Horas antes de presenciar el acto de asunción de Donald Trump, Javier Milei y Luis Caputo se reunieron con la directora del FMI, Kristalina Georgieva, en aras de obtener un nuevo préstamo por parte del organismo que permita levantar el cepo cambiario. Eso significaría más deuda externa en dólares, mayores sacrificios para el pueblo y drenaje de reservas. Además, como ocurrió en 2019, el crédito puede irse rápidamente por el sumidero de la fuga de capitales.
Luego del encuentro, la representante del Fondo declaró a la prensa: “Excelente reunión con el presidente Javier Milei, en medio de la notable transformación de Argentina: el déficit ha sido eliminado, la inflación ha bajado y el crecimiento se recupera con buenas perspectivas para el futuro. Estamos trabajando en un nuevo programa para apoyar una economía vibrante para la prosperidad del pueblo argentino”, a su vez, anunció que la semana próxima enviará una delegación a la Argentina para continuar las negociaciones. El mandatario argentino, por su parte, tuiteó “Vamos muy bien…!!! VIVA LA LIBERTAD CARAJO”.
Al parecer, estaría encaminada la aprobación un nuevo préstamo del FMI, esta vez por alrededor de U$S 11 mil millones, cuyo objetivo es viabilizar la eliminación del cepo cambiario. Ahora bien, lo que Milei festeja como un triunfo apalancado por su buena relación con Trump, no constituye ninguna buena noticia para el país, ni mucho menos para la población trabajadora que habita en él. Finalmente, el programa anterior, lejos de abonar a la «prosperidad del pueblo argentino», solo trajo jubilaciones de miseria, sucesivas devaluaciones que recalentaron la inflación, aumento de la pobreza y pago de intereses usurarios en desmedro de las reservas.
Para empezar, que el gobierno esté solicitando este nuevo crédito es la confesión de que la «estabilidad económica» de la cual se ufana es absolutamente precaria, ya que las reservas se encuentran en rojo. A su vez, que necesite contraer deuda en dólares cuando el año pasado obtuvo un superávit comercial de U$S 17.198 millones (hasta noviembre, último dato disponible) muestra cuán imposible es acumular reservas mientras siga prosperando la fuga de capitales bajo diferentes formas, como por ejemplo, el esquema del dólar blend mediante el cual el 20% de las exportaciones fueron liquidadas en el mercado de cambios paralelo. También revela que el pago de vencimientos de deuda externa no conduce al desendeudamiento sino a la bancarrota que lleva a pedir nueva deuda, incrementando la hipoteca. Un verdadero espiral sin salida.
Lo cierto es que las condiciones que impondrá el FMI para desembolsar los dólares pautados serán muy negativas para las mayorías. Por un lado, teniendo en cuenta que el superávit financiero del 2024 fue ficticio -ya que no se contabilizaron los intereses capitalizables de las Lecaps- y que la eliminación del Impuesto País producirá una merma en la recaudación, cumplir con esa meta fondomonetarista para este año conllevará un mayor ajuste en jubilaciones, salarios estatales, asistencia social, subsidios energéticos (con sus correspondientes tarifazos), etc., agravando las ya insoportables penurias populares que genera la motosierra actual.
Por otra parte, el último informe del FMI expresaba que «la apreciación del tipo de cambio real como resultado de la preservación de un tipo de cambio de paridad lenta, podrían dificultar la acumulación continua de reservas cambiarias». Es decir, el organismo reclama el compromiso de una nueva devaluación como requisito para cerrar el acuerdo, lo cual, junto a la exigencia de mayores tarifazos, daría rienda suelta a la inflación, provocando un duro golpe al bolsillo popular. Cabe destacar que lo anterior colocaría la gobernabilidad de Milei en una situación sumamente inestable.
Ni qué decir que más deuda con el Fondo engrosaría el peso de los intereses usurarios, los cuales, solo en 2024 implicaron un gasto de U$S 7.608 millones, acentuando la sangría del Banco Central. Como se ve, el acuerdo en tratativas en un enorme esquema de saqueo nacional en favor del organismo de crédito.
Además, que el arribo de dicho préstamo esté condicionado a la salida del cepo y a la devaluación encierra el riesgo de que quienes ingresaron al carry-trade, cuando ya no les resulte más rentable, decidan desarmar sus tenencias en pesos y hacerse de dólares en el mercado de cambios oficial. Sería una reedición de lo sucedido en 2019, cuando los dólares del Fondo se utilizaron para financiar la corrida cambiaria.
A todo esto, no podemos dejar mencionar que estamos hablando de una cifra que no alcanza para cubrir ni siquiera los compromisos de deuda externa del 2025. Es decir, el acuerdo que tanto entusiasma al presidente no resuelve la insolvencia del gobierno para afrontar los abultados vencimientos con los que se encontrará hasta el final de su mandato, incluidos los pagos de capital al FMI a partir de 2026. Por el contrario, aumentará el stock de deuda con el organismo, haciéndola más impagable aún. Las alternativas para ese entonces serán o el default o negociar un nuevo acuerdo con el Fondo bajo condiciones leoninas.
En definitiva, el gobierno nos está embarcando en un rumbo de mayor entrega nacional y padecimientos para los trabajadores. Opongámosle a este callejón sin salida un programa obrero y socialista que parta de la ruptura con el Fondo Monetario y el desconocimiento de la deuda externa fraudulenta.
Sofía Hart
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