Organicemos una respuesta a la altura del plan de guerra.
Milei considera que puede llevarse puesto todo. Cambiar el régimen electoral a pocos meses de las elecciones, morfarse al PRO y profundizar la división del peronismo, hasta ignorar el impacto de la crisis mundial en Argentina y los reclamos de algunos de los grandes capitalistas industriales del país. A prori, todo parece marchar en esa dirección. Pero guarda con pasarse de rosca.
En la agenda oficial todavía apuestan a que en las sesiones extraordinarias de febrero el Congreso voltee las Paso, y en el mejor escenario que incluso apruebe toda la reforma electoral privatista y proscriptiva. Sería otro atropello, cambiar las reglas del juego en año electoral. Que esto aparezca como posibilidad muestra de por sí la postración de las fuerzas políticas mayoritarias ante el despotismo libertario.
Llegamos a este punto después de la votación coimera de la Ley Bases, la vía libre al DNU 70, el aval a los vetos contra jubilados y universidades, y por supuesto la implementación de la motosierra por parte de los gobernadores e intendentes en sus distritos. Siguiendo a Milei y Caputo, todas las provincias del país registraron superávit fiscal, a pesar del ajuste en los giros de fondos nacionales.
Según la consultora Facimex Valores en el primer semestre de 2024 (últimos datos disponibles) el superávit de las provincias marcó un récord histórico, a pesar de una caída de los ingresos del 18%. Politikon Chaco estimó en 7.500 millones de dólares el ajuste de los distritos en la primera mitad del año, de los cuales 2.762 millones fueron vía licuadora salarial y 1.012 millones por recortes a las jubilaciones. Por volumen, Kicillof fue el que más contribuyó, con un ajuste del 19,1% del gasto.
Nada de esto hubiera pasado como pasó sin la complicidad de la burocracia sindical, que acata los topes paritarios y deja pasar decenas de miles de despidos, dándole la espalda a las tenaces luchas que se plantan contra esta embestida. En el caso bonaerense esta colaboración es presentada por ATE y Suteba como «nacional y popular». El abandono a los que pelean tiene su correlato en la Utep, en medio del vaciamiento de los comedores, la liquidación del Potenciar Trabajo y la persecución judicial con decenas de allanamientos y causas armadas como la del Polo Obrero. Lo mismo vale para Ctera, cuando hubo enormes huelgas docentes como en Misiones o Neuquén; o la confluencia de luchas en la salud, con el Hospital Garrahan a la delantera. Con esta línea, Moyano se comió una humillación en las paritarias. En contraste, la extraordinaria lucha del Garrahan arrancó un 15% de aumento y aquel bono “por equivocación” de $500.000 en el comienzo de la saga de paros y movilizaciones.
Todos para uno…
Los motivos de tan amplio colaboracionismo con Milei son muy profundos. En última instancia, responden a que toda la clase capitalista está enfilada detrás de la ofensiva del gobierno, resumida en el ajuste fiscal y las “reformas estructurales”. Es la pelea de fondo que le sirve al oficialismo para dejar sin base de sustentación a sus opositores.
En parte, desde los despachos oficiales esto busca ser disimulado con una polarización de la disputa electoral entre libertarios y kirchneristas, como si fuera una confrontación entre partidarios del libre mercado versus intervencionistas. Esta presentación es un fraude deliberado: Milei copia de los K el estatismo del cepo cambiario y los techos paritarios, mientras Cristina se pronuncia a favor del déficit cero y la “modernización” laboral y previsional.
La supuesta estrategia “democrática” que proclama CFK de aguantar hasta la “fecha de vencimiento” del gobierno es una vía para dejar pasar la ofensiva y después candidatearse como recambio si se calienta el humor popular. Los choques entre Kicillof y los Kirchner no tienen ningún bando progresivo; ambos se mantienen dentro de la agenda que fijan Milei y el gran capital.
Dentro de esta falsa polarización, desde la Casa Rosada aceleran el desmembramiento del PRO, después de haber partido a la desvencijada UCR tras su compromiso con los vetos presidenciales. El carpetazo con las propiedades off shore de Ritondo y Santilli, y con la continuidad de la evasión privilegiada de los empresarios K bajo el macrismo, tienen como trasfondo el hecho de que los CEOs que bancaban a Macri ahora tienen puesta la camiseta violeta. La cooptación de Kravetz es simplemente otra expresión de esto.
Sin embargo, la comunión patronal a la hora de aumentar la masa total de plusvalía -liquidando salarios y conquistas- se convierte en choques cuando se trata del reparto de ese plusvalor. Fuera de la agenda de reformas laboral, jubilatoria y tributaria, hay problemas de fondo que dividen a la clase capitalista. Entre ellos, la cuestión del dólar va pasando a primer plano.
Del súper peso a la súper recesión
Resulta que el esquema de apreciación del peso y apertura importadora, en un contexto de derrumbe del consumo, está haciendo estragos en diferentes ramas de la industria y el comercio. Según Indec siguen en baja las ventas en supermercados, la actividad industrial y la construcción. Es la dura realidad que viven los trabajadores, entre despidos y cierres de empresas. Estos días bajaron la persiana importantes fábricas como Dass y Dánica.
