domingo, diciembre 10, 2017

Rodó, Benedetti y el imperialismo



Además de constituir uno de los textos más importantes del pensamiento conservador en Uruguay y América Latina, el "Ariel" de José Enrique Rodó también representa un ensayo fecundo para el debate sobre el problema del imperialismo y la cuestión nacional.

A pesar de no compartir el esquema general de Rodó, su idealismo aristocrático y elitista, su conservadurismo de raíz españolista y su profundo espíritu "antidemocrático", aún así nos parece fundamental reactualizar una lectura crítica del "Ariel" para reflexionar sobre la cuestión de la unidad latinoamericana y la opresión imperialista, evitando caer en anacronismos incorrectos o idealizaciones ilusorias; como convertir a Rodó en un ferviente anticolonialista o antiimperialista, algo totalmente alejado de la concepción ideológica del autor.

El Calibán moderno, el elitismo de Ariel y la Nordomanía congénita

Metaforizada y representada simbólicamente con Calibán, el famoso personaje shakespeariano de "La tempestad", la sociedad norteamericana y su paradigma social son analizados por Rodó como la más alta expresión (o la más baja) de la sociedad guiada y fundamentada por el utilitarismo, ideología y movimiento que según el autor, persigue como propósito central la obtención del interés, lo que los marxistas podríamos considerar como "ganancia" capitalista, motor de acumulación de la burguesía.
Para Rodó, semejante bestia utilitarista se opone como enemiga a las más elevadas cumbres del ideal, del espíritu culto, refinado, el mismo espíritu del tradicionalismo español que glorificó durante siglos la "pureza" de la sangre de sus curas, militares y reyes parásitos en contraposición con el "bajo" mercantilismo y el industrialismo de Holanda e Inglaterra, y el utilitarismo norteamericano.
A la figura de Calibán, conjurada como símbolo de la bestialidad utilitarista Rodó opone el Ariel, que más allá de simbolizar el "noble" reino del ideal, representa el miedo de la aristocracia conservadora por la "democracia" (burguesa) y las muchedumbres que pueden mancillar con su afán de derechos laborales, sociales y políticos las altas cumbres del espíritu de los aristos, los elegidos.
Rodó a su vez castiga en su texto, y quizás es uno de los puntos de fuerte coincidencia con la tradición antiimperialista, la Nordomanía, la obsesiva pretensión de cierta fracción de las clases dominantes latinoamericanas por copiar, o emular en el mejor de los casos, el modelo de desarrollo capitalista norteamericano.
Quizás la carencia o limitación fundamental del planteo rodoniano, consiste en la ausencia de un análisis profundo sobre la imposibilidad histórica de imitar el modelo de desarrollo yanqui como postulaban los nordomaníacos, y en última instancia en un estudio serio de las bases económicas del imperialismo norteamericano; en este sentido a Rodó sólo le interesa la superficie del fenómeno, y no su análisis estructural.

Mario Benedetti y un antiimperialismo vulgar

Sesenta años después de la publicación de "Ariel", será Mario Benedetti quien revalorizará el texto rodoniano, entre otros intelectuales de la generación de Marcha como Arturo Ardao o Carlos Real de Azúa, desde la clave antiimperialista que impregnaba el espíritu de la radicalización política en Uruguay.
No obstante, la concepción de Benedetti en torno al problema de la nación latinoamericana en relación al imperio del Norte, constituye una de las variantes de lo que podríamos denominar como antiimperialismo vulgar, que se agota simplemente en una crítica culturalista a la sociedad norteamericana; en su artículo sobre Rodó en "Genio y figura", el autor sintetiza su postura:
...la de Rodó fue una de las primeras voces que se alzó en el Continente para reivindicar la común raíz latina de estos pueblos, y una de las primeras asimismo en relevar la posibilidad de oponer al poderoso del Norte todo un haz de naciones, unidas por la herencia, el idioma y el pasado comunes.
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Resulta controversial y polémica la posición de Mario Benedetti con respecto a la cuestión de la opresión imperialista, en tanto se basa en una idea homogeneizadora de América Latina, unida por siglos de tradición cultural y política y por la lengua oficial de la mayoría de los estados-nación latinoamericanos: el castellano.
Lo que cabría preguntarse, es si la posibilidad de la lucha antiimperialista en nuestro continente puede partir de reivindicar en contraposición al enemigo del Norte, la homogeneización impuesta por el poder colonial del imperio español sobre la base sangrienta de un genocidio de millones de indígenas y el expolio de tres siglos; negadora de la verdadera realidad lationamericana: plurinacional y multicultural.
Podemos intuir que no será con las armas melladas de la herencia colonial que opondremos a los Estados Unidos la dignidad de los pueblos del Sur, sino partiendo del reconocimiento de la riqueza de la diversidad cultural de nuestra América.

Mario Benedetti y la cultura norteamericana

Otras de las aristas problemáticas del planteo de Benedetti ligada a su concepción vulgar del imperialismo norteamericano, es su lectura parcial y sectaria con respecto al conjunto de la cultura norteamericana.
Coca Colas y Marlón Brandos, Philip Morris y «Reader’s Digest», leones de la Metro y atentados kukluxklánicos, tecnicolor y discriminaciones raciales, sex-appeal y macartismo, televisión y redadas policiales, todo se ha ido calcando sin mesura, en un estilo de grosera, inconsciente parodia, que era precisamente el más temido por Rodó...{{}}
Bendetti sólo menciona los elementos más degradados y reaccionarios de la realidad social y cultural norteamericana, y sin embargo omite la mención de otras caras más dignas del pueblo del Norte; habla del macartismo y olvida el profundo movimiento democrático y solidario de artistas, intelectuales y científicos en contra del macartismo; olvida el movimiento por los derechos civiles y la lucha de los panteras negras; de la oposición a la guerra de Vietnam de millones de estadounidenses movilizados en las calles de Washington.
En fin, Bendetti olvida que la primera organización antiimperialista nació en el propio seno de los Estados Unidos, la Liga Antiimperialista Norteamericana conformada por miles de miembros, entre ellos por el entrañable escritor Mark Twain, uno de los satíricos más importantes de la literatura occidental.

En defensa de la cultura contra el elitismo y el utilitarismo

Retomando la crítica de Rodó a la sociedad norteamericana basada en el utilitarismo, este señala la amenaza que representa para la preservación de la cultura y el enriquecimiento del espíritu humano; sin embargo el autor une la crítica a la sociedad "utilitarista" a su desprecio por la "democracia", asumiendo una postura elitista y aristocrática, incluso a la derecha del pensamiento liberal de la época, que en última instancia defiende una cultura para pocos.
En síntesis podemos constatar con meridiana claridad que en nuestro tiempo presente, bestias "utilitaristas" y nacionalistas como Trump en Estados Unidos representan un verdadero peligro no sólo para los pueblos latinoamericanos, sino para la herencia cultural de toda la humanidad.
Enfrentar hoy la embestida del imperialismo, dirigido por un misógino, homofóbico y racista, en defensa de la cultura, no se hará desde el patrimonialismo cultural de una élite intelectual, como postulaba Rodó, sino desde las fuerzas activas de las grandes mayorías en todo el mundo.

Matías Matonte

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