viernes, diciembre 29, 2017

Robespierre, ni tirano ni verdugo



Nota de edición de Sin permiso. Inquirido por el semanario parisino L´Obs a que realizara una breve defensa de la figura de Maximilien Robespierre, Alexis Corbière, su más significado valedor contemporáneo, que ya como concejal del distrito XII de París había pedido infructuosamente que se le dedicase una calle, resume sus méritos en unos pocos párrafos.

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Pronunciar el nombre de Robespierre es suficiente para desencadenar un torrente de barro. Pero no fue ni “tirano del terror” ni “verdugo sanguinario de la Vendée”. Antes de sentarse en el Comité de Salud Pública como diputado, defendió los principios que están en los fundamentos de nuestra República.
Desde octubre de 1789, defiende el principio democrático de universalidad (masculina) del voto. Sin éxito. En 1791, bien que el único, se opone a la “constitucionalización de la esclavitud en las colonias francesas”. Pero, desde hace dos siglos, se le caricaturiza. Solamente importa su acción “a la cabeza” del Comité de Salud Pública. Recordemos, sin embargo, que no estaba a la cabeza de nada y que fue miembro elegido (entre catorce) de este Comité durante un año, de julio de 1793 hasta su muerte. Hablar de “dictadura robespierrista” es una manipulación histórico-política.
Se olvida la actuación del Gran Comité de Salud Pública: la asignación de una suma a los indigentes, la instauración de un precio máximo de venta para los artículos de primera necesidad, la institución de la escuela primaria gratuita y obligatoria.
El principal mérito del gobierno revolucionario fue sencillamente haber salvado a Francia de la invasión o del estallido. Sobre todo, por medio del Terror: cierto, eso significa el Tribunal revolucionario, la ley de sospechosos y ejecuciones trágicas. No se trata de aprobar ese momento terrible sino de explicar y de contextualizar: la Francia del Año II conoce la insurrección realista, la guerra exterior, los complots bien reales urdidos en el extranjero…
El Terror no fue una invención de Robespierre. Otros lo pusieron en práctica antes que él, entre ellos Danton. Y se puede contabilizar. En dos meses, desemboca en 1.366 ejecuciones después de procesos, a menudo expeditivos, es verdad. Por comparación, Thiers, al dar a los versalleses la orden de aplastar la Comuna en 1871, es responsable de más de 2.000 muertos…en una semana y sin el menor proceso.
Existe una calle Thiers en París cuando a Robespierre ni siquiera se le menciona en la capital. Es hora de abandonar la “leyenda negra” del Incorruptible, fabricada tras su muerte. Afirmo pues, como Jaurès, que si yo hubiera vivido durante la Revolución, es al lado de Robespierre donde habría ido a sentarme.

Alexis Corbière
Sin permiso
L´Obs, nº 2768, 23-29 de noviembre. Traducción: Lucas Antón

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