Las voces de alerta por los efectos de esta política económica no son despreciables. Una federación de las pymes metalúrgicas, que en su gran mayoría son subsidiarias del grupo Techint, salió a fin de año a insistir en los reclamos de Paolo Roca. No piden una devaluación, que sería opuesta al plan oficial, sino compensar la menor competitividad reventando el «costo laboral no salarial»: como ya no hay margen para seguir hundiendo los sueldos, proponen liquidar las contribuciones patronales, el aguinaldo, indemnizaciones y vacaciones.
La UIA pidió «nivelar la cancha» con rebaja de impuestos y el capital agrario apunta contra las retenciones a la exportación, pero eso se contrapone con el déficit cero. Javier Madanes, dueño de Aluar y Fate, dijo que por el dólar barato y la vía libre a las importaciones en el sector del neumático ya echaron a 1.200 obreros, el 30% de la mano de obra del sector. Es una justificación de la ofensiva en marcha contra los puestos de trabajo y para flexibilizar el convenio, que el Sutna viene combatiendo. Para él, ese es el indicio de lo que se viene en la industria.
No deja de ser curioso que, mientras en el gobierno se festejan a sí mismos por la baja del riesgo país tras el pago de 4.700 millones de dólares a los bonistas, el padrino Domingo Cavallo haya dicho que sin una devaluación no se revierte el rojo de las reservas del Banco Central. Vino a cuento de la caída en el precio de la soja, luego de los defaults de Los Grobo, Agrofina y Surcos.
El economista Orlando Ferreres, también del palo, dijo que si se miran los costos nacionales el dólar debería cotizar a $1.600. Si esto sigue así, pronostica que vamos a pasar de la recesión a la depresión. La consultora PGK calcula que la devaluación del real llevó el tipo de cambio bilateral con Brasil, el mayor socio comercial, a un nivel similar al 99-2001 que pulverizó a la industria argentina, dejó a un quinto de los trabajadores sin empleo y terminó en la megadevaluación de 2002.
Sumemos a eso la devaluación del yuan, fruto de la flexibilización monetaria con que China responde a la guerra comercial de Trump; lo cual junto con la apreciación internacional del dólar agrava la caída de los precios de las commodities. Si todas estas tendencias se profundizan, como parece lo más probable, el viento de frente del mercado mundial puede convertirse en una tormenta perfecta.
Cuánto va a durar el esquema oficial es la gran incógnita. Lo que es seguro es que mientras tanto todos están lucrando de lo lindo con la bicicleta financiera. Eso explica por qué mientras la inversión sigue en el subsuelo las empresas se endeudan en dólares a granel; es para meter la plata en el carry trade. Todo tiene un costo usurario: ahora celebran un Repo de 1.000 millones de dólares para dar liquidez al BCRA… para el cual tuvieron que emitir 2.000 millones en Bopreales como garantía. Finalmente, contra lo que dice Milei, los defaults vinieron siempre después del pago serial de la deuda externa.
Son ellos o nosotros
El desafío que presenta este escenario a la clase obrera es enorme. Urge organizar una respuesta a la altura del plan de guerra de Milei y los capitalistas.
Pocas veces quedó tan claro que esa respuesta sólo puede venir de los trabajadores. La descomposición de los partidos y alianzas de los políticos capitalistas, que como se revela nuevamente ganan millones mientras el pueblo se muere de hambre -cuando no venden sus votos, a lo Kueider-, realza la necesidad de proyectar una alternativa política obrera y popular, como plataforma para la lucha por un gobierno de trabajadores. Es la única salida al saqueo capitalista de Argentina, y el único sentido de las conquistas parlamentarias de la izquierda revolucionaria.
La base para ello es enfrentar la persecución al Polo Obrero y al movimiento piquetero, acompañar las concentraciones contra el robo a los jubilados, reimpulsar la movilización masiva de las universidades, apoyar la reacción ante los ataques a las libertades democráticas como el enorme festival en la ex Esma, preparar las huelgas y ocupaciones de los lugares de trabajo que cierran o despiden a mansalva, organizar la lucha contra la entrega salarial de la burocracia.
Finalmente, el 2025 ya arrancó con paro de choferes en líneas del Amba por el atraso salarial, con la gran lucha en Praxair en Zona Norte contra el despido de activistas, con el retome del paro en la química Sealed Air de Zona Sur, la conquista de reinstalaciones en la Petroquímica de Río Tercero tras meses de pelea junto al pueblo de la localidad, las marchas de las familias desalojadas del barrio Río Luján en Pilar, o contra la amenaza de desalojo a la Lof Palaiko de Los Alerces. Se viene un año electoral cruzado por batallas que van a demostrar por qué todavía no se impusieron las «reformas estructurales» en nuestro país.
Son las trincheras desde las que el Frente de Izquierda puede dar pelea. Por eso desde el Partido Obrero insistimos en la necesidad de convocar un congreso del FIT-U y los luchadores, con vistas a organizar políticamente a la vanguardia en la lucha contra Milei y todos sus cómplices. Sería un gran paso adelante para combatir el aislamiento de cada conflicto y clarificar de qué lado de la mecha se para cada fuerza política. Es el método para una campaña unitaria de cara a los trabajadores y en el campo de la lucha de clases.
Iván Hirsch
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