miércoles, diciembre 13, 2017

A 34 años de la asunción de Alfonsín



Alfonsín, el llamado “padre de la democracia” en realidad fue el que posibilitó la transición de la dictadura militar al gobierno de la burguesía en su versión democrática.

Las elecciones de octubre de 1983, fueron acordadas por el gral. Bignone y la Multipartidaria un año antes, luego de lograr una “transición ordenada” de la crisis militar provocada por la guerra de Malvinas y la crisis económica entre los militares y los partidos patronales tradicionales, sobre todo el PJ y la UCR.
La UCR se presentó con la fórmula Raúl Alfonsín-Víctor Martínez (52,75%); el PJ a Ítalo Luder-Deolindo Bittel (40,16%); el Partido Intransigente (PI) con Oscar Alende-Lisandro Viale (2,3%); también el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) con Rogelio Frigerio-Antonio Sajonia (1,19%); la Alianza Demócrata Socialista, el Partido Demócrata Cristiano, el Partido Socialista Popular, el MAS (0,28%, 42.500 votos) y el Partido Obrero (0,09, 13.087 votos).
La pcia. de Bs. As, quedó en manos de la UCR, junto a Chubut, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza, Misiones y Río Negro; el PJ con 12 pcias. y 3 con partidos provinciales.
“La derrota de las tropas argentinas en la guerra de Malvinas, en junio de 1982, aceleró la crisis de la dictadura militar e impidió a las fuerzas armadas condicionar el proceso de transición a la democracia exigido por la mayoría de la sociedad”. (http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=14747).
La primera afirmación es correcta. Sin embargo la segunda niega que fue la Multipartidaria formada luego de la guerra (PJ, UCR, PI, PC, etc.) y la caída militar de 1982 la que sostuvo un año más al gobierno militar (nombrando al genocida Bignone) para permitir que sus partidos se recompusieran ante la población y hacer una transición ordenada hacia la democracia de la burguesía. Es que unos y otros habían participado con intendentes (por ej. el radicalismo mantuvo 310) y otros cargos durante la dictadura militar. Lo mismo que la burocracia sindical. Su desprestigio en la población era muy importante. El bipartidismo que jugaron luego del levantamiento de la proscripción del PJ fue impulsado por Perón y Balbín. El mismo Balbín antes del golpe dijo que había que actuar contra la “guerrilla fabril”. De hecho, Alfonsín recibió el bastón presidencial del genocida Bignone.
Alfonsín tuvo que “renovar” el discurso en 1983, con su prestigio ganado por fundar la APDH, para ganar el sector esperanzado con su promesa que “con la democracia se come, con la democracia se educa, con la democracia se cura”, lo que se demostró falaz durante su mandato. A pocos días de asumir, presentó la ley Mucci que favorecía la multiplicación de sindicatos por gremios, favoreciendo la injerencia del Estado y dividiendo artificialmente las bases. La burocracia y las bases se enfrentaron a este proyecto que los debilitaba.
Con respecto a los Derechos Humanos dijo: “El país ha vivido frecuentemente en tensiones que finalmente derivaron en la violencia espasmódica del terrorismo subversivo y una represión indiscriminada con su secuencia de muertos y desaparecidos. (…) La lucha entre sectores extremistas, así como el terrorismo de Estado, han dejado profundas heridas en la sociedad argentina. (…) La manera de restañar esas heridas no puede girar en torno a venganzas o resentimientos que serían innobles en sí mismos, cuando no inmorales en muchos casos, en cuanto pudieran comprometer al destino del país en estériles fijaciones sobre el pasado. (…) Esto no exime de tremendas responsabilidades al terrorismo subversivo, que debió haber sido combatido con los medios que la civilización actual pone en manos del Estado y no a través del empleo de medios similares a los condenados por el conjunto de la comunidad nacional”. (Alfonsín, Discurso de asunción) Esta posición conocida como “teoría de los dos demonios” fue la que se plasmó en el Nunca Más y la CONADEP y que luego fue base de la Obediencia Debida (otorgada en el levantamiento de Semana Santa de 1987) y el Punto Final.
Por otro lado, ya en 1985 aplicó el Plan Austral: congelamiento de precios, tarifas y salarios primero y luego aumento de las exportaciones y la privatización de empresas públicas (antes que Menem). La UOCRA de Gerardo Martínez interviene la combativa seccional Neuquén que había emprendido duras huelgas. El SMATA persigue a los delegados que dirigen la lucha de Ford en 1985. La UOM, el Sindicato de la Carne y la UTA también expulsa a delegados combativos elegidos por sus compañeros. Las bases se pronuncian en defensa de sus representantes y levantan campañas democráticas junto a organizaciones de izquierda y derechos humanos.
En el PJ del 83 había renunciado a su candidatura Antonio Cafiero. Luego de la oposición a la ley Mucci, la “normalización sindical”, el proceso antiburocrático del 84-85 (especialmente con la burocracia que venía de apoyar la dictadura) y las huelgas generales de Ubaldini fue canalizado por Cafiero quien salvó al PJ a través de la Renovación ganándole a Alfonsín en las elecciones legislativas del 87). Alfonsín empezó una rápida caída. Uno de los mayores conflictos que debió enfrentar fue el maestrazo de 1988. Aunque logró derrotar el conflicto, el desgaste estaba en marcha. La democracia no había garantizado la educación y en 1989, con la hiperinflación enfrentó un alzamiento de los pobres (la democracia no dio de comer) contra los precios de los supermercados con 14 muertos por la policía. Los hospitales públicos estaban derruidos (la democracia tampoco curó).
Es que Alfonsín venía para desviar las aspiraciones democráticas de las masas (una contrarrevolución democrática), no a desarrollarlas.
En la próxima presidencial con el verso del “salariazo”, pero también con un gran sector de la clase media que apoyó las privatizaciones generalizadas ganó Menem. Alfonsín tuvo que adelantar el traspaso a quien acompañando la política mundial, terminó en la aplicación del neoliberalismo de Menem, totalmente entreguista a las potencias imperialistas. Alfonsín, no se opuso a este curso. En la Asamblea Constituyente restrictiva de 1994, Alfonsín acordó la reelección presidencial por cuatro años, apoyando a Menem.

Gabriela Liszt

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