Escuchando las declaraciones de Nicolás Márquez -biógrafo, amigo y asesor de Javier Milei- daría la impresión que él fue el encargado de dictarle al presidente cada una de las palabras que formaron parte de su bochornoso discurso en el Foro de Davos. En el afán de negar la existencia de los femicidios, el ideólogo presidencial justificó su ejecución, y, a su vez, volvió a emparentar a la diversidad sexual con la pedofilia, habiendo sido acusado él mismo de cometer abuso sexual contra su propia hija.
En una aparición televisiva, Márquez opinó sobre los dichos de Milei en Davos. Allí expresó que «nadie mata a una mujer por el hecho de ser mujer, la puede matar por infidelidades, por enconos personales…». En su enunciado, fue más allá de negar la existencia de crímenes por razones de género, directamente le dio validez a los «motivos» que llevan al femicida a actuar de ese modo. Para hablar del tema eligió emitir un juicio sobre la conducta de la víctima y no sobre el victimario, dando a entender que «los hombres matan porque las mujeres son infieles, no por el sentimiento de propiedad que los invade para con esa mujer o por cómo desprecian la vida de la víctima»; en otras palabras, el famoso «ella se lo buscó». Lo que pareciera ser un comentario nacido de la ignorancia, es en realidad una justificación de los femicidios.
No sorprende de alguien que, en 2004, fuera denunciado por su expareja, sobre quien habría ejercido golpes y amenazas para obligarla a abortar. Además de violento, hipócrita, dado que Márquez es un enemigo declarado de la ola verde y militante del aborto clandestino. Solo le interesan los derechos del «niño por nacer» pero no los del «niño nacido», ya que jamás se hizo cargo de la manutención de su hija por lo que también enfrentó demandas por deudor alimentario.
Además, avala la ridiculez del gobierno de referirse a la figura del femicidio como un «privilegio» concedido a las mujeres en detrimento de los varones. Según esta lógica, las mujeres asesinadas vendrían a ser «privilegiadas», y los femicidas, individuos desfavorecidos; un disparate. Un discurso de impunidad para los agresores, que busca deslegitimar la lucha en busca de justicia por las víctimas de femicidio y por asistencia estatal para quienes sufren violencia de género, en función de perpetuarla.
El mentor ideológico de Milei también relacionó diversidad sexual con pedofilia, mencionando un ejemplo muy desafortunado al intentar ridiculizar la transición de género: «yo que tengo 49 años, si quiero tener sexo con un menor de 8, me autopercibo de 8 años, total lo que prevalece no es mi realidad bilógica sino mi autopercepción, entonces no soy un abusador». Aquí no caben dudas que está proyectando en el colectivo LGTBI+ su propio goce en el abuso, puesto que en 2008 fue denunciado por abusar sexualmente de su propia hija. Si bien la causa quedó impune, la psicóloga infantil que entrevistó a la niña certificó el abuso, por episodios a los que Márquez catalogó como «un juego».
Que Márquez justifica las violaciones ya lo teníamos claro, también la tortura, el robo de bebés y las desapariciones forzadas. Es un férreo defensor del terrorismo de Estado, que en su juventud integró la agrupación «Jóvenes por la Memoria Completa», fundado por la exnovia de Alfredo Astiz, Karina Mujica; se formó en cursos con el ex agente del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército, Julio Cirino, actualmente condenado por crímenes de lesa humanidad; publicó numerosos libros de contenido negacionista donde cuestiona la cifra de los 30 mil; reivindica el indulto de Menem; se refiere a los centros clandestinos de detención como «lugar de reunión de los detenidos»; es amigo del hijo del genocida Antonio Domingo Bussi; y hasta llegó a expresar en Twitter que era necesario «darle curso a las Fuerzas Armadas a entrar en operaciones de combate para aniquilar el accionar de los elementos subversivos”. Esta es la clase de sujetos con los que se rodea el presidente.
Es necesario que la conclusión de echar en las calles a Milei y a toda la lacra de su entrono vaya madurando en la conciencia de aquellxs que se pusieron de pie contra esta nueva patoteada reaccionaria.
Sofía Hart
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