácticas no convencionales de combate, sin provocar el enfrentamiento de los ejércitos y -por lo tanto- sin grandes batallas.
En resumen, la primera generación profesionaliza la mano de obra, la segunda industrializa el armamento, la tercera está basada en la capacidad para sorprender y la cuarta en la desestabilización del enemigo.
El desarrollo de estas etapas -o generaciones- involucra una creciente utilización de la tecnología y mayores consecuencias para la población civil, implicada cada vez más en el conflicto a lo largo de cada una de estas etapas.
En la guerra de Estados Unidos contra Venezuela, la agresión es cada vez más irregular, difusa y multiforme. Está estructurada sobre el papel de medios de comunicación nacionales e internacionales, por una descarada guerra económica y bloqueo financiero que buscar derrotar por hambre al pueblo y Gobierno venezolanos y que ahora inaugura una etapa de sabotajes a gran escala que permite maximizar a la mayor escala la afectación de la población venezolana minimizando los recursos requeridos para lograr el objetivo.
Me río, pero me cuido
Medios de comunicación internacionales pretendieron ocultar el sabotaje contra la central hidroeléctrica Simón Bolívar, ubicada sobre el cauce del río Caroní en el embalse de Guri, que alimenta el 80% del Eléctrico Nacional que abastece al país.
La represa de Guri, como es conocida habitualmente, orgullo de la ingeniería venezolana, ha sido sometida a sucesivas modernizaciones en función del trascendente papel que cumple. La última de ellas fue la instalación de un sistema informático en 2007 que sustituyó los mecanismos de control analógico que hasta ese momento habían servido para controlar la generación y distribución de energía.
El pasado 7 de marzo hubo dos atentados combinados contra el sistema que produjeron el black-out total de Venezuela por cuatro días y noches: uno fue un pulso electromagnético que sobrealimentó al sistema y lo obligó a apagarse y el otro fue un ataque remoto a ese sistema informatizado de control de Guri que lo sacó de línea durante ese período.
El lunes 25 de marzo hubo dos ataques sucesivos que produjeron una nueva caída de la electricidad en buena parte del país.
El primero fue nuevamente un pulso electromagnético y el segundo (según denunció el presidente Nicolás Maduro este miércoles 27) fue una sucesión de disparos de fusil contra el patio de transformadores de Guri que provocó un incendio de muy importantes dimensiones en la central Simón Bolívar.
Mientras la canalla opositora grita a todo gañote que hasta que no salga Maduro Venezuela permanecerá a oscuras y se ríen del pulso electromagnético diciendo que parece de ciencia ficción y que no hay ningún intento de golpe, el almirante Craig Faller -jefe del Comando Sur de los Estados Unidos- les dice a los militares venezolanos: “El poder para poner fin al sufrimiento de sus ciudadanos y esta pesadilla del hambre y del miedo, el poder para reclamar la libertad de Venezuela: ese poder está en sus manos. Recuerden su juramento y hagan lo correcto”.
Mientras tanto, el mismo martes 26 de marzo, el presidente norteamericano Donald Trump firmó una orden ejecutiva para proteger al país de ataques de pulso electromagnético (EMP), considerados potencialmente peligrosos para infraestructuras críticas como la red eléctrica, según pu blicó la agencia EFE https://www.efe.com/efe/usa/politica/trump-protege-al-pais-de-ataques-pulso-electromagnetico/50000105-3935868.
El decreto de Trump ordena a las agencias federales identificar las amenazas planteadas por estos ataques militares de EMP, que destruyen total o parcialmente el equipamiento eléctrico y electrónico dentro de su radio de acción, culmina la nota.
Para ser un invento de Maduro propio de ciencia ficción, parece que preocupa bastante al presidente norteamericano.
Una guerra de todo el pueblo
La estrategia de “guerra de todo el pueblo” fue adoptada por el pueblo vietnamita dirigido por el genial Ho Chi Minh y el general Vo Nguyen Giap para enfrentar la guerra que le fue impuesta por Estados Unidos en 1964 hasta su derrota en 1975.
“La guerra de todo el pueblo alcanzó dimensiones increíbles en todo Viet Nam. Su fuerza resultó tan potente que obligó al Gobierno de Estados Unidos a suspender más de una vez, por determinados períodos de tiempo, los bombardeos al Norte. También llevó a Washington a una Mesa de Conversaciones sobre la Paz (...) Mientras ello ocurría no cesaban los combates. La política vietnamita era: lucha armada, lucha política, labor diplomática y penetración en las filas enemigas.
Simultáneamente se desarrollaba el plan: este fue el escalón más alto de la guerra de todo el pueblo en la cual, hasta insectos amaestrados fueron utilizados contra el enemigo. Igualmente, el derribo de aviones con fusiles, o el uso de trampas de bambú, resultaron armas tan eficaces y mortales como la artillería”. (Granma, http://www.granma.cu/granmad/secciones/vietnam/).
Venezuela tiene una Fuerza Armada Nacional Bolivariana que tiene casi 200.000 efectivos en pleno apresto para la defensa de la soberanía nacional, pero tiene fundamentalmente un pueblo preparado para llevar adelante la defensa de la Patria a través de casi dos millones de milicianos que están en cada barrio y en cada pueblo.
Como dijo Fidel el 18 de noviembre de 1959, cuando aún no se había cumplido un año del triunfo de la Revolución Cubana: “...Cuando cada casa sea una fortaleza, cuando cada calle, cada árbol, tenga un hombre que lo defienda y los obreros sepan combatir y cuando al lado de esa fuerza, esté la fuerza de los campesinos, en cada cooperativa, en cada pedazo de tierra. ¿Quién podrá vencer esta Revolución?”
La respuesta en el caso de Vietnam, de Cuba y de Venezuela ha sido es y será la misma: nadie.
Pablo Siris Seade
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